Los dueños de los quioscos de la ciudad pedirán que se les aumente la diferencia que perciben sobre las recargas de las tarjetas Movi (sin contacto) para el transporte urbano de pasajeros, entre otros servicios de la movilidad. Aseguraron que los bajos márgenes vienen desde la época de los cartones magnéticos, que cada vez más comercios están devolviendo los posnet de recarga y, además, que no tienen un seguro en función del dinero que recaudan.
Un grupo de quiosqueros decidió juntarse para pedir una audiencia a la Municipalidad y tratar este tema. La idea es que la instalación del posnet no sea sólo un "servicio a la comunidad".
Tres titulares de quioscos, Juan, Gustavo y Guillermo, consideraron que la rentabilidad del servicio de recarga de la tarjeta sin contacto es muy baja. "Antes no era problema, pero ahora bajó tanto la rentabilidad y subieron tanto los costos que se convirtió en un servicio que damos prácticamente gratis: de mil pesos cargados, ganamos sólo siete", aseguró Juan, en referencia al 0,07 por ciento que deja cada recarga de colectivos que se hace. Por su parte, Guillermo detalló que "antes decían que era un gancho para que la gente comprara otra cosa en el local. Pero, una cuestión era ir a cargar la tarjeta por 15 o 20 pesos en vez de los 50 o 60 que el aumento tarifarios obliga a gastar hoy. Por eso, con esos valores nadie quiere agregar alguna compra del quiosco".
Por su parte, Juan realizó un examen particular: "Me tomé el trabajo, durante una semana, haciendo un estudio de cuánta gente se llevaba otra cosa que no fuera cargar la tarjeta, y una de cada diez consume otra cosa. Y, a veces, llevan cigarrillos, que tampoco están dejando buenas ganancias".
Los comerciantes apuntaron que "lo más considerable sería sacar un 2 o 2,5 por ciento" por cada recarga que, en la actualidad, les deja una ganancia casi nula. Juan comentó que tiene "horarios pico, cuando salen los chicos de la escuela, en los que se amontonan 20 personas adentro del negocio sólo para cargar la tarjeta". El problema, afirmó, es por los clientes que pretenden consumir otro producto que deja más ganancias, pero terminan desistiendo de ellos. "La gente que viene a comprar una gaseosa, que me deja diez pesos de ganancia, ve tanta gente en el quiosco y al final se va a la granja de al lado", contó con resignación.
Gustavo, por su parte, aseveró que no se puede cobrar un sobreprecio por cada recarga (como sucede en algunos comercios) porque se estaría "trasladando la posibilidad de negociar con la Municipalidad y el Ente de la Movilidad al cliente, cuando en realidad deberíamos poder acordar. Pero con puertas cerradas y timbres que no andan, no hay forma de negociar".
Desprotegidos. Confiaron, además, que no cuentan con un seguro en caso de ser abordados por ladrones que le roben la recaudación de las recargas de la sin contacto. Juan expuso su preocupación a partir de los montos que se manejan: "Es estar arriesgando plata que no es tuya y que es mucha. Por ejemplo, si cargo 5.000 pesos en un día, mi ganancia es de 3,50; estoy arriesgando dinero que no es mío y me preocupa tenerlo en mi negocio porque, si me roban esa caja, la Intendencia no se hace cargo de eso y si llego a perder un monto más grande tengo que estar un año para reponerlo y devolvérselo a la Municipalidad".
La alarma se encendió a partir de lo que sucedió el 24 de enero de 2014: Jorge Massin tenía un quiosco en la esquina de Juan Manuel de Rosas y Mendoza. Juan, Guillermo y Gustavo aseguraron que le fueron a robar el dinero de la recaudación de las recargas de las tarjetas de colectivos ya que no había pasado el recaudador. "No la quiso entregar porque sabía que no la iba a recuperar, entonces lo mataron. Es jugarse la vida por tanta plata que no es de uno y que deja tan poca ganancia. Que nos den seguridad, que paguen un seguro o nos den un poquito más de margen", aseveraron.
Medidas de protesta. El cuadro de puntos de recarga, aseguraron, viene en descenso. Estiman que de los comercios que tenían el posnet, hoy en día se puede encontrar sólo la mitad. De hecho, afirmaron que el monto a vender es fijado por la Municipalidad y no por los comerciantes.
Sobre esto, Juan afirmó que, hace un tiempo, ha habido algunas medidas para que, desde el municipio, se reaccione ante el problema: "Tomamos la medida de no cargar tarjetas de colectivos durante tres días. El problema es que sólo adherimos 30 negocios y lo único que logramos fue que los clientes fijos tuvieran que caminar diez cuadras para poder conseguir las cargas. La solución es que la Municipalidad tome las riendas; apelo a que tengan sentido común y que aflojen con los márgenes de rentabilidad. No le estamos pidiendo una locura".
"Hay quioscos que cobran un sobreprecio por cargar tarjetas. Yo no puedo cobrarle a un pibe que sale del colegio, con la plata justa, uno o dos pesos más por cargar la tarjeta. No lo hice y no lo haría nunca", amplió.
Otro factor en el que confluyeron los tres comerciantes es el trato de la gente a la hora de querer hacerse con el saldo a cargar: "A la poca utilidad que tiene la recarga de las tarjetas, se suma que hay gente muy mal educada que te apura porque está viniendo el colectivo y le pasa por encima a los demás que estás atendiendo. La gente, a veces, no entiende que esto es más un servicio que una ganancia".