Naciones Unidas habla de la violencia contra las mujeres en términos de "Pandemia" y menciona una estadística escalofriante: el 70 por ciento de las mujeres del mundo fueron víctimas de alguna forma de violencia de género. El 25 de noviembre "Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer" es un escenario mundial para la realización de actividades con el firme objetivo de avanzar hacia ese propósito. Como todos sabemos, Argentina no escapa al escenario global de la violencia de género.
Nuestra condición de mujer nos ha expulsado de la sociedad desde su misma constitución. El contrato social surge con una opresión que afecta a todas las mujeres, esa opresión contra la que todavía hoy luchamos, una sociedad patriarcal en la cual a las mujeres aún nos conciben como una cosa susceptible de apropiación por los varones. Desde un comienzo, decidir nuestro destino y luchar por nuestros derechos no nos estaba permitido.
Es por eso que cada denuncia contra la violencia sobre las mujeres, cada marcha que realizamos, cada avance en la igualdad de género, es un paso a favor de la libertad.
Personalmente, recuerdo haber tomado conciencia de la situación de las mujeres casi al mismo tiempo en que decidí luchar por consolidar la democracia en nuestro país. Hablar de violencia machista en la década de los 80 era inimaginable, hoy después de 33 años de la recuperación de la democracia, logramos avances que nos parecen tan cotidianos y tan propios como la democracia misma, sin embargo aún queda mucho camino por recorrer.
En la base de la violencia de género hay actitudes discriminatorias, conductas y gestos que se repiten todos los días, y que muchas veces se aceptan casi por costumbre, sin reparar en la prepotencia o los privilegios que encierran. Empecemos por identificarlos y señalarlos. Día a día, en el trabajo, en la escuela, en la calle, rehusémonos a que se consideren "naturales".
Repensemos el contrato social, las mujeres somos protagonistas de todos los ámbitos en los cuales nos desenvolvemos, y como ejemplo del mismo, la Dirección General de Estadística Universitaria lo demuestra en números: 6 de cada 10 estudiantes de la Universidad Nacional de Rosario, son mujeres. Y en este sentido, se torna indispensable la paridad de género en los cargos electivos.
Hablar de violencia machista, nos duele como sociedad, ya que implica dejar en evidencia que aún no somos respetadas en nuestras diferencias y todavía no nos reconocen como seres humanos en un plano de igualdad. En este sentido vamos, y no esperen que nosotras, las mujeres, pidamos permiso para conquistar nuestros derechos.