Los vaivenes de la economía nacional en el último medio siglo se reflejan cabalmente en la zona sur. Rincones rosarinos que supieron tener fuerte presencia industrial, con cientos de talleres industriales de diversos rubros, ajenos a la mirada de la ciudad al río, de la mano del boom sojero. En ese escenario, se escribe la historia de Laminación Litoral, una fábrica que, como tantas otras pymes, hoy lucha por no desaparecer.
La firma funde y lamina aluminio, para elaborar insumos de menaje (pavas, ollas, fuentes), guardabarros de camiones, bandejas de panadería, paletas de ventilador, arandelas y matricería. Sus clientes están en el mercado interno y en cada uno de esos rubros, la empresa padece caídas importantes en los últimos meses. En las últimas semanas, Litoral fue noticia cuando su dueña, Cristina Bondioni, y los 15 empleados de la fábrica, prometieron impedir que la EPE retire el medidor, tras haber demorado el pago de las facturas tras el tarifazo.
Los fundadores de Litoral fueron el padre y el tío de Cristina. Ambos, laminadores de oficio, en la década del 60 habían venido de Buenos Aires a Rosario para trabajar en la firma Pilar, que todavía hoy funciona en Alvear. "Era una época en la que florecían los talleres industriales. Yo tenía tres años en ese momento. Cuando tenía once, en el 69, mi viejo y su cuñado Obdulio, se animaron a trabajar por su propia cuenta y armaron el taller en esta misma esquina en la que estamos hoy. Tenemos acá tres máquinas para laminar, a dos las armaron ellos, y siguen funcionando", se emociona Bondioni.
"Con la híper del 89, la empresa cerró, porque no daba para más. Había deudas por todos lados. Yo decidí ponerla en marcha de nuevo, con un solo empleado. En 1993, cuando habíamos podido sacar un poco la cabeza del agua haciendo palas de ventiladores, otra vez para atrás por el ingreso de electrodomésticos importados con el menemismo. Así que quisimos seguir, por tozudos, pero haciendo bandejas de panadería. Otra vez, años que pudimos andar mejor, hasta que casi quebramos de nuevo, en 2001. Ahora, quince años después, con la terrible caída en las ventas que tuvimos y el aumento de costos en lo que va del año, acá estamos, de nuevo peleándola", resume la dueña de Litoral, mientras recorre la planta y combina anécdotas con alguna foto junto a sus empleados. "A ver si esta nota ayuda a que sigamos teniendo laburo", dicen.
Una medida que no fue
"Gracias al respaldo de la Multisectorial y a una gestión del ministro de la Producción, Luis Contigiani, ante la EPE, se pudo pagar la deuda con el costo por kilowat previo a los aumentos y el compromiso de pagar la deuda cuando mejore la situación. Porque confío en que otra vez, vamos a salir adelante, a pesar de los problemas", agrega Bondioni.
Los empleados de la firma, metalúrgicos afiliados a la UOM con promedio de edad de poco más de treinta años, contaron que hasta fin del año pasado hacían turnos de doce horas y hoy trabajan ocho. Varios de ellos ingresaron a la empresa en los últimos años, de curva ascendiente para el trabajo de laminación destinado al mercado interno. "Pero ahora estamos con miedo, porque las ventas cayeron a menos la mitad. Estábamos fundiendo hasta 24 toneladas de aluminio por mes, cuando ahora con suerte llegamos a once. Para ahorrar gas, al horno de fundición lo prendemos solamente de lunes a miércoles, el resto de la semana se apaga", explican los trabajadores.
Laminación Litoral, desde 1969, compra lingotes de aluminio a Aluar, el único proveedor nacional de la materia prima, en Puerto Madryn. Los funde y fabrica partes para guardabarros, ollas, pavas y bandejas para hornos de panadería. "Con la devaluación nos subió el precio de la materia prima. Hoy comprar aluminio ya laminado en Ghana, sale lo mismo que pagamos en Argentina sin procesar. Por el flete barato a nivel global contra el traslado caro en el país, a mis clientes les sale más barato comprar los laminados en Africa que lo que me sale a mí traer un lingote en bruto desde Puerto Madryn", dice.
La titular de Litoral
"Si no perdimos más mercado es porque para comprar afuera alguien tiene que traer mínimo un embarque de 3 mil kilos. Una pava lleva 150 gramos de aluminio, con lo cual hay que tener asegurada la producción y la venta de 20 mil pavas por cada pedido. Como bajaron las ventas de artículos de bazar, no son muchos los que se animan. Pero medidas aduaneras que nos protejan, no hay".
La realidad de Litoral se parece a la de muchas plantas industriales hoy en la ciudad, con pérdida de mercado, suba de costos y preocupación por el aumento la importación. Se aferran a lo que pueden, con la expectativa de algún repunte en los próximos meses, mientras esquivan al fantasma de otras crisis que ya pasaron.