El ritual de la banda era irrumpir de mañana, al mediodía o a la hora de la cena en casas vistosas de dos plantas. Todas tenían puertas de picaporte fijo que sus dueños no solían cerrar con llave. Con sólo pasar por la cerradura una tarjeta plástica de fabricación casera entraban sin el menor esfuerzo. Afuera, dos o tres autos de apoyo quedaban controlando. Adentro se desataba el horror. "¿Dónde está la plancha", preguntaban los ladrones, que luego de enchufarla amenazaban con quemar a algún integrante de la familia (lo hicieron en dos ocasiones) para saber dónde guardaban "la plata". Esa era la modalidad delictiva por la cual cuatro rosarinos y dos bonaerenses fueron acusados ayer de integrar una asociación ilícita, dos de ellos en calidad de jefes, que llegó a cometer 44 asaltos en once meses.
Unidos entre sí por varios juegos de esposas, a las 8 de la mañana de ayer los seis acusados se sentaron en hilera en la primera audiencia que afrontaron como integrantes de la banda de "Los Cerrajeros". Las fiscales de Investigación y Juicio Georgina Pairola y Viviana O'Connell los acusaron de integrar una asociación ilícita sostenida en el tiempo y con una "clara distribución de roles" para cometer delitos contra la propiedad, dos de ellos en calidad de jefes. Otros dos miembros se encuentran prófugos.
A media mañana uno de los implicados sufrió una descompensación y por eso las fiscales debieron postergar las imputaciones de hechos concretos: ayer estaba previsto endilgarles 13 de 44 robos calificados y la portación de diez armas halladas en los allanamientos. El trámite se completará el 2 de septiembre. Ese día vence el plazo de prisión preventiva que impuso la jueza Hebe Marcogliese a partir de un acuerdo entre las fiscales y seis defensores particulares.
Durante ese plazo se avanzará en medidas de prueba como la identificación de objetos robados y de los acusados por parte de las víctimas. Serán sesiones maratónicas: deben practicarse unas 400 ruedas de reconocimientos, algo que se concretará por etapas.
Mientras tanto, los acusados seguirán presos ante la expectativa de condenas altas ya que con sumar las penas de los delitos que tienen en carpeta se obtiene una cifra que supera el tope de la escala penal. Pero más adelante habrá acusaciones por otros delitos, entre ellos torturas, que prevé una base de 8 años.
La pata local. Ayer todos los acusados se abstuvieron de declarar. Cuando la jueza les preguntó si querían hacerlo, los seis negaron con la cabeza. Uno de los sindicados como jefes es el rosarino Claudio Martín "Caio" C., de 42 años, la "pata local" de la banda. Para la Fiscalía era el encargado de la logística, de marcar las viviendas y de gestionar alquileres temporarios para sus socios porteños. Es el hombre que se descompuso ayer durante un cuarto intermedio y manifestó dolor por una fractura de codo. La jueza dispuso que lo llevaran bajo custodia a un hospital. Además fueron acusados su hijo Nicolás Martín C., de 19 años, y sus vecinos Eugenio "Ketu" S., de 30, y Nicolás Gabriel "Tato" H., que cumplió 18 años hace quince días.
Como era menor al momento de los hechos, parte de su causa se tramita en el juzgado de Menores a cargo de Dolores Aguirre Guarrochena. Las fiscales consideran que su vínculo con la banda continuó tras su cumpleaños y por eso le reprocharon pertenecer a una asociación ilícita como mayor de edad. Por su situación especial se acordó un plazo de detención más corto que vencerá el 14 de agosto.
De la pesquisa surge que sería el "che pibe" de la banda, ocupándose de conducir los autos, proveer estupefacientes que los otros miembros requerían para consumir o hacer las compras durante la estadía de los bonaerenses, quienes "llegaban y se tabicaban en una casa" alquilada de la que sólo salían para robar.
Los viajantes. El otro imputado como jefe es Juan Alberto V., "Dany" o "Rata", de 30 años y domiciliado en un barrio de chalecitos de tejas de Ciudad Evita, en el partido de La Matanza. "Es la persona que ingresaba a los domicilios y que se veía como el más violento. Las víctimas lo identifican como el que mandaba, portaba armas y les indicaba a cada uno lo que tenía que hacer", plantearon las fiscales.
Dany registra una condena vencida a 9 años de prisión dictada por un tribunal de Morón por robo calificado y privación ilegal de la libertad. Delitos similares a los que ahora le reprochan en Rosario.
El otro bonaerense acusado es Pablo Sebastián S., oriundo de La Matanza, que se presentó como "zapatero de profesión". Le dicen "Pancho" y tiene una condena a 14 años de prisión por robo calificado y tentativa de homicidio y salió en libertad condicional en mayo de 2013.
Para las fiscales era "el cerrajero", el hombre que se ocupaba de abrir las puertas sin dañarlas, tal como quedó registrado en las viviendas con cámaras de vigilancia. Para eso la banda usaba un plástico de forma hexagonal y flexible. Con ese dispositivo lograban destrabar las puertas de picaporte fijo cuando estaban cerradas sin llave. Así entraban a las viviendas en busca de dinero o joyas, donde dos veces llegaron a quemar gravemente a sus víctimas, a quienes "la plancha les quedó marcada".