El chip de la máquina electrónica para votar sin la tradicional boleta de papel llegó al Senado refulgiendo su moderna novedad; llegó con el ímpetu que le dieron los 152 votos favorables de Diputados (contra 75), con el generoso apoyo mediático que instaló la presunta necesidad de la "democracia argentina" de evitar que los ciudadanos se mojen bajo la lluvia esperando en una cola para votar, o de no esperar hasta la madrugado por resultados oficiales. Pero ese ímpetu se fue apagando en la Cámara alta, y con el paso de los días terminó archivado en el arcón de los sueños rotos.
Por mal cálculo, por enrarecimiento del clima económico y social, el gobierno nacional padeció una compleja derrota política al ver naufragar su ansiada reforma política. Los senadores peronistas le bajaron el pulgar. "Por primera vez en el año no se bajaron los pantalones", chicanearon en voz baja otros legisladores nacionales del mismo credo político, inscriptos en el kirchnerismo.
El propio presidente en persona convocó dos semanas atrás, en la quinta de Olivos, a casi una decena de gobernadores peronistas con el fin exclusivo de convencerlos sobre la necesidad de apoyar la reforma al sistema electoral. Con la obsesión de enterrar la boleta de papel a cambio de una máquina-computadora.
Según dicen cerca de los ministros de Macri, los gobernadores, con más o menos entusiasmo, se fueron aquel día de Olivos con el compromiso de instruir a sus senadores a dar el apoyo al proyecto. Pero los "gobernas" le hicieron una verónica al presidente, y el toro de la Casa Rosada pasó de largo embistiendo sólo un manto ilusorio de la vieja boleta electoral, que permanecerá, al menos hasta 2019, a salvo.
Distintos senadores comentaron a La Capital que no hay que buscar causas fantasmales en la decisión de rechazo a la reforma electoral. "El sistema de voto electrónico retrocede en el mundo, y no encontramos ningún especialista que nos fundamente a favor, todo lo contrario", comentó a este cronista Marcelo Fuentes, del FpV, presidente de la comisión cabecera de Asuntos Constitucionales, que tuvo a cargo el tratamiento del proyecto.
Fuentes explicó, además, que el cajoneo del proyecto, que no será modificado ni tratado en el recinto, obedece a obvias situaciones reglamentarias. "Si nosotros lo modificamos y lo devolvemos, luego Diputados podría ratificarlo —en razón de la mayoría de dos tercios que obtuvo originariamente— y quedaría convertido en ley. De tal modo, un proyecto intermedio —una impresora de la boleta sin chip, y con contabilización manual— que impulsaron los senadores Juan Manuel Abal Medina y Omar Perotti quedará hasta nuevo aviso durmiendo el sueño de los justos.
Sin embargo, toda razón técnica que explica una decisión política siempre está teñida por los climas de época. Y la caída de la reforma electoral en el Senado se dio, no casualmente, en la misma semana en que bloques aliados del oficialismo en Diputados (Frente Renovador, bloques Justicialista y Progresistas, entre otros) decidieron tomar distancia de la Casa Rosada, acercarse al bloque opositor permanente y mayoritario, el FpV, y promover proyectos propios sobre reformas en el impuesto a las ganancias y dictaminar una emergencia social que alivie a los más necesitados.
Año recargado. Se viene un año electoral, y un referente de la oposición amigable al gobierno como el prestigioso ex ministro de Economía Roberto Lavagna rompió la armonía con la frase "el plan económico va al colapso".
Los números rojos se suceden uno tras otro, y el aplauso al presidente que sonó compacto durante el primer semestre del año empezó a ralearse progresivamente. "¿Por qué seguir apoyando a un gobierno que hace todo mal?", se preguntan en la intimidad muchos de los que hasta ayer dieron una mano para asegurar la "gobernabilidad".
Mientras tanto, Cristina Fernández de Kirchner a la vez que elude como en un juego de play station la persecución del juez federal Claudio Bonadio, prepara su lanzamiento, para el próximo 7 de diciembre, de la Corriente Federal Kirchnerista, CFK. Allí estarán Daniel Scioli, Jorge Capitanich y Agustín Rossi, entre otros mil dirigentes de todo el país. Se viene un 2017 recargado.