Aunque en el arrastre final sumó algunos puntos más que en las Paso de agosto, el Frente Progresista quedó en un lejano tercer lugar (14,6 por ciento de los votos) y logró colocar a su candidato cabeza de lista, Luis Contigiani, sin lograr romper la polarización entre Cambiemos y el Frente Justicialista. Aún así, el gobernador Miguel Lifschitz redobló ayer la apuesta en plena derrota y ya piensa en un relanzamiento de su espacio político e introducir cambios a su gestión.
"Con esta elección se abre un escenario que nos obliga a repensar o relanzar no solo las gestiones de gobierno sino también nuestra estructura política. Vamos a reformular el gobierno con algunos cambios", declaró Lifschitz luego de admitir la derrota y enviar felicitaciones al presidente Mauricio Macri por la amplia victoria de Cambiemos en la provincia y en varios distritos del país.
Hubo sensaciones encontradas anoche en el búnker del Frente Progresista, en el hotel Savoy de Rosario. Las caras largas iban mutando en muecas de alivios conforme llegaban datos desde distintos puntos de la bota, recogidos en esas mesas testigos que graficaron la derrota en la provincia y en Rosario, el bastión histórico del socialismo.
El Frente Progresista se contenta con haber triunfado en Venado Tuerto, Casilda, Recreo, Rincón y la populosa Villa Gobernador Gálvez, además de muchas intendencias y comunas para los cargos locales. En la categoría a diputado nacional, el oficialismo perdió en los 19 departamentos de la provincia, mientras que en las Paso solo se había impuesto en San Cristóbal.
El dato de las victorias locales modificó el estado de ánimo, que venía bajo desde las primarias. Aupado por esos resultados, Lifschitz ocupó el lugar central en el anuncio de la derrota (fue el arquitecto de las candidaturas) y desde allí anunció que se viene una renovación en la gestión y en el futuro armado político. "Vamos a reformular el gobierno con algunos cambios", enfatizó el gobernador entre aplausos de la militancia, dirigentes y funcionarios del Frente Progresista.
Oxigenación
Luego, en una rueda de prensa, Lifschitz amplió un poco más esa idea reformista y tiró algunas puntas de por dónde puede venir esa "oxigenación" del espacio político que lidera desde su sillón de gobernador. "El Frente Progresista se tiene que abrir, generar una convocatoria a otros actores políticos, independientes, figuras de la sociedad civil. Tenemos que enriquecer este Frente, darle otra fortaleza para encarar el tiempo que viene", argumentó.
Lo que viene, no obstante, no asoma sencillo en el horizonte del propio Lifschitz y de su gestión. Cuando hay una elección y sobreviene una derrota, siempre hay pases de facturas. Ya en el final de la campaña se insinuó lo que hasta ahora era una disputa en sordina: los roces internos con el otro gran referente del socialismo, Antonio Bonfatti, quien además ostenta el cargo máximo del Partido Socialista a nivel nacional.
Le quedan a Lifschitz dos años de gestión con una derrota electoral sobre su espalda y, más aún, el de haber sido el impulsor de la candidatura de Contigiani, uno de sus ministros más activos en la compleja trama laboral y productiva que se abrió en la provincia con el modelo económico que impuso Macri.
En un escenario de aparente retroceso, es donde se da la fuga hacia adelante de Lifschitz. Porque además de asumir la derrota, se puso anoche al frente de una idea refundacional del Frente Progresista. Habrá que ver cuál es el impacto puertas adentro y si logra alinear al resto del partido para ese liderazgo.