"No antepongo ningún interés personal ni de mi gestión que sea obstáculo para una reforma. Mi vocación es que podamos legarles a los santafesinos una Constitución nueva, una Constitución de la transparencia, una Constitución iluminada", postuló ayer el gobernador Miguel Lifschitz, quien de ese modo tomó distancia de una posible reelección. Lo cierto es que "el primer paso" hacia una enmienda a la Carta Magna provincial "surgida del acuerdo y el consenso", según enfatizó el jefe de la Casa Gris, contó con el aval de casi todos los referentes partidarios, excepto los del PRO, que visualizaron "una puesta en escena" que escondería otras aspiraciones del mandatario.
En un desbordado Salón Blanco de la Gobernación Lifschitz presentó formalmente, luego de una introducción a cargo del ministro de Gobierno provincial, Pablo Farías, y un video institucional, su propuesta denominada "Bases para la reforma: una Constitución para Santa Fe".
El socialista no les puso fecha cierta a las enmiendas, pero sí un "plazo máximo": diciembre de 2019. Tampoco eludió el espinoso ítem de la reelección del gobernador, que suele frenar las mejores intenciones reformistas. "Eso no dependerá de mí sino del debate y las propuestas de los partidos. Quiero dejar en claro que no impulsaré ninguna iniciativa y que seré muy respetuoso de los consensos que logren las fuerzas políticas en ese y otros temas. No quiero que la posición del gobierno, y la mía en particular, sea un obstáculo para que este proceso no llegue a buen puerto", resaltó.
Además de los ministros del gabinete santafesino y dirigentes y legisladores del Frente Progresista (FPCyS), a la convocatoria asistieron los titulares provinciales del PJ, Ricardo Olivera, y de la UCR, Julián Galdeano, entre otras representaciones partidarias que participaron del diálogo político iniciado dos semanas atrás.
La excepción fue el PRO, que, según consignó a La Capital el diputado provincial Roy López Molina, pegó el faltazo "en desacuerdo con lo que aparece como una puesta en escena para lograr la reelección del gobernador, más que otra cosa".
"Creemos que las prioridades para una reforma constitucional son otras y así se lo hicimos constar la semana pasada a Farías", indicó el legislador rosarino.
Asistieron, además de reconocidos constitucionalistas como Iván Cullen y José Manuel Benvenutti y referentes de organizaciones sociales y sindicales de diversas extracciones, el presidente de la Corte Suprema de Justicia, Rafael Gutiérrez, y el titular de la Conferencia Episcopal Argentina y arzobispo santafesino, José María Arancedo. Lo propio hicieron los intendentes de Rosario, Mónica Fein, y de la capital provincial, José Corral.
Lifschitz destacó la presencia de sus antecesores, Hermes Binner y Antonio Bonfatti, y excusó —en un posterior contacto con la prensa— por una "circunstancia personal" una ausencia que no pasó desapercibida: la del vicegobernador Carlos Fascendini.
El jefe de la Casa Gris viene de desautorizar a su vice por haber cuestionado con dureza el rol de sus pares radicales que, si bien permanecen en el FPCyS, mantienen buena sintonía nacional con el PRO.
En el estrado, junto a Lifschitz y Farías, también se sentó uno de los cerebros de la movida: el director provincial de Reforma Política y Constitucional, Oscar Blando.
Como para dejar sentado que no quieren condicionar los ejes temáticos de la eventual reforma, tanto Lifschitz como Farías subrayaron que el gobierno "no tiene un proyecto oficial" sino que lo que se pretende con el proceso de consultas —que proseguirá hasta principios de 2017—, incluso con una "inédita" interacción ciudadana vía web, es "lograr un consenso con todos los partidos".
De todos modos, el gobernador apeló al lenguaje cotidiano para describir que hay temas que "son de cajón", entre los que mencionó "las cuestiones incorporadas por la reforma de la Constitución Nacional de 1994 (de la que ayer se cumplieron, casualmente o no, 22 años de su sanción), la autonomía municipal, la extensión de los mandatos de los presidentes comunales de dos a cuatro años y la incorporación a la Carta Magna del nuevo sistema penal".
"En estos 34 años de democracia (a partir de la restauración de 1983) todos los intentos de reforma constitucional, tanto a nivel nacional como en las provincias, tuvieron algún grado de sospecha respecto de sus verdaderas intenciones, de especulaciones políticas, personales, sectoriales o del partido de gobierno que aspira a obtener tal o cual ventaja, o de acuerdos políticos a espaldas de la ciudadanía", subrayó Lifschitz.
Metas. En esa línea, reafirmó: "Mi vocación es poder contribuir en este momento y desde este lugar a un debate profundo sobre el futuro de la provincia y que podamos construir una Santa Fe mejor. No hay un tema ineludible. Al contrario, los temas de la reforma serán los del acuerdo y el consenso. Me comprometo a no impulsar ningún tema en particular y, mucho menos, alguno que pueda tener que ver con un interés personal".
"Espero que figuras como José de San Martín, como Juan Bautista Alberdi o el brigadier Estanislao López, gobernadores como Nicasio Oroño, Luciano Molinas, Aldo Tessio y Carlos Sylvestre Begnis, o los congresales de Tucumán y los convencionales de 1853, nos inspiren y cuando miremos a nuestros hijos y nietos podamos legarles una Constitución nueva, una Constitución de la transparencia, una Constitución iluminada", concluyó Lifschitz.