Luego de quince meses de diálogo y actitud comprensiva con el gobierno nacional, a la CGT se le agotaría el margen y ya no consigue evitar el combate frontal contra el plan económico que destruye empleo y empuja salarios a la baja. El 2 de febrero pasado se anunció una movilización de protesta para el próximo 7 de marzo. Lo motorizan algunos gremios industriales especialmente golpeados por la política económica; la CGT dijo, hace 24 días, que "acompañaba". Pero durante febrero las noticias negativas se han acelerado, y en espejo, la movilización fue creciendo en adhesiones. Y también en contenido político.
Nada está dicho, de todos modos. Recién el 7 se pondrá en escena si hay enojo profundo con el gobierno nacional, o si perdura el crédito con la Casa Rosada.
En la práctica, el 7, desde media mañana, habrá paro de números gremios que se movilizarán a la avenida Belgrano y 9 de Julio, y de ahí a un algo exótico destino, el Ministerio de la Producción; las adhesiones se multiplican. La CGT celebra, y a la vez mira con recelo y teme: si a los gremios organizados se sumara una marea inorgánica, y variopinta, con sed opositora al gobierno de Macri, se pondría en disputa el contenido político, y las consignas del acto. Algo que CGT querrá evitar. Si la movilización se circunscribiera estrictamente en los contornos del mundo gremial, celebra el gobierno.
"La CGT tuvo prudencia durante un año, participó de la mesa de diálogo con el gobierno. Pero vemos que en enero siguió la ola de despidos, no se cumplen las promesas; hemos perdido la confianza", contó a La Capital Sandra Maiorana, del sindicato de médicos de Rosario y la provincia de Santa Fe, e integrante del secretariado nacional de la CGT.
También en exclusiva para La Capital, Hubo Yasky, de una de las dos alas de la CTA, explicó sobre el próximo 7 de marzo: "Se da en el marco del paro y la lucha de los docentes; una disputa que sentará las bases para toda la pelea de paritarias que viene", explicó el ex maestro de la Ctera. Para Yasky será la CGT la que determine la fecha y condiciones del paro nacional "en la última semana de marzo".
Evaluó, además, que "las expectativas que tuvo la CGT respecto de una rectificación del rumbo económico que toma el gobierno nacional se han terminado de esfumar durante el verano".
Por lo demás, en éstos días, uno de los tres jefes del triunvirato cegetista, Héctor Daer, salió a pedir que la marcha no se manche "con ningún tinte partidario". Lo curioso es que la advertencia surgió del dirigente que, por primera vez en la historia del CGT, siendo diputando nacional por un partido político, el Frente Renovador, fue consagrado luego como integrante de la conducción de la CGT.
La advertencia de Daer surgió luego de que la ex presidenta Cristina Fernández de Kirchner recomendara a sus seguidores la concurrencia a la marcha cegetista, y desalentara el acompañamiento popular a su propia presentación en los tribunales de Retiro, desairando la pretensión del tándem político-mediático y judicial de dividir la movilización de dos partes. (Cristina fue citada por el juez Claudio Bonadío para el mismo día de la movilización. La CGT había anunciado la movilización el 2 de febrero, y Bonadío, ¿casualmente? citó a Cristina —también para el 7— el día posterior, el 3 de febrero).
En el camino al 7 de marzo, y buscando ampliar la movilización —que se prevé de enorme dimensiones—, la CGT se reunió, pidió adhesión, y lo consiguió, de distintos partidos políticos (PJ, FR, y PS entre otros).
Daer tiene precauciones, sin embargo, con un sector político que podría manchar con su "tinta" la movilización: el kirchnerismo.
La tesis sobre la "tinta" y las eventuales "manchas", al cabo, revela el debate que podría abrirse luego del 7 de marzo: qué dirección podría tomar la movilización popular, y quién estará o no habilitado para conducir ése descontento.
El acto de la CGT servirá como testigo político clave de la Argentina que viene. Lo mira el gobierno en medio de pelea por ponerle una tapa a la suba de salarios. Al acto lo mira también, y especialmente, la conducción de la CGT, que terminará de afinar la decisión de la fecha del paro nacional de acuerdo a la magnitud y contenido de la marcha.