Norman Anderson, consultor estadounidense en infraestructura estratégica y factótum del 14º Foro Latinoamericano de Liderazgo en Infraestructura (se realizó en Buenos Aires del 7 al 10 de junio), busca persuadir sobre la importancia "de pensar a largo plazo" los proyectos de inversión. Promueve la necesidad de "crear una industria de la infraestructura que esté por encima de los gobiernos, que los trasciende en el tiempo". Al cabo, una burocracia con capacidad institucional permanente e impermeable a los cambios políticos.
Contratado por decenas de funcionarios de Estado y CEOs de grandes empresas, el Banco Desarrollo de América Latina (antes CAF) lo tiene entre sus preferidos. En una entrevista exclusiva con La Capital, en el marco de un foro que convocó a 500 empresarios de todo el planeta, Anderson definió su misión como la mezclar el mundo estatal y el privado con los grandes proyectos de inversión, a la vez que acercar a los organismos multilaterales de crédito para que efectivamente se lleven adelante.
El consultor CEO de CG/LA Infrastructure recomienda que la Argentina "invierta un 5 por ciento de su PBI en proyectos de Infraestructura" porque "está súper atrasada" en ese rubro. Para eso, se necesita salir del corto plazo y pensar en "los próximos 30 a 40 años".
—Las contrataciones de distintos gobiernos para desarrollar grandes obras de infraestructura estuvieron en muchos casos sospechadas de corrupción, ¿cómo evitarlo?
—Eso está cambiando, en especial por el involucramiento de la sociedad en esos procesos, en la decisión sobre qué proyecto llevar a cabo y con qué prioridad. Y luego con el control permanente de su ejecución. Los proyectos son propiedad de toda la sociedad, no sólo de los gobiernos. También hay que pensar que la tecnología empieza a dominar la infraestructura y que aumenta la transparencia todo el tiempo.
—¿Qué condiciones tiene hoy la Argentina para la infraestructura estratégica?
—Lo que está ocurriendo en la Argentina es muy interesante. En los últimos años se ha vuelto muy atractiva porque es rica en recursos humanos y naturales y podemos tener una ola de nuevas posibilidades e inversiones.
—¿Cómo es posible pensar a largo plazo cuando cambian los gobiernos, los paradigmas económicos, culturales y estratégicos?
—Los grandes proyectos de infraestructura deben estar desvinculados de la política. Las personas deben comprender que los proyectos están financiados por ellos mismos, los argentinos, y también de los otros países, muchos millones de personas. Tienen que tener confianza en los proyectos por períodos de 5, 10 ó 20 años. Tienen que pensar en ellos mismos. Las grandes obras de infraestructuras, cuando están disponibles para un mayor número de personas, generan una atmósfera positiva en los países. Cuando venía para el foro el taxista me decía que el tren pasa una sola vez, y yo le dije que con obras de infraestructura el tren pasa todos los días, con horario preestablecido. Es otro tipo de vida.
—¿Qué rol le asigna a los privados y al Estado en la realización de proyectos de infraestructura estratégica?
—Los Estados deben ser más y más fuertes, inteligentes, transparentes. También los privados que llevan adelante la ejecución.
—¿Cuál su idea respecto del involucramiento de toda la sociedad en la definición de los proyectos?
—La gente es usuaria y beneficiaria, y a la vez inversionista de los proyectos. Con un teléfono, una computadora en sus manos, tienen la oportunidad de diseñar, seleccionar, aprobar e invertir en los proyectos prioritarios. Y eso es lo que está ocurriendo y, tal vez, muchos no se den cuenta. Los países tienen que tomar decisiones más estrictas respecto de las prioridades de los proyectos, y proteger a esos proyectos de las influencias políticas mucho más fuertemente. En Europa, por ejemplo, han comprendido que los proyectos se miden y se deciden en cuanto a los beneficios a largo plazo. Es una ecuación matemática. De ese modo, podemos hablar objetivamente de los beneficios al país y de la creación de industria y empleos.
—Latinoamérica tuvo gran crecimiento económico en los últimos 15 años, millones de personas salieron de la pobreza, ¿cómo está la infraestructura?
—Está sumamente retrasada. Tuvo un gran avance económico, en buena medida por los commodities que la han ayudado muchísimo desde el 2000. La infraestructura significa justicia para los pueblos y ofrece oportunidades a todos, como en el caso del agua limpia que ayuda mucho a la gente pobre, a no tener hijos enfermos, enviarlos a la escuela, que las mujeres puedan trabajar sin perder días y que los hospitales necesiten menos cantidad de camas. Si sumamos a eso electricidad y gas natural a buen precio, nos permitirán poner en funcionamiento nuevas empresas más competitivas.
—Usted habla de invertir en agua potable y cloacas en la Argentina como máxima prioridad, ¿por qué?
—El agua y las cloacas son fundamentales para nuestra salud. Cuando pensamos en el imperio romano recordamos los famosos acueductos que eran ofrecidos a la población con enormes resultados. Eso lo podemos ver hoy, comparando las regiones con buena o mala agua potable, notamos la gran diferencia.
—La Argentina contiene una de las mayores reservas de agua potable del mundo, ¿podría ser de interés económico extranjero ése recurso natural del país?
—No creo que se esté pensando en hacer negocios con el agua, todo lo contrario. La Argentina necesita cloacas, agua limpia, sí o sí. No estoy pensando en aumentar las tarifas ni que haya ningún tipo de retorno por esas inversiones. La infraestructura simboliza la esperanza de un país. En ese marco, la Argentina necesita tener una cobertura del 100 por ciento en el tratamiento de las aguas negras.