Pablo Javkin está esperanzado en aumentar el caudal de votos que cosechó en primarias, reivindica el "mano a "mano" con "miles" de rosarinos en la campaña, critica sin contemplaciones a Cambiemos, al punto de sostener que el macrismo rosarino avala la creación de asentamientos irregulares para amplificar prácticas clientelísticas.
A siete días de los comicios a concejal, el postulante del Frente Progresista admite su deseo de ser intendente de la ciudad de Rosario, algo que en buena parte dependerá de cómo sea su performance el próximo domingo.
"El día después de las primarias salimos a hablar con la gente, casa por casa, cara a cara, en todos los rincones de la ciudad para hablar de los temas de Rosario. Hay que discutir el futuro de la ciudad y cómo lo hacemos. Hay una abundancia de comentaristas y relatores en la política, pero que a la hora de cambiar las cosas no aportan, tiene una actitud mezquina", narra el secretario general de la Municipalidad de Rosario.
En ese marco, recuerda: "Renuncié como diputado nacional, porque mucha gente me votó en el 2015 para promover cambios y renuncié a la diputación para hacerlos. Eso implicó poner en marcha 150 obras, para generar mayor seguridad, iluminación, para que el espacio público esté ubicado por gente buena y no por delincuentes. Y esas transformaciones se empiezan a ver. Tenemos la inversión en obra pública más grande de la historia, y eso transformará la ciudad en los próximos dos años".
—Quedaron ocho listas de cuarenta y tres. ¿Eso le da más visibilidad y le permite al rosarino escuchar propuestas?
—El rosarino es muy exigente para votar y quiere entender, pide explicaciones, Quiere saber qué se hace con las obras, para qué se hacen. Hay un punto de quiebre: las 30 mil personas en el Mercado del Patio, las 50 mil en el Parque del Batallón, en plena zona sur. Rosario va a estar mejor, va a recuperar el orgullo. Las cosas para Rosario las hacemos los rosarinos. Hay cosas lindas, nuevas, que se copian en otros lugares. Y no hay que poner en riesgo lo que hicimos. No traigamos a Rosario los problemas que nunca tuvimos.
—¿Cuáles son esos problemas que nunca estuvieron en Rosario y que usted le atribuye al PRO y al kirchnerismo?
—La corrupción, las bolsas de dinero revoleadas a un convento, las empresas familiares o de compañeros de escuelas de funcionarios, la insensibilidad, la situación del Pami. Y el clientelismo. Nosotros hacemos un esfuerzo en el cordón Ayacucho, nos metemos para abrir calles, vamos familia por familia y justo cuando liberamos las calles aparecen punteros del PRO repartiendo colchones, chapas. Eso se hace para rearmar un asentamiento. Eso no tiene que pasar en Rosario.
—López Molina asegura que ese reparto de bolsones y colchones forma parte de un plan nacional de asistencia.
—Dicen que es un programa de asistencia para gente que en abril de 2016 pidió esa ayuda a la Nación, y se la dan en octubre de 2017 por medio de dirigentes políticos que están haciendo campaña. Está muy bien que el Ministerio de Desarrollo Social ayude, pero por qué lo hace diez días antes de una elección por medio de un candidato. Yo no vi un camión del Ministerio de Desarrollo Social. Me preocupa volver a ver en Rosario la promoción de asentamientos irregulares, una picardía política de los 90.
—¿Cómo es eso?
—Se hace el esfuerzo de abrir una calle y convencer a la familia para que se mude, y después se reparten materiales para reinstalar una vivienda. Ojo con la picardía de volver a los punteros que aparecen promoviendo ocupaciones de terrenos. Espero que no sea el caso. Esas cosas no tienen que pasar en Rosario, porque hace mucho que es diferente, no sólo por el Frente Progresista.
—Hay votos de sectores moderados que antes iban al Frente Progresista y hoy se fueron a Cambiemos. Usted representó siempre a un sector moderado que, esta vez, no lo votó.
—Uno se somete a la decisión de la gente. Yo fui precandidato a intendente en 2015 para generar cambios, los escribí. Tengo 17 de 20 propuestas en marcha. A lo mejor a algunos no les gusta que me haya integrado a este equipo de trabajo para hacerlas, pero los cambios no se recitan, se hacen. Es mucho más cómodo ser diputado nacional que funcionario municipal. Pero yo vine a hacer. Y a medida que los cambios tomen fuerza, los rosarinos lo van a reconocer.
—¿Cómo influye en la campaña la comparación que hizo Bonfatti entre los votos populares a Hitler y Macri?
—No sé, pero lo que dijo es una barbaridad y merece el mayor rechazo. No representa en absoluto nuestras convicciones. Sé que pidió disculpas, y me parece bien. El voto de la gente es sagrado, cuando nos va bien y cuando nos va mal.
—¿Le sorprende el barquinazo ideológico del voto, de centroizquierda centroderecha?
—El rosarino exige que la ciudad afronte los problemas y construya un futuro mejor. Eso es una expectativa muy alta que la ciudad tiene. Barrio Agote tenía problemas, algunos se mantienen, pero hay iluminación LED por Francia, transformándose el frente del Hospital Centenario, Facultad de Medicina, Mercado del Patio. Será un barrio totalmente distinto dentro de un año. Y pasa en cada lugar de la ciudad. Cuando hablemos de Rosario hablemos de esto, de las respuestas. Lo que hay que evitar es la mezquindad, la idea de que frenando los cambios se hace enojar a la gente para que cambie de signo político. A nosotros no nos van a arreglar los problemas desde Buenos Aires.
—¿Por qué dice eso?
—Yo vi que en el debate le pasaron al candidato PRO un listado de obras. La mitad son de Baigorria. Imagínese si ese funcionario que no sabe dónde está Rosario y dónde Baigorria va a ser el que determine el futuro de Rosario.
—¿El 22 a la noche lanzará su candidatura a intendente, independientemente de cuáles sean los resultados?
—Yo fui candidato a intendente, y me encantaría volver a serlo. Voy a pelear por ese sueño. También es importante escuchar. Y escuché en el mano a mano con miles de rosarinos. Y eso tendrá una respuesta el 22 de octubre. Y de esa respuesta, trataré de plantear mi futuro. Pero me encantaría ser intendente de Rosario.