"El me amenazaba y yo seguía de largo sin decirle nada. Pero esa mañana le dije «vamos a pelear». Pero cuando sacó el arma salí corriendo. El y su hijo se subieron a dos autos y me agarraron a la vuelta. Me pegaron culatazos y sentí los tiros, uno en la espalda. Quedé tirado ensangrentado y ellos llamaron a la policía mientras me tiraban un arma como si fuera mía. Me llevaron a la comisaría, alcancé a contar lo que había pasado y me llevaron en patrullero al hospital. Desde ahí no me acuerdo más hasta que me desperté unos veinte días después".
Hugo Oliva tiene 28 años, es vendedor ambulante y es probable que nunca más vuelva a caminar. El pasado 2 de mayo fue emboscado por un vecino del barrio República de la Sexta y su hijo, quienes lo golpearon y lo hirieron de dos balazos que lo dejaron parapléjico. Por el hecho fueron imputados el carnicero Pablo P. y su hijo Eduardo, acusados de lesiones gravísimas y portación de arma de fuego de uso civil.
El violento incidente generó manifestaciones en el barrio, donde se cuestionó que el carnicero haya quedado bajo arresto domiciliario y su hijo fuera liberado bajo fianza. "Este hombre ya tuvo problemas con otras personas en el barrio, pero parece que nunca quisieron denunciarlo por miedo", dijo Hugo desde una silla de ruedas.
Problemas. Según relató, hasta hace un año Oliva vivía con su pareja y tres hijos (uno de ellos fruto de una relación anterior de la mujer) en Pasco al 100 bis, cuadra en la que también vive Pablo P., de 53 años. "El tiene una carnicería, una remisería, es prestamista y su hijo anda en negocios raros", deslizó el muchacho respecto de su vecino.
Oliva indicó que nunca había tenido problemas con el carnicero hasta que se separó de su mujer y ésta se fue a vivir con el comerciante. Dijo que la madre de sus hijos no le permite ver a los niños de 4 y 6 años, aunque él siempre le pasó el dinero para su manutención más allá de no haber concurrido a una citación en Tribunales.
No obstante, no le encuentra explicación a los problemas que comenzó a tener con el carnicero. "De la nada me empezó a gritar cosas. Me decía que algo me iba a hacer, que yo iba a quedar en una silla de ruedas", contó el joven a este diario en un alto de su recuperación en el Ilar, en Ocampo y Paraguay.
Según su relato, Oliva nunca le respondió las amenazas hasta la mañana del 2 de mayo, cuando volvía a su casa luego de cuidar a su papá que estaba internado. "Caminaba por Pasco y cuando estaba llegando a Berutti aparecieron él y su hijo. Le dije que si quería pelear, pero entonces sacaron armas y empecé a correr. Subieron a dos autos y me alcanzaron en Esmeralda entre Cochabamba y Pasco. Primero me agarró el hijo y pude defenderme, de atrás apareció el padre. Escuché tiros y caí. Me disparó de cerca, en medio de un forcejeo", recordó el vendedor ambulante.
"Ahí mismo —continuó— ellos llamaron a la policía y me tiraron un arma al lado. Entonces me llevaron a mí, todo ensangrentado, a declarar a la comisaría. Pero al rato tuvieron que llevarme urgente al hospital Provincial, ya estaba quedando inconsciente".
Oliva despertó unos veinte días después. "No podía mover los brazos, no sentía las piernas. Después me empecé a enterar de lo que había pasado", dijo en alusión a las manifestaciones de los vecinos en su apoyo y lo que hasta ahora resolvió la Justicia sobre sus agresores.
Imputados. Al día siguiente del hecho Pablo P. fue imputado por el incidente. En la audiencia dijo que no había querido herir a su vecino y que su arma se disparó en un forcejeo. Imputado de lesiones gravísimas y portación de armas, fue beneficiado con prisión domiciliaria para poder seguir trabajando en la carnicería que tiene en su casa y con la que mantiene su familia, se alegó.
"Le dieron domiciliaria a 56 metros de la casa de Hugo. En el barrio hubo protestas y ahora está en la casa de un familiar, a unas diez cuadras", dijeron parientes de Oliva que reclaman que P. vaya preso. "La carnicería está cerrada, no está trabajando ahí, no entendemos por qué no está en una cárcel si el arresto domiciliario era para que pudiera trabajar y mantener a su familia".
Días después del hecho, el hijo del carnicero fue detenido y en Tribunales dijo no haber estado en el lugar del hecho, hasta que se enteró de que su padre tenía un problema. Cuando llegó "Hugo estaba desvanecido pero se despertó y me dijo que le acomodara la pierna. Después llamamos a la policía. Vinieron y arrestaron a mi papá". Si bien quedó imputado del mismo delito que su padre, el juez Gustavo Pérez de Urrechu le otorgó la libertad bajo fianza de 5 mil pesos ya que consideró que las evidencias no eran suficientes para que quedara preso.
Apelaciones. El fiscal Gustavo Ponce Asahad apeló el arresto domiciliario del padre y la libertad del hijo. En ese sentido, los familiares de Oliva indicaron que en diez días habrá una audiencia para revisar esas medidas cautelares. Y que se presentarán como querellantes.
En tanto, Oliva sigue con su rehabilitación. De lunes a viernes está en Ilar y pasa los fines de semana en casa de sus familiares. Sigue sin poder ver a sus hijos y no pierde las esperanzas de volver a caminar a pesar de los duros diagnósticos que le dieron los médicos. "Todo está en la fuerza que tenga cada uno", repite en busca de una justicia que repare en algo lo que le sucedió.