El barrio Santa Lucía fue un territorio disputado a sangre y fuego a lo largo de 2015. La primeras dos muertes violentas de ese año fueron las de Mario Brest, un adolescente de 15 años, y su tío Brian Torres, de 19, ejecutados con diferencia de minutos la madrugada del 10 de enero. Ayer, a más de dos años de cometidos los crímenes, comenzó el juicio oral y público a los dos acusados de esos hechos, para quienes el fiscal Ademar Bianchini pidió penas de 22 y 27 años de cárcel mientras que sus abogados reclamaron la absolución. "Cuando empezaron los problemas yo decía que paráramos porque iba a haber muertes y no me escuchaban. Si hubiera sabido que iba a perder a mi hijo y a mi nieto me habría ido de mi casa sin importarme perder lo material", dijo Norma Pared, abuela y madre de las víctimas, una de las primeras testigos de la audiencia.
Los jueces Raquel Cosgaya, Alejandra Rodenas y Rodolfo Zvala integran el tribunal que a lo largo de dos semanas juzgará a los dos detenidos. Se trata de Salvador Mario Camargo, un remisero de 48 años, y José Alexis Arias, un ayudante de jardinería de 22. Los dos fueron detenidos la misma noche del doble homicidio y ayer ninguno quiso declarar.
Ese sábado a la madrugada Mario Brest, de 15 años, estaba con sus tíos y su abuela en la casa de la mujer, en Pasaje 1754 al 2000. Alrededor de las 4 se retiró para ir al baño de su casa, a unas dos cuadras de allí, pero en el camino se encontró con un integrante de un grupo rival. Gritó y se escucharon disparos. El adolescente recibió tres tiros en el tórax y enseguida llegó en su auxilio su tío Brian Torres, de 19 años, quien recibió un disparo en el cráneo.
Norma Pared es madre de Brian y abuela de Mario. Ella es referente del clan Arriola, que registra numerosas denuncias cruzadas por violencia y amenazas con otra familia del barrio. También se acercó corriendo a la esquina de Donado y Pasaje 1741 y presenció cuando le disparaban a su hijo. La mujer recibió un balazo que le rozó la cabeza, le arrojó un piedrazo al auto del agresor y recibió un ladrillazo en el costado izquierdo del cráneo que la dejó inconsciente. Mario murió una hora después. Su tío quedó internado en el Hospital de Emergencias con muerte cerebral y falleció al día siguiente.
La serie de muertes no se cortó ahí. El domingo siguiente asesinaron a Lucas Maturano, un chico de 21 años al que apodaban "Congo" y que era amigo de Mario y Brian. Lo ejecutaron con un tiro en el pecho. En el ataque fue herido de bala en una pierna Leonel Torres, hermano de Brian. Todo ocurrió en el barrio que tiene un único ingreso situado al oeste de 27 de Febrero y Circunvalación, un territorio atravesado por peleas históricas entre bandas.
Culpables o inocentes
A ese contexto aludió el fiscal Ademar Bianchini cuando situó los dos homicidios en ese barrio "pequeño, apartado, humilde" y marcado por situaciones de violencia extrema. Como un homicidio fue consecuencia del otro y comparten testigos se hizo un único juicio por los dos. Arias está acusado de matar a Brest. El fiscal pidió que lo condenen a 22 años de cárcel como autor de un homicidio agravado por el uso de armas. Para Camargo pidió 27 años como autor del crimen de Torres y de la tentativa de homicidio de su madre.
Bianchini recordó que en un patio lindero a la casa de Camargo —situada frente al lugar donde se sucedieron las dos muertes— se secuestró un revólver calibre 22 compatible con los plomos mortales y vainas halladas en la escena. En un muro enfrente, pintado de amarillo, se encontró una bala incrustada.
El defensor de Camargo, Gregorio Gómez, pidió la absolución al remarcar que "está preso desde hace dos años y medio por un delito que no cometió". Marcelo Argenti, abogado de Arias, dijo que esa noche su cliente estaba en una fiesta de 15 y que los familiares de las víctimas omiten señalar al verdadero culpable.
Ruptura de vínculos
En la primera jornada declararon la madre y una hermana de Brian. Las dos sindicaron a Camargo como quien le disparó al muchacho cuando éste corría para conocer la suerte de su sobrino. Sin ocultar el dolor bajo sus rasgos endurecidos, Norma Pared contó que al llegar al barrio años atrás era una comunidad "sin problemas" y que mantenía vínculos cordiales con los acusados. Pero hace cuatro años "empezó una rivalidad entre vecinos" que adjudicó a la llegada de "personas con otras finalidades".
Concretamente, dijo que "apareció un hombre, Julio Pereyra, que empezó a partir en grupos a los chicos. Les ofrecía armas y drogas con la finalidad de vender estupefacientes en el barrio. Yo no compartía lo que estaban haciendo", relató en referencia a Julio César Pereyra, quien tenía 44 años y fue asesinado cuatro meses después. El 23 de mayo bajaba de su auto cuando dos hombres a pie descargaron ocho tiros sobre el vehículo. Fue en la puerta de su casa de Pasaje 1756 al 2200, donde vivía con su mujer y dos hijos.
En su extensa declaración, Pared sostuvo que Arias y Camargo se integraron al grupo de Pereyra. Recordó que Arias baleó a su hija en una pierna poco antes del doble crimen. Y dijo que en varias ocasiones dispararon al frente de su casa por lo que realizó denuncias citadas por el fiscal.
"Sabíamos que iba a pasar"
Sobre la noche de las dos muertes Pared contó que, como todo amanecer de sábado, estaba reunida en su casa con sus hijos Sabrina, Luciana y Brian y su nieto Mario. Alrededor de las 4 el adolescente quiso ir al baño de su casa. "Voy y vengo", se despidió. "Al segundo se sintió un disparo. Ya sabíamos que iba a pasar ésto porque estábamos amenazados de muerte", dijo la mujer, y recordó que llegó la hermana de Mario gritando que Arias lo había baleado.
Todos corrieron a la vuelta de su casa, hasta Pasaje 1741 y Donado, pero no llegaron a ver al adolescente herido. "Mario (Camargo) y su hijo Leonel empezaron a disparar hacia nosotros. Yo levanté las manos y seguía disparando. Me doy vuelta y mi hijo cae. Lo veo tirado en el piso y sentí que me chorreaba sangre en la cabeza. Lo único que pude hacer fue tirar un piedrazo al auto de él. Salió este señor y me pegó un piedrazo a la cabeza. Quedé inconsciente y me desperté en el policlínico San Martín", contó.
La mujer sindicó de manera directa a Camargo como el autor del crimen de su hijo: "Lo vi burlándose con esa cara irónica que tiene". Dos meses más tarde, el 28 de marzo, la familia abandonó el barrio: "Me fui por el acoso y las amenazas que sufrí. Seguridad Comunitaria me sacó con patrulleros y me acompañaron a buscar casas".
quebrados. Así parecieron estar ayer José Alexis Arias y Salvador Mario Camargo, acusados por los crímenes.