La mañana del sábado fue inusual para los vecinos de barrio Moderno. A primera hora habían encontrado muerto a un hombre de 61 años en uno de los departamentos de una torre de dos pisos correspondiente a un complejo habitacional Fonavi, en pasaje Lejarza al 5600, en la zona sudoeste de la ciudad. La víctima había sido apuñalada y estaba tirada en el comedor de su casa, en medio de un desorden de proporciones y sobre manchas de sangre. Y la moto en que se movilizaba habitualmente no estaba donde la estacionaba a diario, en un garaje a media cuadra del edificio. A partir de ello desde la Fiscalía de Homicidios suponen que podría haber sido robada antes o después del asesinato.
La víctima se llamaba Eduardo Martínez, quien fue encontrado a primera hora de la mañana de ayer por una mujer llamada Celsa, de 78 años, quien dijo a la policía y al fiscal Adrián Spelta, que interviene en la causa, que era amiga del hombre. A partir de su testimonio y por averiguaciones en el barrio, la pesquisa apuntó hacia un homicidio en el marco de un robo o como consecuencia de una vieja disputa que podría haber entre la víctima y su matador.
A la altura de pasaje Lejarza 5675 se erige una torre humilde, de no más de dos pisos, cuya escalera lleva a una puerta gris. En el frente se deja leer un cartel pequeño y rectangular: "Jesús es la estrella que alumbra mi camino". Y los vecinos que dialogaron con La Capitala no hacen más que ratificar que en ese cartel puede resumirse la vida de Eduardo. "Era un hombre bueno, alto y delgado, sin problemas con nadie, era un buen vecino que saludaba siempre y tenía varias hijas".
Una pista de sangre. La misma escalera muestra un reguero de sangre que va desde la entrada del edificio hasta la primera planta; gotas grandes y otras más pequeñas, como si el apuñalado hubiera estado cubriendo la herida con sus manos. Según lo que pudo declarar Celsa, "al ingresar a la casa observó un gran desorden y el cuerpo sin vida de Eduardo, rodeado de un importante charco de sangre y con un cuchillo tramontina a un costado, como si se lo hubiera arrancado del cuerpo. Estaba todo ensangrentado. Además había un gran desorden en el interior de la vivienda y la puerta no parecía que estuviese golpeada ni forzada". A primera tampoco mostraba manchas de sangre ni en la superficie ni en el picaporte.
Los vecinos inmediatos de Martínez, tanto de la planta baja como del 2º piso del edificio, no escucharon ruidos ni gritos, ni él acudió por ayuda ni tocó la puerta de nadie. Por eso los pesquisas confiaron en lo dicho por Celsa y consultaron a los familiares de Martínez por faltantes evidentes que pudieran indicar que alguien había entrado a robar. Luego, al ir hasta el lugar donde el hombre guardaba su moto Yamaha YBR no la hallaron estacionada.
Un vecino comentó que: "Es muy raro que no estuviera la moto. Seguro que la persona que lo mató lo conocía de algún lado, del barrio por ejemplo. Todos nos preguntamos cómo el que lo mató sabía cuál era la la llave de la moto y dónde estaba guardada". Este análisis da por descontado que no lo apuñalaron mientras dejó la moto y se dirigió a su casa. Otro vecino sostuvo que "la sangre no está en la vereda, está en la escalera, quiere decir que lo agarraron mientras entraba".
Poco después del mediodía la mortera se llevó el cuerpo de Martínez hacia el Instituto Médico Legal. En ese momento los vecinos, que miraban incrédulos, comentaron que "en esta zona del barrio no pasan estas cosas y en las torres no roban". Y casi al mismo tiempo se impuso un rumor que ensombreció la tarde: "Pudo haber sido el hijo del policía", pero nadie quiso dar precisiones en torno a quien se referían.
Un robo anterior. Algunos memoriosos recordaron que hace un año atrás a Martínez le habían robado una moto y que en esa ocasión él supo más tarde quien fue el ladrón. Pero ignoraban si eso podría haber generado una "bronca" con alguien. "Fue hace un año, él tenía una YBR y también se la robaron desde el garaje, pero no lo lastimaron ni nada".
Otros vecinos recordaron que Martínez "tenía cuatro o cinco hijas que siempre venían a verlo y estaba separado. Con su ex mujer tenía una buena relación y era muy querido en el edificio. No se metía con nadie". Ayer a la tarde el cuerpo de Martínez le fue entregado a sus hijas para el último adiós y tanto el fiscal Adrián Spelta como los efectivos de la Policía de Investigaciones (PDI) y de la seccional 19ª comenzaron la investigación basadas en la hipótesis de un robo o en un "problema de antigua data" según señalaron desde fiscalía.