Dos familias fueron sorprendidas ayer a la mañana muy temprano por delincuentes armados que ingresaron violentamente a sus viviendas y bajo amenazas les robaron dinero, joyas, artículos de computación y electrónica. Ocurrió en los barrios Hospitales y Azcuénaga y si bien los hechos se diferencian porque uno fue bajo la ya clásica modalidad de entradera y en el otro accedieron por los techos, en ambos casos los maleantes trabajaron entre las 6 y las 9 de la mañana, maniataron a las víctimas, cargaron el botín en sus autos, de la misma marca y modelo, y según los investigadores contaban con inteligencia previa.
El primer atraco ocurrió en una robusta casa de estilo clásico de dos plantas ubicada en Uruguay 1369, donde un matrimonio de abogados fue sorprendido apenas se levantaba de la cama por tres maleantes que ingresaron a la vivienda armados y estuvieron más de una hora revolviendo las dependencias.
En el baño. "Eran las 8 de la mañana. Yo estaba en el baño y sentí ruidos, pero pensé que eran alguno de los tres perros que tenemos. Al instante tenía un tipo detrás mío con un arma de fuego apuntándome en la cabeza", trató de explicar con tranquilidad pero aun shoqueado Carlos Rodini, un abogado de 67 años ya retirado de la profesión que padeció el robo con su mujer, Graciela Lucanto, también abogada.
Aunque habían pasado apenas dos horas y recién los agentes del Comando Radioeléctrico y el gabinete criminalístico de la Policía de Investigaciones (PDI) se disponían a recolectar pruebas y rastros, Carlos se hizo un momento para charlar con La Capital en la vereda y brindó como pudo algunos detalles del robo.
"Creo que entraron por el frente, por alguna casa lindera y ganaron el fondo por los techos y el pasillo que tengo al costado. Un vecino me dijo que escuchó ruidos raros en la casa. Después barretearon una puerta y la celosía que da al pasillo e ingresaron a la casa", contó el profesional.
Según describió Rodini, el ladrón que logró reducirlos tenía un pasamontañas en la cabeza, pero el otro se manejó a cara descubierta. Una vez que lo dominaron fueron hacia la habitación donde estaba Graciela, en la planta alta. "Quedate tranquila, es un robo", trató de ponerla rápido en situación a su mujer mientras lo apuntaban por la espalda.
Luego deshilacharon una sábana y con los retazos los maniataron de pies y manos a ambos. "A mi me llevaron a la cocina y a mi mujer a la habitación. No nos golpearon, pero es muy angustiante porque los tipos estuvieron una hora y no sabés si te van a matar. En algún momento me dijeron que nos tenían junados desde hace rato, pero la verdad que no quiero pensar en eso", suspiró el dueño de casa respecto a la inteligencia previa que hicieron sobre la casa y sus movimientos.
"Yo traté de llevarlos al terreno de la palabra. Les hablaba, les decía que se llevaran todo, que somos un matrimonio grande, que no íbamos a ofrecer resistencia, pero no les gustaba. «Ya se, callate la boca», me decía el que me apuntaba", recordó el hombre.
Después de revolver toda la casa, los maleantes cargaron con tranquilidad el botín en el Fiat Palio modelo 2010 estacionado en el garaje que usaron luego para irse. Según la estimación inicial, se alzaron con unos 30 mil pesos, dos televisores plasma, joyas, una notebook, tablets y tres cámaras de fotos (una profesional).
"Levantaron el portón levadizo y se fueron. Creo que en la calle había un auto de apoyo con otra persona", indicó resignado el abogado que tuvo una larga carrera como empleado judicial. Cuando sintió que la casa estaba libre de los intrusos logró salir a la calle para pedir auxilio. El vehículo, en tanto, fue encontrado a las dos horas en Circunvalación y Viamonte, muy lejos de la casa asaltada.
Precisamente algunos vecinos que le tendieron una mano a las víctimas se mostraron sorprendidos y conmocionados por la modalidad del robo, ya que si bien la zona está acostumbrada a los atracos a comercios y arrebatos en la vía pública, no es común este tipo de hecho con aparente planificación, violento y con logística.
En Azcuénaga. El segundo robo, bajo la modalidad entradera, ocurrió a las 5.50 de la mañana y la víctima fue un matrimonio afincado en Teniente Agnetta 1570 A. "Estábamos por salir a trabajar, abrí el portón para sacar el auto y enseguida me apareció un tipo de atrás con un arma de fuego y me apuntó en la cabeza. Después vinieron dos más y me llevaron para adentro", relató Jorgelina G., de 49 años, que comparte la profesión de enfermero con su marido Eduardo y ayer todavía temblaba al rememorar la situación.
"En el camino nos encontramos con mi marido, que también salía de casa, así que nos redujeron a los dos con precintos plásticos en las manos y en los pies. El que estaba armado tenía una capucha pero los otros estaban a cara descubierta, tenían guantes de látex y un handy encendido todo el tiempo", describió Jorgelina.
Malos datos. Bajo amenazas constantes y apuntándoles todo el tiempo, los delincuentes exigían nerviosos el dinero y objetos de valor. "Creo que se equivocaron porque decían que mi marido era gestor y pensaron que había plata de alguna transacción, pero somos laburantes, los dos enfermeros", razonó la mujer.
Lo concreto es que al notar que la inteligencia previa no estuvo bien dateada, los desconocidos arrasaron con unos 2.700 pesos que había en efectivo en la casa, anillos de oro que le sacaron a Jorgelina de las manos, un televisor plasma, una consola de juegos Nintendo Wii, una computadora de escritorio, una cámara de fotos digital y una tablet.
Cargaron todo en el Fiat Palio gris de la pareja y huyeron a toda velocidad por Teniente Agneta al sur. No obstante, un vecino observó lo que ocurría y que había un auto de apoyo en la puerta de la casa por lo que llamó al 911.
Casi al mismo tiempo que escapaban los maleantes, tres patrulleros llegaron a la casa. Según dijeron testigos, alguno de los policías incluso alcanzó a ver por dónde iba el auto robado y emitieron el alerta radial para que los siguieran.
Si es así, lo llamativo de ese último tramo del hecho es que pesar de que la policía los tenía a tiro para atraparlos en flagrancia, los delincuentes lograron esfumarse y abandonaron el auto en Magallanes y Pasaje 1825, donde lo encontraron al rato; obviamente, sin los objetos robados.