Los dos acusados por el crimen del ex policía Oscar Roberto Chiavassa, asesinado dos atrás en un asalto a su negocio de Zuviría y Cullen, fueron condenados en un juicio abreviado a penas más leves que las que había pedido inicialmente la fiscalía. El responsable de la acusación los había imputado de homicidio calificado críminis causa (es decir cometido para garantizar u ocultar un robo), que prevé prisión perpetua, pero en la audiencia preliminar —paso previo a un juicio oral— un juez determinó que debían ser juzgados como coautores de un homicidio en ocasión de robo. Por el cruento incidente también está detenido un adolescente de 17 años (ver aparte).
Finalmente, tras el acuerdo pactado ayer por fiscalía y defensa, Alexis Pedro Fernández Caime, de 23 años, recibió una pena de ocho años de cárcel mientras que Brian Alejandro Martínez, de la misma edad, fue condenado a siete años y seis meses. Ambos fueron acusados de homicidio en ocasión de robo agravado por el uso de arma de fuego en calidad de partícipes secundarios.
¿Por qué se modificó la calificación penal que les había atribuido el juez penal Carlos Leiva? Porque no se pudo determinar cuál de los tres ingresó al almacén de Chiavassa y le disparó el balazo mortal.
Tres ladrones. Según la reconstrucción del fiscal Florentino Malaponte, cerca de las 21.10 del 11 de junio de 2014 tres hombres llegaron en un Chevrolet Corsa blanco de capó oscuro a la granjita de Cullen y Zuviría que Chiavassa atendía desde su retiro en 2012. "Al menos uno de los tres entró al negocio con fines de robo, golpeó a la víctima en la cabeza con un elemento contundente y después le disparó un balazo con un arma calibre nueve milímetros", relató el fiscal.
En el paso siguiente, el ladrón recogió el dinero que había en el local y corrió hacia el Chevrolet estacionado en la calle. El conductor aceleró la marcha y los tres asaltantes escaparon a gran velocidad en contramano por Zuviría. Chiavassa fue trasladado al Hospital de Emergencias Clemente Alvarez donde murió a las 2.20 del día siguiente por una hemorragia masiva torácica.
Malaponte señaló que no hubo testigos que presenciaran el crimen, pero algunos vecinos que escucharon la estampida y acudieron en ayuda del ex comerciante dijeron que éste alcanzó a balbucear que le habían robado.
Anónimo. La investigación del crimen se encaminó a partir de que una persona que no pudo ser localizada dejó un papel manuscrito frente al almacén con la numeración de la patente del vehículo en el que huyeron los ladrones. Dieciocho horas después, en 27 de Febrero y Circunvalación, efectivos del Comando Radioeléctrico interceptaron a partir de un llamado al 911 el paso de un Chevrolet Corsa blanco con el capó negro, dominio BMS. Quien lo manejaba era Martínez.
"El conductor del auto dijo que era el dueño. Que había llevado a la familia a una iglesia y que debía encontrarse con una amante. Ante las preguntas de los policías primero dijo que le había prestado el auto a Fernández Caime para que cometiera el robo. Y después que él también había ido a la granja de Chiavassa", señaló Malaponte.
Martínez quedó detenido y el Chevrolet Corsa fue secuestrado. El mismo día también fue apresado Fernández Caime en un allanamiento a su casa. En el procedimiento, los policías incautaron una pistola calibre 22, un handy con la frecuencia policial y celulares. En el operativo también fue arrestado Natael Fernández, un hermano del muchacho condenado acusado de encubrimiento, a raíz de que destruyó el chip de un celular, pero el juez Leiva le dictó el sobreseimiento.
En las pericias telefónicas del aparato de Fernández Caime se hallaron mensajes incriminantes. "En uno de los textos le pidió aparentemente a Martínez que guardara el auto porque ya está en los diarios", comentó el responsable de la acusación. En otro mensaje la pareja de Caime le preguntó "si había matado a alguien y le contestó que no".
Otra de las evidencias que exhibió Malaponte fue el hallazgo de una vaina calibre nueve milímetros que rebotó en la heladera del almacén. "Además, los efectivos de la Policía Científica encontraron un gran desorden en el local".
También recordó los dichos de un cliente de Chiavassa. "Había un muchacho que le preguntó al comerciante si tenía mortadela. Entonces comenzó a cortar el fiambre. Yo me fui y escuché una detonación cuando estaba en la calle", comentó el vecino. Otro testigo indicó que había visto a dos hombres en la escena del hecho.
No reconocidos. Para fundamentar el acuerdo abreviado Malaponte sostuvo que se comprobó que los dos jóvenes condenados estuvieron en el almacén, pero admitió que no se hallaron testigos que pudieran reconocerlos. También aceptó que no fue encontrada el arma homicida. Y además explicó que a Fernández Caime se le impuso seis meses más de cárcel porque tiene dos causas en trámite en el viejo sistema penal.
Finalmente, en el proceso abreviado homologado por el juez Alejandro Negroni y pactado por Malaponte, los defensores Leopoldo Monteil y Marcelo Piercecchi, y el querellante José Nanni se acordó una reparación económica para Federico y Gonzalo, hijos de Oscar Chiavassa a quienes los condenados deberán pagar una indemnización de 110 mil pesos (Martínez deberá abonar 60 mil pesos y Caime 50 mil).