Me preocupan tres temas: el nivel de déficit fiscal, la falta de inversiones y el endeudamiento", disparó el economista Aldo Pignanelli, a la hora de analizar el presente y futuro de la economía. El ex presidente del Banco Central instó a poner el foco en la discusión del proyecto de presupuesto para el año 2017, que comienza a discutirse la semana próxima en el recinto. Auguró un intenso debate en la Cámara baja, entre otras cosas por el alto nivel de endeudamiento que contempla el proyecto. "Como no estamos teniendo ingresos genuinos de dólares, hay que endeudarse, y eso me preocupa", señaló. En el marco de su participación en la sexta jornada de mercados granarios organizada por RJO'Brien y Agroeducación en la Bolsa de Comercio de Rosario, Pignanelli pronosticó una caída de 2,5 por ciento en 2016 y un rebote el año próximo. También un repunte de la inflación en octubre y en los últimos meses del año.
—¿Qué se juega en la discusión del presupuesto que se dará la semana pasada en el recinto?
—Todos decimos que el presupuesto es la ley de leyes. Se discute la economía, el gasto público, cómo se asignan las porciones de la torta a las provincias, los salarios, el tipo de cambio y la inversión. Se discute la gran política. Ahora no hay una escribanía en el Congreso sino una gran discusión muy sana. Y la clave de la discusión va a ser el nivel de endeudamiento. El presupuesto 2017 prevé un alto índice y ese tema se va a discutir a fondo. Al menos en Diputados.
—¿Cuál es la necesidad de financiamiento del 2017?
—Es de unos 40 mil millones de dólares, un 8 por ciento del PBI. Nosotros tenemos un déficit fiscal que va a estar cercano a 30 ó 35 mil millones de dólares, que hay que financiarlo, y están también los intereses de la deuda, que ahora comienzan a hacerse sentir por el incremento de la misma. También hay que financiar el turismo, el pago de dividendos y royalties al exterior. Como no estamos teniendo ingresos genuinos de dólares, ya que la balanza comercial sigue negativa y no vienen volúmenes importantes de inversión directa, hay que endeudarse. Eso es lo que más preocupa.
—¿El crecimiento de la deuda es lo más preocupante?
—Me preocupan tres cosas: el nivel de déficit fiscal, la falta de inversiones y el endeudamiento.
—¿Por qué se complicaron estos tres frentes?
—En noviembre pasado, el presidente Macri dijo que con su sola investidura iban a llover dólares. Y eso no ocurrió. Hasta ahora sólo llovió deuda. El gobierno intentó en los primeros cinco meses de gestión corregir el déficit fiscal y no pudo. Tampoco con las tarifas. Y ajustó por el lado de la obra pública, lo que contribuyó a un parate muy grande. Apostó, con buen criterio, a mejorar la rentabilidad del campo bajando impuestos, pero tuvo su costo y ayudó a que bajara la recaudación. En mayo, cuando se vio que no llegaban inversiones, cambió el paradigma. El gasto primario pasó de crecer del 24 por ciento al 35 por ciento anual. Pero en el último mes se duplicó. Y el Banco Central le puso un límite al financiamiento del Tesoro, porque también está al límite. A pesar de que la expansión monetaria se desaceleró enormemente, el stock de Lebac subió mucho. El Central frenó la expansión de este instrumento. Este dilema incentivó la pelea entre Prat Gay Sturzenegger. Uno pide que baje la tasa y el otro el déficit. La salida que se encontró es el financiamiento con deuda.
—¿Cuánto creció la deuda este año?
—El gobierno anterior dejó un bajo nivel de deuda, del 25 por ciento del PBI y el gobierno de Macri emitió bonos por 42 mil millones de dólares. La deuda pasó del 25 por ciento al 32 por ciento del PBI en 2016 y pasará al 40 por ciento en 2017. Esto no es para asustarse pero sí para discutir. En 2001, cuando Argentina entró en crisis, la deuda era del 41 por ciento del PBI. Argentina carga con el síndrome del borracho en los mercados internacionales. En los últimos días, la curva de rendimiento de bonos argentinos subió de 6 por ciento a 7 por ciento.
—Pero las reservas crecieron...
—Las reservas hoy saltaron a 40 mil millones de dólares. Pero son dólares de la deuda pública y de la privada que se vuelca a pesos.
—¿Le preocupa la fuga de dólares en un gobierno que se supone amigable con los mercados?
—Claro. La fuga sigue porque hay muchos arrastre de cosas no pagadas en muchos años. Pero la salida hoy es de mil millones de dólares por mes. Y por el turismo se van más de 6 mil millones de dólares al año. Es mucho dinero.
—¿Cómo termina el año?
—En 2016 la economía caerá 2,5 por ciento, con una inflación de entre 40 y 42 por ciento anual. Hay una caída del empleo y suba de desocupación y un tipo de cambio atrasado. No son variables positivas. Son números muy duros que todos esperamos que en 2017, ayudados por el campo y la obra pública, logre un crecimiento de 3 ó 3,5 por ciento. Una inflación que el gobierno estima en 17 por ciento pero yo en 25 por ciento. Va a depender mucho del tipo de cambio y las tarifas. Al primero, le costará recuperar el atraso.
—¿Con este mismo programa alcanza para un rebote en 2017?
—Rebote, esa es la palabra. Si perdés 2,5 por ciento un año y subís 3 por ciento después, rebotás lo que perdiste. Para crecer se necesitan muchas inversiones.
—El gobierno dice que logró controlar la inflación...
—Eso es falso. Se equivocó Prat Gay cuando dijo que está domada porque le había dado 0,2 por ciento de inflación. Eso era por retrotraer el aumento de la tarifa de gas. Pero en octubre no va a haber una buena noticia de inflación, va a estar muy por encima del 2 por ciento. Y noviembre y diciembre son meses estacionalmente altos. Creo que la inflación anualizada estará arriba de 40 por ciento.
—¿Teme conflictividad a fin de año?
—Esperemos que eso no ocurra. El gobierno esta haciendo un gran esfuerzo en dar el bono para jubilados y beneficiarios de AUH. Y 2 mil pesos para el sector privado. Es un caja de Pandora. Lo que pasa es que en el rubro de alimentos está subiendo mucho los precios. Y eso puede tensionar la situación. Las clases de menos ingresos, el 80 por ciento lo consume en alimentos y éstos subieron 55 por ciento en un año. Ahí se siente y mucho.