"Me arruinó la vida para siempre. Me dejó parapléjico, no siento nada desde el estómago para abajo", dijo sollozando y sentado en un sillón de ruedas Matías Leonel Comizzo, un joven de 25 años que dos años atrás recibió tres balazos disparados por su vecino en el desenlace de un curioso hecho. Las palabras del muchacho se escucharon en el inicio del juicio oral y públcio que se sigue a Pablo Marcelo Buscemi, de 41 años, acusado de ser el tirador. Este hombre aceptó ser el autor del ataque, pero adujo que lo hizo bajo el efecto del alcohol y psicotrópicos. Y que sólo intentó asustar al joven baleado para recuperar el dinero que éste y un amigo le habían sacado a su madre mediante un "secuestro virtual".
El fiscal Adrián Spelta le atribuyó a Buscemi el delito de tentativa de homicidio y pidió 20 años de prisión por la gravedad del daño físico que le ocasionó a Comizzo. A su turno, la defensora pública María Cecilia Pasquali le pidió a los jueces Juan José Alarcón, Hebe Marcogliese y Alejandra Rodenas que ponderen la responsabilidad penal del hombre imputado en el "contexto" en el que se produjo el suceso. "Rechazamos el pedido de condena de la Fiscalía porque (Comizzo) no tuvo la intención de matar y el caso debe ser valorado como de lesiones gravísimas", señaló la letrada.
Al volver del trabajo. El 19 de diciembre de 2014 Buscemi estaba en la vereda de su casa de Montevideo al 6000 cuando Comizzo, que residía en una vivienda contigua, llegó de trabajar. Cuando el muchacho todavía no había ingresado a su propiedad Buscemi se le acercó y le dijo: "Me tenés podrido". Entonces le disparó tres balazos. A raíz de la gravedad de las heridas Comizzo estuvo internado tres meses en el Heca y otros dos meses en el Instituto de Lucha Antipoliomielítica y Rehabilitación del Lisiado (Ilar), donde una médica le dijo que nunca más volvería a caminar.
Las vidas del agresor y la víctima se cruzaron casi de manera trágica el día del hecho. Pero antes habían compartido una amistad en la que supieron compartir "trabajo, alcohol y cocaína". Comizzo dijo ayer a los jueces que su vecino no tenía motivos para dispararle. Sin embargo, Buscemi adujo tener razones. "Hacía diez noches que no dormía y desde el mediodía había tomado alcohol mezclado con medicamentos recetados. Él estaba en su casa, apoyado en el tanque de agua. Desde allí me dijo «ya vas a ver lo que te va a pasar». Hizo el ademán de llevarse la mano a la cintura y entonces le tiré", declaró.
Un costoso secuestro. La advertencia de Comizzo estaba relacionada, según el acusado, con un suceso ocurrido días antes. Su madre había sido víctima de un secuestro virtual. "Le dijeron que me tenían secuestrado y que tenía que entregar 100 mil pesos para que me liberaran". Y la mujer entregó a los falsos captores el dinero que había obtenido luego de la venta de una propiedad.
Poco después, el acusado sostuvo que en las imágenes de una videocámara de la cuadra reconoció como los autores de esa maniobra delictiva a Comizzo y a un amigo. "En la cinta se los ve cuando recogen la plata", afirmó. Sin embargo, Comizzó negó en forma enfática haber participado de tal secuestro virtual.
Ese "costoso secuesto" llevó a que el 19 de diciembre de 2014 Buscemi baleara con un revólver calibre 38 a su vecino para "asustarlo" y saber "dónde estaba la plata". "No soy un asesino, jamás se me cruzó por la cabeza la idea de matarlo", explicó en su último intento de no ir preso.