PDVSA, o las desventuras de una petrolera estatal
PDVSA, la estatal petrolera venezolana, dio a conocer esta semana sus cuentas del ejercicio 2011. Mostró unos impresionantes ingresos, por 124.700 millones de dólares, superiores en 31 por ciento al ejercicio anterior, crecimiento explicado por el altísimo precio del petróleo.
23 de abril 2012 · 14:21hs
PDVSA, la estatal petrolera venezolana, dio a conocer esta semana sus cuentas del ejercicio 2011. Mostró unos impresionantes ingresos, por 124.700 millones de dólares, superiores en 31 por ciento al ejercicio anterior, crecimiento explicado por el altísimo precio del petróleo (la canasta de crudos venezolanos estuvo muchas veces por encima de los 125 dólares el barril y esta semana promedió los 113). Pero PDVSA ha tenido ganancias netas de apenas 4.400 millones de la misma moneda, ridículas para aquellos ingresos. Esto no permite reinvertir utilidades en la magnitud necesaria. La petrolera es por definición una actividad muy demandante de inversión, capital-intensiva. Igualmente, esas exiguas ganancias fueron 42 por ciento superiores a las de 2010. Por esto, la capacidad de refinamiento en 2011 no creció, mientras se mantenía al 24 por ciento de las destilerías inactivas. A la vez, PDVSA presenta una cartera de acreencias, o sea, de cuentas a cobrar, por 31.500 millones de dólares, en buena parte con, bueno...Argentina. También emitió pagarés al Tesoro por 18.500 millones de dólares, o sea, pidió dinero al gobierno, algo incomprensble de parte de la mayor empresa de Venezuela y con precios por las nubes del producto que vende. Bancos públicos también debieron ayudar a la petrolera. Al parecer, esto está directamente vinculado con un préstamo de China por 30.000 millones al Bandes, el banco de desarrollo de Venezuela. Según analistas financieros independientes como Ricardo Hausman, ese dineral se perdió de manera poco clara. Y PDVSA le debe pagar ahora a China con petróleo la devolución de aquel préstamo.
Según el diario dominicano El Clarín, Venezuela distribuyó en América latina 15.000 mil millones de dólares durante el pasado año, casi 10 veces lo que entrega en ayudas EEUU, 1.700 millones, y cinco veces lo que distribuye China, 3.000 millones. Es casi innecesario decir que esa marea de dinero salió de PDVSA, casi siempre a través de Petro Caribe, una invención de Chávez para derramar petrodólares a cambio de fidelidad política e ideológica. Esa lluvia de fondos fue a los socios del Alba, como Cuba, Nicaragua y Dominicana. "La estabilidad macroeconómica dominicana depende de Chávez y de Petro Caribe. De cada 100 dólares en petróleo, pagamos 40 y debemos 60", indicó el diario dominicano. Es por esta generosidad chavista que hoy cunde la preocupación en Cuba y el resto de los países aliados a Caracas ante la grave enfermedad que sufre Chávez y la consecuente incertidumbre sobre el futuro de esas subvenciones.
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Volviendo al informe contable de PDVSA, los pasivos crecieron en 2011 un inquietante 41,6 por ciento, a 108.271 millones de dólares. La deuda financiera a su vez se elevó un 39,8 por ciento, hasta 34.892 millones de dólares. El patrimonio en 2011 fue de 73.883 millones de dólares, con lo que la relación deuda/patrimonio creció 14 puntos, hasta 47 por ciento, siempre respecto a 2010. También se incrementaron las deudas con proveedores, algo que afectó el desarrollo de la estratégica Franja del Orinoco. En resumen, PDVSA, que en condiciones de gestión normales debería ser la mayor petrolera de América latina, y que igualmente detenta ingresos enormes por el boom de precios de estos años, mantiene un perfil de fuerte endeudamiento y muy bajas utilidades e inversiones.
Mero apéndice. Queda claro que el dinero se le escapa de manera directa: aunque la "SA" de la sigla PDVSA está por Sociedad Anónima, la petrolera estatal es de hecho un apéndice del gobierno chavista. Al punto que el presidente de la firma, Rafael Ramírez, es también ministro de Petróleo. En 2002, el personal de PDVSA hizo una imprudente huelga por tiempo indeterminado, que Chávez logró quebrar. Aprovechó para despedir a 17.000 técnicos e ingenieros, la élite de la empresa. La petrolera perdió entonces su autonomía de gestión y su reconocida calidad técnica. Chávez, con el precio del crudo creciendo sin pausa, hizo de ella su principal instrumento para construir su modelo autoritario-populista y crear una red de costosos aliados regionales. Todo sale de la caja de PDVSA: las "misiones", o sea los programas sociales, pero también las viviendas construidas en Nicaragua o el equipamiento de las fuerzas de seguridad bolivianas. Esos países a su vez "pagan" simbólicamente, en especie: con alimentos como arroz y café, pero también con pantalones (sic), según denuncia la oposición venezolana. Es claro que gestionada de esta manera la empresa no puede funcionar como tal. En este año electoral, en el que un Chávez enfermo de gravedad se lanza a su tercera reelección, es obvio que el cuidado de las cuentas de la mayor empresa del país será la última de las prioridades.
Mal inicio. Esta triste historia de PDVSA es interesante de conocer por estos días en Argentina, cuando el país acaba de renacionalizar su mayor petrolera. Enviar al frente de YPF a un ministro secundado por un viceministro, en lugar de nombrar a reconocidos técnicos de la especialidad, no pareció un paso en la dirección correcta. Asimismo, los ingresos de YPF, de 44.162 millones de pesos en 2011, unos 10.000 millones de dólares, lucen tentadores para éste y para cualquier gobierno. Sería saludable que, una vez elegido el camino del estatismo, se tome como modelo a las petroleras estatales —o de mayoría estatal— con gestión profesional, como la brasileña Petrobras. O, para citar un caso en las antípodas latinoamericanas (en todo sentido), la petrolera estatal de Noruega, Statoil. Los ingresos de la empresa, que es líder mundial en off shore, son invertidos en un fondo de jubilaciones y pensiones famoso por su transparencia y ética de gestión. Los noruegos están orgullosos de su "fondo petrolero". Allí es imposible que "desaparezcan" 30 mil millones de dólares de un préstamo externo y que la petrolera nacional deba hacerse cargo, como pasó en la turbia Venezuela chavista.