"Vísteme despacio, que estoy apurado". La frase, atribuida a Napoleón Bonaparte, es una regla de oro cuando surge una información caliente como la que ayer, a media mañana, dio vueltas a las redes sociales como una calesita desbocada.
"Murió la hermana Bernarda", se encendieron las luces de la pantalla táctil del celular, como un llamado de alerta. No llegaban a ser 140 caracteres, el máximo que permite Twitter, pero con sus económicos 25 bastaba para que la tristeza se sienta.
Instantes después, uno tras otro, los twitteros insaciables se lanzaron en tropel a compartir sus impresiones por el deceso de la religiosa que, con su sonrisa bonachona, se ganó un lugar en el corazón de los amantes de los canales de cocina.
Laura Ufal, la veterana cronista de espectáculos devenida en experta en "granhermanóloga", fue una de primeras que sumó su voz autorizada al rumor: "A los 84 años murió Bernarda Seitz, más conocida como la Hermana Bernarda, un talento...".
Su error se amplificó a través de los portales de chismes que, con amplio despliegue de imágenes y referencias biográficas obtenidas en un veloz "copy and paste" dieron la noticia. Hasta Wikipedia, la enciclopedia menos confiable de la historia de la humanidad , dio por muerta a la monja.
Y todo en un abrir y cerrar de ojos. Entretanto, los que se quemaron con leche preguntaban en Twitter: "¿Y qué pasó con Bernarda?, ¿murió?, ¿sí o no? Lo que en el vértigo de la vida online parecía un exceso de desconfianza, en realidad, no era más que lo correcto: pedían a gritos una confirmación de la especie.
Finalmente, el encargado de prensa de editorial Bronum, que edita los libros de la hermana Bernarda, despejó la duda. "Está completamente viva", aseguró y con escasos 23 caracteres aventó los fantasmas de la muerte de la religiosa.
"A nosotros nos lo informa un cliente de Rosario, que había visto la noticia en internet", amplió Baggio. "Lo chequeamos y vimos que Television.com.ar informaba que había muerto a las 7 y media, pero una persona nuestra había hablado con ella a las 9 -contó-. Así que volvimos a llamarla a las 10 y cuarto y nos dijo que se estaba yendo a hacer unas compras al supermercado".
Había ido a hacer las compras, sin smartphone, notebook ni iPad. Había llevado, ingenua, la bolsa de los mandados, la misma en la que, desde hace años, recoge los ingredientes con los que prepara sus recetas mágicas.
Y se había vestido rápido, porque no tenía ningún apuro.