Sólo dos parejas argentinas participarán del Mundial Sub 19 de vóley de playa que se jugará desde el 27 al 31 de julio en Lárnaca (Chipre). Una de esas parejas es masculina, integrada por un entrerriano y un marplatense. La otra es ciento por ciento rosarina: la forman Virginia Beguiristain y Julia Díaz, ambas de 17 años y jugadoras del club Provincial. Tanto el entrenador del seleccionado, Mariano "Mono" Baracetti, como el técnico local de ambas, José Luis "Indio" Barrionuevo coincidieron en decir que la dupla albiceleste local está bien entrenada, pero este mundial será para ellas más que nada una instancia para acumular experiencia y hacer los primeros pasos en la competencia internacional. Ambas serán una especie de David que se enfrentará a gigantes como Brasil, Estados Unidos y planteles europeos donde las jugadoras son prácticamente profesionales. Pero ni Virginia ni Julia se achican. Le confesaron a Ovación que entrenaron "mucho", que caerán "totalmente" de este sueño, en Chipre y tratarán de "disfrutar" del juego que tanto las apasiona. Allá van.
Si no fuera porque una es rubia y la otra morocha podría decirse que Virginia y Julia están ligadas como siamesas. Juegan al vóley juntas desde los 5 años, las dos comenzaron en Gimnasia y Esgrima de Rosario (GER), con 10 años de edad se federaron, y llegaron a primera en 2015. Fueron seleccionadas a nivel rosarino, santafesino y nacional. En el verano 2013/2014 comenzaron a entrenar en beach con Barrionuevo. Ahora juegan en Provincial. En mayo pasado viajaron a Perú y clasificaron para el próximo mundial. Ya viajaron al exterior. "Fuimos las dos a Disney", contó Virginia. Ambas cursan quinto año, pero en colegios distintos: Virginia, en la Edmondo de Amicis y Julia, en la Brigadier López, y a las tres horas de volver de este mundial, las dos seguirán viaje hacia Bariloche para encontrarse con sus respectivos cursos y disfrutar de sus viajes de estudio. Hasta ahora vivieron prácticamente juntas tanto al vóley como la vida. Todo de a dos.
Este diario las encontró en una gélida tarde rosarina, en el balneario La Florida, practicando junto al río. La temperatura marcaba 20 grados menos que lo que las espera en el verano mediterráneo de la isla de Chipre, un paraíso cercano a Turquía, Siria, Líbano, Israel y Egipto.
"La temperatura es una diferencia que complica al momento de entrar en calor", dijo el entrenador. De todos modos tanto las chicas como todo jugador de beach vóley están acostumbradas a los cambios climáticos. Según el reglamento de esta disciplina, sólo se suspende un partido si hay tormenta eléctrica.
Las diferencias. No pocos bromean con ellas porque hacen todo juntas, pero Virginia y Julia marcan sus particularidades y diferencias, que van más allá del color de pelo. "Virginia estudiará psicología, yo, fonoaudiología. Virginia es ordenada, yo no, Virginia es callada y yo hablo mucho", dijo Julia, la morocha. "Pero ella lee más y sabe por ejemplo cosas de dónde vamos. Yo voy y juego. Ella elige la música, yo las películas de suspenso", agregó Virginia, al momento de develar cómo conviven en la habitación en cada viaje deportivo.
Los gastos del clasificatorio para el Mundial a Perú se los tuvieron que solventar sus familias, pero ahora contarán con el apoyo de la provincia y del municipio. "En todo sentido, deportivo y económico, las chicas se merecen este viaje. Es un regalo", dijo Barrionuevo, quien además sumó un aporte a las características peculiares de cada una. "Virginia es buena en el bloqueo y Julia en defensa. Ambas también lo son en el remate", dijo el técnico.
Tanto la rubia como la morocha saben que será importante la concentración para este mundial. Comúnmente se dice: deberán "jugar con la cabeza". En eso se tienen confianza y vuelven a encontrar un punto en común, dentro de la cancha. Dicen que escuchan al entrenador, pero que una vez en el partido "sólo" piensan en la pelota. Así prometen que será, las dos, siempre juntas.