Hoy posiblemente se tomaría como una traición o una ignominia. Pero hasta hace 30 años era posible que un jugador de primera vistiera las dos camisetas de los clubes rivales de Rosario y atravesara ileso su historia futbolística. Uno de esos casos se registró a finales de la década del 50 y principios de la del 60. Se trató del arquero Juan Carlos Bertoldi, el Colorado Bertoldi, como lo supieron apodar, vivar y alguna que otra vez también insultar, tanto los hinchas de Newell's como los de Central.
Ovación habló con este hombre, hoy de 69 años, que admiró a Amadeo Carrizo y cumpliendo el sueño del pibe ocupó su lugar en la selección nacional. El que empezó a atajar en épocas en que todavía no se usaban guantes pero sí un pulóver de lana bajo la camiseta (el de él era amarillo y se lo había tejido especialmente su novia Leticia, con quien luego se casó). Ese hombre es uno de los tantos que supo jugar con botines y pelota Sporlandia. Y ya no es colorado sino completamente cano: ese hombre es el arquero con las dos camisetas.
"Si volviera a nacer volvería a jugar en ambos clubes, me llena de orgullo. Cómo no hacerlo si fui feliz al salir campeón con Newell's en cancha de Boca (contra Deportivo Español en el torneo reclasificatorio de 1967) y también viví la gloria en cada año que jugué en Central, a mi viejo la hinchada lo llevaba en andas por ser mi papá", recordó el Colorado, dividido profesionalmente entre los dos clubes más importantes de la ciudad pero hincha de River. Así de mezclada fue siempre su vida futbolística y lo sigue siendo: hoy su familia, de tres hijas y nueve nietos, sigue sus pasos. Hay hinchas de las dos camisetas.
Bertoldi nació, se crió y vive hasta hoy en barrio Echesortu. A los 5 años empezó a jugar en el club Servando Bayo. El dato lo documentó con una foto, entre las tantas que tiene en las paredes y repisas del comedor de su casa.
Se lo ve a él de 10 años y a sus compañeros posando en una hilera, pulcramente peinados y con shorts grandotes, de tiro largo, junto a su primer entrenador: Celedonio Tejedor. Pero, a pesar de que allí ya oficiaba de arquero, Bertoldi aclaró que no siempre se paró bajo los tres palos. "Jugaba de wing y era bueno. Y eso me dio habilidad cuando fui al arco. Hoy los pibes juegan pegados en la línea y desde ahí le dan puñetazos a la pelota, a mí me gusta el arquero que sale jugando con los pies, como el Patón Guzmán", apuntó.
Debutó en la primera de Central en 1957 y colgó los botines en el 68 en Newell's. Pero en el medio pasó por San Lorenzo, Huracán y la selección nacional (salió campeón en el Sudamericano que se jugó en Buenos Aires en 1959).
Contó que en su época no había entrenadores de arqueros. "Simplemente te paraban 20 pibes enfrente y te mataban a pelotazos, te hacías arquero de prepo", recordó. Y tan mal no le fue. Según las estadísticas de AFA jugó 95 partidos en Central y 34 en Newell's (él dirá que fueron más).
En Arroyito, tras la salida del peruano Walter Ormeño, se ganó la titularidad en cuatro temporadas ininterrumpidas para el canalla. Y con los rojinegros también se lució. Recientemente el club del Parque le hizo, a él y a varios colegas, un homenaje por haber hecho historia en el club.
Un certificado que se trajo de ese reconocimiento dice que "el promedio de gol recibido por partido fue 0,794, el mejor de la historia del club desde 1939". El lo lee con orgullo y lo guarda como si fuera el boleto ganador del Quini.
Pero hay un hecho de su historia en el fútbol que se destaca hasta en Wikipedia y que él nombra como "la desgracia".
En 1960 Central cayó en el clásico ante Newell's Old Boys por 5-3, "con una floja actuación suya que le valió la pérdida del puesto, siendo reemplazado por Edgardo Andrada. Desde entonces y hasta el final del torneo no volvió a jugar", dice la enciclopedia universal. "No debí haber jugado esa vez, había muerto mi abuela Angela ese mismo domingo y yo estaba muy mal. Mi actuación fue terrible, me comí goles bobos, pero eso no fue lo peor sino que dijeron que me había vendido. Fueron injustos conmigo. Pero ya está, me quedan todos estos lindos recuerdos", dice mientras hace un paneo con la mirada por las paredes de su casa.