Tras la timorata igualdad ante el Ciclón muletto, las caras preocupadas dominaban la escena en el Gigante de Arroyito. "Falta juego", sentenció un hincha auriazul mientras desandaba el bulevar Avellaneda y trataba de soportar el viento helado que le calaba los huesos.
Ayer, el equipo de Paolo Montero dominó a piacere pero el grito de gol nunca llegó y las jugadas de riesgo en el área rival casi que ni aparecieron. Tras 90 minutos anodinos quedó claro que falta una usina de juego en tres cuartos de cancha, en ese lugar del verde césped que lastima al contrario y abre las puertas del camino al arco de par en par.
Con el doble cinco cincelado a fuego en la estructura canalla del técnico uruguayo, Leonardo Gil aún no acierta a ponerse el traje de "generador". La salida es prolija porque parte de los pies de Mauricio Martínez, un experto en esto de arrancar con claridad, luego la pelean con enjundia y desequilibran por las bandas tanto Carrizo como Camacho. Pero falta ese engranaje, esa pieza vital que corone lo antedicho con el penúltimo pase, la asistencia, la antesala del pase a la red.
Ayer, el entrenador canalla recurrió a Gustavo Colman cuando iban 20 del complemento y el equipo no le encontraba la vuelta. El otrora resistido ex Chacarita esta vez fue bienvenido por la gran mayoría, porque si algo caracteriza a Colman es esa claridad para ponerla entre líneas. Pero tampoco fue solución y así Zampedri y Ruben (ayer más movedizo) se quedaron sin combustible para alimentar la ilusión del gol.
Sobre el final sumó al pibe Leonel Rivas, un desfachatado que podría ser enganche o mediapunta, pero el desequilibrio bordeando el área de San Lorenzo no apareció.
Ante San Lorenzo, Central no pudo, más por impericia propia que por la propuesta rival. Ingresó en un embudo del que sin ideas nunca pudo salir. Amontonó gente en campo azulgrana pero el estiletazo nunca llegó. Central es un equipo sólido y prolijo que nunca se sale del libreto. Y en partidos como el de ayer conviene que haya uno que patee el tablero, un conductor, enganche, patrón de equipo, como se quiera llamarlo. Ese generador de juego que haga recordar que el fútbol sigue siendo la dinámica de lo impensado.
Marco Ruben continúa con la pólvora mojada
El presente de Marco Ruben es imperfecto. El capitán y goleador de Central sigue sin convertir. En realidad, su último gol oficial data del pasado 14 de mayo. Aquel domingo no fue un día más, claro está. Se lo convirtió a Newell's a la media hora del clásico, que terminó con victoria canalla de 3 a 1 en el Coloso. El goleador después no pudo volver a facturar. Y eso que actuó ante Racing, River y Colón. Luego llegó el parate obligado porque debió pasar por el quirófano para ser operado por el sobrehueso en el talón izquierdo. Volvió al ruedo en la pretemporada. Y arrancó siendo titular en la Superliga. Pero no pudo convertir ante Colón. Ni tampoco por Copa Argentina frente a Riestra. Y ayer también demostró tener la pólvora mojada contra San Lorenzo. El lunes tendrá revancha con Temperley.
No pudo cortarla racha negativa
Desde que el club de Arroyito retornó a primera división, los números canallas son negativos ante el Ciclón. Hubo siete enfrentamientos, de los cuales el equipo de Boedo se impuso en cuatro ocasiones. Los otros tres fueron empates. La última victoria data del Apertura 2010, en el Gigante, DT Cuffaro Russo, ganó 1 a 0, con gol de Milton Caraglio.