Cuando era muy pequeña, a los 4 años, ella y su hermana querían practicar taekwondo en el gimnasio de su padre, pero él no se las hacía facil. "No nos daba ni la hora, no nos veía futuro, pero insistimos, les copiábamos en un rincón a los practicantes y con el tiempo aprendimos. Mi hermana con los años dejó, yo seguí y acá estoy, ahora enseñándole también a mi hijo".
Las palabras son de Moira Lenti, segunda generación taekwondista de la familia y la mujer mejor graduada en la disciplina en Rosario. Acaba de rendir y lograr la categoría de 7° dan a los 35 años. Y con las pruebas a la vista, su papá ya reconoce que fue duro y algo injusto en esto de forjarles "espíritu guerrero y espera en pos de sabiduría" a las nenas. Hoy posa orgulloso con su hija, la mejor taekwondista de la ciudad, y con sus nietos para la foto de Ovación.
La charla entre la discípula, su maestro (grande gran maestro o simplemente 10° dan) y el aprendiz; Giuliano, de 5 años y cinturón verde, se da en el propio gimnasio familiar, la sede central de la Federación Nacional de Taekwondo Chon Ji Kwan, en zona sur, donde unos 40 alumnos de entre 6 y 75 años practican la disciplina.
Moira es profesora de matemática y física y madre de dos nenes (también de Giovani de 2 años, quien se cuela en la foto). Y la práctica diaria, durante años, de este arte marcial con el que alcanzó en 2003 el título de subcampeona en el Mundial ITF (Federación Internacional de Taekwondo) en Varsovia (Polonia), en la especialidad forma individual, no le hace perder su impecable producción estética. La mujer despliega formas y patadas con uñas de pies y manos pintadas, luce la vestimenta conocida como dobok, blanca inmaculada y como recién planchada, y el cabello sin un pelo fuera de lugar.
"Soy bien femenina aún en combate, que quede claro para los que tienen prejuicios hacia la mujer taekwondista", bromea antes de agregar: "Esta disciplina es una forma de vida, la puntualidad, la prolijidad, la búsqueda de la perfección son cosas que se trasladan a todos los órdenes de la vida".
Quien le tomó el examen y la graduó esta vez (ahora está esperando la certificación internacional desde Nueva York) fue su propio padre. Moira no sólo demostró destrezas de combate sino también rindió teoría filosófica.
Pero durante la nota sólo despliega algunas de las formas que demostró al rendir (hay 24 y cada una tiene decenas de movimientos). Se para con absoluto equilibrio, mira a la nada frente a sí, salta, pega una patada, tira un puño al frente y expulsa el aire con un silbido potente.
"Para mí ahora competir es complicado, no tengo con quién, pero sí puedo exhibir y enseñar", explica Moira, quien arrasó con 15 torneos nacionales, subió al podio en varios panamericanos y lleva encima los mismos 50 kilos que hace 20 años. "Comida sana, entrenamiento y disciplina", apunta como secretos de ese logro.
Dice que a diferencia de su padre, a ella sí le gusta que su hijo siga sus pasos y que desea que lo practique "con responsabilidad", porque "más que un deporte el taekwondo es un arte que hay que respetar: es para todo el mundo, aunque no todo el mundo es para el taekwondo"
En 2003, Ovación le había hecho una nota a Moira con motivo de lograr el segundo lugar en el Mundial y de haber sido la única rosarina en alcanzar el 4° dan. Terminaba diciendo que "Moira aún tenía mucho tiempo para demostrar" todo lo que tenía para dar. Catorce años después esa nota se lee casi como una profecía.