Scocco ya no está más en Newell's, pero podrá volver. Los aplausos con los que se fue en el último partido ante Godoy Cruz lo certifican. También sus 77 goles. Y las dos vueltas olímpicas como campeón. Pero será difícil que lo haga como jugador, más allá de sus 32 años. De ellos, pasó 11 en el club. Con buenas y también malas, que las tuvo. Fue hace algo más de un año, el 7 de mayo de 2016, cuando tras el 0-1 en el Coloso los hinchas lo insultaron tanto o más que al resto de sus compañeros. Claro, era el final del torneo de Transición 2016. Después llegaron las buenas, los goles, la pelea siempre en los primeros puestos y las puteadas cambiaron por la ovación a los 32' (el número de camiseta que lo representó) y cuando lo reemplazó Maxi ante los mendocinos. "Cuando te toca irte de tu casa es triste y duele", dijo el goleador en la conferencia de prensa tras el cotejo. Un sentimiento genuino, real. Pero se equivocó en algo. Una cuestión mínima, tal vez. Parecida (no igual) a lo que sucedió en la vereda de enfrente, en la de Arroyito, con la salida de Pinola, con quien compartirá equipo. ¿Por qué? Era un secreto a gritos que Nacho se iba de Newell's por cuestiones económicas. Que un club pagaría lo que la Lepra no podía. Y, en parte, él ocultó la decisión que tenía tomada. "Es una conferencia (de prensa) rara porque si bien todavía no hay nada cerrado, me voy", dijo sin nombrar a River. ¿Por qué? Tan rápido solucionó todo que sólo pasaron un puñado de 30 horas para que se lo viera por TV en tierra millonaria haciéndose la revisión médica. Lo sabía. Y no lo dijo. Hubiese sido lo mismo, no existían motivos para ocultarlo. Tenía todo el derecho de elegir.