Central deberá aprender que cuando es muy superior en en el juego deberá extenderlo al resultado. Si no va a sufrir mucho, como anoche en Temperley, donde cosechó tres puntos vitales en la pelea por la clasificación a la Copa Sudamericana. De un momento en el que debió tener todo liquidado pasó a encubrirse con las desprolijidades. Y estuvo cerca de dejar puntos en el camino. Si no lo hizo fue porque en el medio del peor momento guapeó y fue en busca de más. A la larga fue un premio merecido, por el que tuvo que luchar demasiado y del que sacó un rédito enorme.
Si de ritmo se trata, Central planteó una actividad vertiginosa. Temperley también quiso hacer lo suyo, pero la jerarquía quedaba mucho más expuesta cada vez que uno de los dos atacaba. Y ese era el canalla. A la prolijidad que siempre intentó meterle cuando salío del fondo le sumó claridad en el juego. Era una combinación tras otra, con buenos destinos, lo que facilitaba la labor de aproximarse con claridad al arco de Ibáñez. Desde la posición itinerante de Teo Gutiérrez, Central fue creando sus propios espacios. Por eso Camacho pudo cabecear en el segundo palo cuando iban apenas 50 segundos.
Las únicas respuestas de Temperley pasaban por las corridas por izquierda de Ozuna, complicándole la existencia a Ferrari. Pero nada que le sirviera para generar el peligro que Central proponía del otro lado. El remate de Camacho lamió el palo izquierdo a los 5', con un sutil pase de Teo. Después fue Ibáñez quien le bajó la persiana al arco tras un tiro libre de Martínez que se desvió en la barrera (7'). Pero la insistencia merecía algún premio. Porque a esa altura el 0 a 0 parecía injusto. Y apareció la apertura de Ruben para Fernández, el centro del improvisado marcador de punta y la aparición fantasmal de Camacho (14') para anticiparse a la defensa celeste. Un gol justiciero.
Nada de calma por parte de Central. Porque la insistencia se extendió en un juego que debió darle un premio mayor al equipo de Montero. Porque Trucco no advirtió el penal de Peralta sobre Carrizo (19') y porque Teo le dio con la chancleta cuando tenía todo el arco a su disposición después del gran centro del Pachi Carrizo. Pudo ser también el zapatazo de Leguizamón desde lejos. Pero no. Lo que por ese entonces debía ser una historia prácticamente definida fue otra historia, pero con final abierto. Y fue eso lo que le dio vida a un Temperley que era más enjundia que fútbol y que gozó de alguna que otra aproximación más por equivocaciones canallas que por virtudes propias.
Tanta bondad mostró su improductividad. Temperley podía dar gracias de estar a tiro del resultado. Más si después de un arranque del segundo tiempo con la intención de mantener la intensidad la baja en la producción entró en un terreno de cierta lógica. Fue allí donde algunas arremetidas de Temperley conjugaron el mismo tiempo verbal que ciertos errores canallas. Y en el peor momento de Central apareció ese gol de Guevgeozián que parecía torcer la historia, más teniendo en cuenta que ya Fernández y Martínez no estaban en cancha.
Pero hay un as en la manga que cada tanto aparece. Ese as es Ruben. Una recepción en el corazón del área, un rápido posicionamiento y un remate seco hizo que Central volviera a amigarse con lo que largamente merecía.
Después, partido de dientes apretados, de ida y vuelta, con situaciones para uno y para otro, con unos largos siete minutos de adición. Ingredientes de un partido emocionante que enviaron a Rosario tres puntos tan luchados como merecidos.
La figura: Camacho, el más parejo
En medio de varios buenos rendimientos del primer tiempo y de algunas mermas en el segundo, el uruguayo Camacho fue el más parejo. Fue el encargado de ponerle la rúbrica a una jugada que él mismo inició en mitad de cancha en el primer gol canalla y cuando el equipo necesitó hacer la pausa marcó la diferencia a la hora de entender el partido.