Viva el fútbol en estado puro. Viva la pasión incondicional por las camisetas que no están en las vidrieras de las tiendas deportivas que marcan la moda, pero que el hincha las tiene puestas en la piel como una marca indeleble. Cuando los altos directivos de la AFA se traicionan una y otra vez para quedarse con lo que queda de la torta, todavía por suerte está el simpatizante de a pie que mantiene viva la llama de la pasión por la pelota y por el club del propio terruño. Ayer por la tarde fue conmovedor ver cómo llegaban al estadio Municipal de la Costa, en Camet Norte, en el partido de Mar Chiquita, cientos de "locos lindos" envueltos en banderas de Argentino y Central Córdoba, para ver una histórica edición amistosa del derby más íntimo de Rosario. La redonda trajo a charrúas y salaítos a orillas del mar. Tanto a jugadores, como dirigentes e hinchas. Aquí hubo 90 minutos de fútbol intenso y con pocas ideas, algo que quedó reflejado en el pálido 0 a 0. Pero llegaron los penales y el festejo desaforado del plantel albo, que se impuso 6 a 5 desde los doce pasos, con el arquero Lucas Rodríguez como el héroe de la jornada. De esta tarde que ya entró en la historia. Porque fue un canto a la pasión por el fútbol. Y tuvo el sello rosarino.