Domingo. 8 AM. La parienta (léase esposa o conviviente de varios años) se despierta porque escucha un ruido formateado como un relato de fútbol que proviene del living. Mira a su lateral derecho y se lleva la primera sorpresa porque no encuentra a su "peor es nada", hombre voluminoso que habitualmente a esa hora dominical transita la pretemporada del sueño. La ausencia inusitada la impulsa a la señora afuera del dormitorio como un relámpago y embargada por la incredulidad y desconfianza se encamina hacia el epicentro del eco sonoro. La rareza la lleva a abrir despacio la puerta que deriva en el destino y cuando otea el panorama lo encuentra al señor arrumbado en el sofá, con los ojos clavados en el televisor saciando la necesidad de ver un partido. Pero la historia tendría un desenlace inesperado para la doña, porque detrás de un murmullo que intentó corporizar un "buen día", osó como nunca interiorizarse de lo que miraba su compañero de vida, y allí el asombro mutó en bronca: "Gordooo, no podés estar mirando a esta hora un partido de fútbol chino". Cuando el imputado ensayó una tibia defensa diciendo que jugaba Tevez, la réplica lo sepultó: "Ni siquiera sos hincha de Boca. Todo chino acá, ahora hasta el fútbol".
Domingo. 13 PM. La abuela anuncia a viva voz que los ravioles ya estaban subiendo a la superficie de la olla burbujeante y que en cuestión de minutos se daba el puntapié inicial para el gran almuerzo familiar. Madres, hermanas, cuñadas y primas armaban ronda en el patio donde los dimes y diretes (llámese chismes) generaban un sonido ambiente confuso y difuso, que sólo era matizado por los "uhhhhhhh" que partían del amplio comedor, allí donde el Nono despotricaba por tener que ver a dos equipos de fútbol de los que no sabía ni los nombres. Mientras tanto, los nietos, más actualizados por la tecnología, le avisaban que el Urruti en cuestión era el que había jugado en Newell's, a su vez hijo del que jugó en Central. Y para que la nostalgia no los invada por completo, algunos hinchaban por Dallas y otros por Galaxy, a manera de juego, ya que la atracción por el soccer estadounidense es casi nulo. Y la pasión sólo es argentina.
Jueves. 21 PM. Y un día volvió el fútbol argentino y así el padecimiento por el síndrome de abstinencia empezó a subsanarse. Pero con temor. Y mesura. Porque nunca se sabe hasta cuándo girará la pelota. Más en una organización como la AFA, donde los castigos son sólo para los hinchas. Porque rodará la pelota pero nunca una cabeza de los responsables. Que hicieron que el fútbol criollo se tomara el palo por más de un mes. O mejor dicho lo molieron a palos y se fue de paro.
El fútbol regresó y los hogares nacionales dejaron de correr el riesgo de disgregarse. Resultó inadmisible ver a los hinchas locales engañar los ojos con partidos del fútbol chino, alemán, yanqui, español, italiano, inglés, mexicano, holandés o francés.
Si el Negro Fontanarrosa viviera hubiese llenado una biblioteca con los cuentos basados en los televidentes locales que ni siquiera tenían la chance de deletrear los nombres de los equipos chinos. Y mucho menos las identidades de los futbolistas impresas en las espaldas de las camisetas. Con apenas cuatro letras chinas habían escrito en la casaca 32 del delantero argentino ex Boca. Y seguramente ahí decía Tevez. O Carlos. O Carlitos. Incomprobable.
Este inconcebible recurso de importación de fútbol al que tuvieron que acudir los hinchas argentinos es responsabilidad de directivos, dirigentes, influyentes, agentes, representantes, comisionados y toda la runfla que pugna por ostentar un poder. Que si siguen así será para manejar la nada misma. Hace más de un año tironean de la pelota con el agravante de que pareciera que no les importa romperla. Aunque ya rompieron bastante.
Volvió el fútbol argentino. Que de estar sin jugar lo reiniciaron un jueves, para seguir viernes, sábado, domingo y lunes. Y hasta postergaron un partido porque en Córdoba el estadio Kempes no está en condiciones.
Eso sí, las apetencias políticas de los dirigentes del fútbol pobre y nuestro de cada día están intactas. Gozan de buena salud. No basta con la división que fomentan los directivos de los clubes sino que también, y para no ser menos, los integrantes de la comisión normalizadora (una denominación petulante por lo visto y hecho) también juegan en la interna. Dos están con Tinelli, uno no sabe no contesta, y el otro directamente está en la lista de Claudio Tapia. Completito. Como para un cuadro.
Eso sí. La Fifa, que designó esta comisión normalizadora, exigió que los candidatos a presidentes de la AFA pasen el examen de idoneidad y ética ante la Conmebol. Sí. La misma Conmebol que organizó la Copa Sudamericana donde el partido de ida de la fase inicial se juega en marzo y la revancha en junio. Ahí parece que la idoneidad se toma su tiempo.
Pero no importa. La pelota vuelve a girar y aquellos socios de clubes que pagaron miles de pesos en abonos y cuotas con anticipación comenzarán a disfrutar del derecho postergado y embargado.
Si hasta parece que la normalización será casi completa, porque comienzan a retornar los hinchas visitantes a los estadios. La necesidad tiene cara de hereje. Y vive en la AFA.
Volvió el fútbol. Y ya los amantes de la redonda no tendrán que ver los partidos de China. Aunque el fútbol argentino siga siendo un cuento chino.
Con la normalización vienen cambios
Cuando la interna de la AFA se dirima en las urnas (y es de esperar que esta vez no termine 22 a 22 cuando voten los 43 asambleístas), comenzarán a producirse cambios en otros ámbitos, como si se tratara de un efecto cascada. Una de las modificaciones podría darse en la implementación de la Superliga, mientras que otros se producirían en las estructuras de las asociaciones del interior. Es muy fuerte la versión que habría cambios en la Rosarina..