Ovación tuvo el privilegio de ver Unión-Central pegado al banco de suplentes canalla. Y desde ahí está claro que se puede ver "otro" partido, que también merece contarse.
Por Carlos Durhand
Ovación tuvo el privilegio de ver Unión-Central pegado al banco de suplentes canalla. Y desde ahí está claro que se puede ver "otro" partido, que también merece contarse.
El primero en encarar hacia el banco fue su DT Leo Fernández, quien se enganchó con un cable de la TV y casi termina en el piso. A su izquierda, con un cuaderno en mano, estuvo el Pelado Alberto Boggio y a su derecha el PF Horacio Rogolino. La primera fila la completó el resto del cuerpo técnico mientras que en la segunda se ubicaron todos los suplentes.
Apenas terminaron los saludos de rigor entre todos los futbolistas y la cuaterna arbitral, Jeremías Ledesma se arrimó al banco a darle a un colaborador el banderín que le había entregado el capitán de Unión y el profe Rogolino lo llamó a Alarcón para brindarle una última indicación y, al mismo tiempo, ver cómo se paraba Unión en la salida; Leo Fernández, en tanto, le gritó a Rizzi para que estuviera atento ante un posible pelotazo detrás de su espalda.
Una constante en el banco fue que todos aportaron su granito de arena. En ese sentido, Fernández demostró ser un DT que escucha a todo el mundo, pero las decisiones las toma él.
Además, como pasa en varios planteles, en cada jugada de riesgo de los tatengues se escuchaba un grito para "frenar" la situación. Lo que llamó la atención fue que en lugar del famoso "Quiricocho" que adoptaron varios equipos del fútbol argentino, pronunciaban el apellido de una persona con bastante recorrido en primera y en el ascenso. Y por lo menos ayer les dio resultado. No habían pasado diez segundos cuando Leo Fernández saltó desde su asiento para gritar "bien Diego" por la presión de Becker a un defensor de Unión. Los primeros momentos fueron los de más nerviosismo en el banco auriazul ya que para muchos, enfrentar a la primera de Unión, en una serie eliminatoria, como visitantes, y con el buen marco que había en la cancha, no era cosa de todos los días.
En los primeros instantes, los suplentes les pidieron a los de la TV que se corran un poco porque no podían ver bien. Mientras que desde el banco de Unión se escuchaban los gritos de Madelón, que les pedía a sus futbolistas que jueguen por abajo.
Leo Fernández vivió el primer tiempo como una final. Se cansó de gritarle a Protti y Coscia que presionen en la salida. Se tomó casi dos litros de agua, se acomodó varias veces la gorra canalla y si bien estuvo de pie en la mayoría del partido, en las pelotas paradas a favor de Unión se sentaba rápido.
Una situación graciosa se vivió un ratito antes del gol de Central. Nazareno Arasa, a juicio del banco auriazul, había cometido un par de errores. "Dejemos de boludear" dijo un colaborador. El 4º árbitro se dio vuelta para llamarle la atención y, rápido de reflejos, contestó: "Les hablo a mis jugadores".
Llegó el gol auriazul y todos los suplentes de Central se confundieron en un abrazo casi en la línea de cal menos el Monito Palavecino, quien iba por primera vez al banco y lo festejó en su lugar.
Hubo unos minutos protestaron seguido y un colaborador de Unión retrucó hasta que Madelón calmó la situación. En el entretiempo los involucrados en el pequeño incidente se pidieron disculpas. Más allá del triunfo parcial, Leo Fernández se fue al vestuario con gesto adusto.
El segundo tiempo fue más calmo. Menos indicaciones y muestras normales de apoyo para quien entraba y de felicitación para el que salía. Hasta el mismo Protti le dio alguna indicación a Malcon Pilone. Y el final los encontró abrazados y con el deber cumplido.