Cuesta dimensionar el peso específico del Newell's-Central de esta tarde en el Coloso del Parque. Cuesta encontrar elementos que obliguen a pensar que durante dos horas la ciudad entre en una de esas parálisis que se hace presente con cada clásico. Lo de hoy no es ni por asomo una situación futbolística extrema, excepcional. Pero es un clásico. Que cuenta como condimento especial la condición de eliminatorio (por cuartos de final de la Copa Santa Fe). Es lo que lo hace atractivo. Al menos algo más interesante que un simple partido de reserva, como será en lo que a nombres se refiere. Porque Diego Osella seguramente estará en la cancha, pero con su cabeza puesta más en el formato futbolístico que puede darle al equipo titular. Porque Eduardo Coudet seguramente lo seguirá por televisión, pero estará más atento a que la llegada de Teófilo Gutiérrez no descarrile. Eso explica de alguna manera el grado de importancia que ambos cuerpos técnicos y sus respectivas dirigencias decidieron otorgarle a un torneo que es catalogado por esos actores como un agente que atenta contra la preparación de los primeros equipos. No será vivido de igual forma por Juan Pablo Vojvoda, Leonardo Fernández y esa catarata de juveniles que tendrán la posibilidad de salir a la cancha a coquetear con la presión y las obligaciones. También con el deseo y la adrenalina lógica de un clásico rosarino. No tienen por qué estar ajenos a todas esas sensaciones.
Es imposible aislarse de las contextualizaciones propias de una competencia menospreciada por ambos clubes en una actitud que no se condice con aquella postura firme, envuelta en sonrisas cuando ambas dirigencias aceptaron gustosas jugarla, incluso firmando un carta de intención de afrontarla con lo mejor que tenían. Nada más lejos de la realidad. Entonces, los pibes adentro. Esos pibes cargarán hoy y el próximo domingo (en el Gigante) con la responsabilidad de afrontar una instancia eliminatoria con el rival de toda la vida.
Habrá un estadio con camisetas de Newell's de un lado y de Central del otro. Esa de por sí es una imagen fuerte o cuanto menos atrapante. El marco será lo de menos, aunque pueda tomarse como un termómetro sobre el interés que despierta en los hinchas. En ese sentido del lado rojinegro se envió un mensaje claro con el banderazo que se llevó a cabo el pasado jueves. Con una concurrencia menor a la habitual, pero con la pasión de siempre. Esto último los pibes de la reserva leprosa lo vivieron en carne propia. Que le vengan a hablar a ellos de que lo que habrá en juego esta tarde en el Parque es de poca monta.
Esa reserva rojinegra tiene con qué ilusionarse. Llega empachada con el título que logró hace apenas unos meses en esa divisional y que es, sin dudas, la mejor garantía que puede ofrecer, amén de las dificultades con las que se topó en la instancia anterior ante el humilde Puerto San Martín.
Ese equipo juvenil auriazul cuenta con lo suyo también. La base de la sexta de AFA campeona en 2013, también con Leo Fernández a la cabeza, cuenta con tiempo y trabajo encima. Le alcanzó a Central para superar con holgura a Independiente de Chañar Ladeado, pero para esta ocasión sufrió bajas importantes (ver página 2).
En el medio, el folclore que rodea a cada clásico, propio de una ciudad que respira y transpira fútbol. Que si no juegan los titulares no es lo mismo, no cuenta. Que los nombres propios son lo de menos. Y como esos, miles de otros ejemplos. Es que el derby rosarino es pasión básicamente por los colores.
Desde el gobierno provincial se le intenta dar al torneo una entidad con todas las letras, explicable desde el lado de la firmeza que mostró en relación a las fechas en las que debían disputarse los clásicos, en medio de un pedido por parte de los clubes de patearlo para adelante.
Lo dicho, Osella y Coudet (con la venia del presidente Eduardo Bermúdez y sus pares de comisión directiva y de Raúl Broglia y los suyos) decidieron que no valía la pena arriesgar incluyendo a los jugadores que se perfilan para arrancar el torneo que se iniciará recién dentro de un mes. Desde ese lado, tal vez sea cierto eso que el temor a perder un clásico, justo antes del inicio del campeonato, puede alterar cierta armonía.
La contracara son quienes asumirán el desafío. Compenetrados ciento por ciento. Vale un ejemplo: tras la victoria ante Independiente de Chañar Ladeado, Leo Fernández comparó ese momento con el nacimiento de sus dos hijas.
Distintas lecturas y sensaciones para un partido distinto, pero siempre especial.
Por el honor o lo que sea. Coloso Marcelo Bielsa. Newell's de un lado. Central del otro. A jugar.
Octavos de final con distinta resolución
Los octavos de final presentaron distinta resistencia a los equipos rosarinos. Newell's igualó 0 a 0 ante Puerto San Martín y se impuso 4 a 2 por penales. Central lo resolvió de manera sencilla contra Independiente de Chañar Ladeado. Fue 3 a 0 con goles de Maxi González (2) y Agustín Coscia.