Antes que todo se impone una declaración: quién escribe estas líneas nunca comulgó ni comulgará con la manera en la que Diego Osella hace jugar a los equipos. Es una cuestión de gustos nada más. No hay nada personal contra un tipo que se nota a la legua que está tallado con buena madera. Así y todo no sorprende que Newell's, bajo esta conducción técnica, coleccione críticas y malos resultados porque sencillamente no juega a nada. Pero tampoco es justo que se tape sólo con tierra al entrenador rojinegro. Porque, en realidad, los que hace rato que le soltaron la mano a este proceso son los propios jugadores, con Maxi Rodríguez y Nacho Scocco a la cabeza de todo. Osella sabe que los futbolistas son los que le están cavando la fosa. Por eso tiene incorporado como un chip dentro del cuerpo que a él, en caso de que ocurra, lo echan los jugadores. Por ahí deben entenderse las declaraciones que realizó ayer y las que hizo tras la derrota contra Defensa y Justicia. Ni más ni menos lo que haría alguien que ya está jugado. A Osella ya no hay que explicarle por qué no seguirá en Newell's. Pero tampoco si le acercan vidrio, se lo come.