El epílogo del partido fue "Polémica en el fútbol", como el nombre de un reconocido programa de televisión de algunas décadas atrás. Allí, de las discusiones muchas no derivaban en nada y se perdía el eje del tema. A Newell's tampoco le sirve demasiado a esta altura polemizar lo sucedido, con la derrota consumada. Nadie le devolverá ni un punto, más allá de la bronca por el primer gol de Gustavo Bou, que estaba apenas adelantado. O por la conquista de Formica, a quien le anularon lo que hubiese sido el 2 a 2 y tampoco quedó en claro si fue lo correcto.
No es fácil asimilar una derrota, siendo encima la primera en el torneo, con acciones que bien se pudieron sancionar de otra manera y que se supone le hubieran deparado otro desenlace al conjunto rojinegro. Tampoco es evidente que existió malicia ni que se trató de equivocaciones groseras del árbitro Germán Delfino y el asistente Lucas Germanotta, responsable de convalidar la apertura para Racing y de anular lo que hubiese sido el 2-2 de Formica.
Despierta tanto debate, tanto cuestionamiento, tantas dudas, tanta necesidad de observar las imágenes por televisión una y otra vez, que hay que darle la derecha a los encargados de impartir justicia, aunque algunos entiendan que no fue justamente lo que ayer hicieron. Más cuando la equivocación perjudica a un solo equipo.
Primera polémica. En el momento en que Bou corre en busca de una pelota rasante del Pulpito González para irse de cara a Pocrnjic, la impresión es que se encuentra unos centímetros por delante de Formiliano, ubicado sobre su izquierda. El juez de línea no levantó la bandera, obviamente Delfino dejó seguir, y Bou la culminó poniendo la pelota a la izquierda de Pocrnjic. Fue una jugada rápida, con Bou esperando para picar, sabiendo que podía quedar en posición adelantada. Y quedó, aunque no haya sido sancionado ni protestada por Newell's, al menos en ese instante. La mayoría se dio vuelta y dirigió la mirada a la mitad de cancha. Paz, que estaba con Bou, observó al juez de línea y le hizo un gesto, nada enérgico.
Más elocuente fueron los ademanes de Formica, aunque nada irrespetuosos. Con una sonrisa, le indicó con el dedo al juez de línea que "no" estaba adelantado en la jugada que hubiese significado el 2 a 2.
El Gato apareció por detrás de todos para interceptar un centro por el piso de Tevez y con el pie izquierdo la envió al fondo. El juez de línea levantó el banderín, porque entendió que Emanuel Insúa no lo habilitaba, algo que causó muchas dudas y el posterior reclamo al final del partido de Osella.
Con el pitazo final, el entrenador salió despedido hacia el centro del campo de juego donde permanecía Delfino con sus asistentes. Sentía que lo habían privado como mínimo de un empate. Se podrá seguir hablando por algunos días más de lo que se cobró en una y otra acción. Pero la necesidad de prestar mucha atención a lo sucedido, tratar de cerciorarse si uno no está equivocado, le da la derecha al árbitro y el juez de línea.
Se entiende también que a un Newell's que le costó rearmarse, que se le caen jugadores y es todo un problema como reemplazarlos, y que debe ajustarse a un planteo con lo que se tiene, cualquier fallo que se considere perjudicial lo moleste sobremanera. Pero lo del cuerpo arbitral no fue condenatorio ni mucho menos. Y hasta si le erraron, fue por poco. Como cualquiera de los que transitan el campo de juego.