La primera quincena de enero se fue sin pena ni gloria para la actividad comercial marplatense. Y recién en el arranque de esta semana se espera un repunte al menos para decorar una temporada que está entre las peores de los últimos tiempos, debido a la escasa cantidad de turistas, que encima arriban con los bolsillos flacos. Las calles céntricas están despobladas y esas postales de la playa Bristol atestadas de sombrillas y bañistas amontonados sólo están en las fotografías de archivo. Esto no sólo refleja la crisis económica, sino que evidencia el surgimiento de un abanico enorme de balnearios nuevos en toda la costa atlántica bonaerense que desperdigó a los viajeros. También resta la cantidad de pasaportes argentinos que cruzan la frontera rumbo a Brasil o Uruguay. Esta es una nueva Mar del Plata, si bien escuálida desde lo económico para alimentar a toda su oferta de servicios es una ciudad más tranquila para descansar y recorrer sin tanta histeria. Hasta las peatonales lucen raleadas tras el horario de playa. El saldo de esta situación es que el mar está “libre” de turistas, con mucho espacio para disfrutar de un relajante chapuzón.