Los miles de hinchas argentinos que cruzaron la línea del Ecuador entendieron desde el mismo momento en que entraron al estadio Atahualpa que era una noche para mimar a Lionel Messi. Para alentarlo todo el tiempo, como finalmente hicieron a rabiar, y también para gozarlo. Por eso le rindieron pleitesía cada vez que el crack rosarino tocaba la pelota. Y gritaron hasta el paroxismo con los tres goles del mejor futbolista del planeta.
Había que verlos en la cancha a esos hinchas argentinos que se dejaron arrastrar por la intuición de que iban a presenciar otro partido mágico de Leo. Todos ellos, más los millones de argentinos que sufrieron y gozaron en los más recónditos lugares del país, creyeron con la fe de un devoto que Messi era la tabla de salvación para terminar con tanta angustia. Es que también fueron movilizados por la situación in extremis en la que llegó Argentina al partido de anoche. Pero la única fe que profesaron y entendieron es la del dios Messi.
Por eso la melodía que habitualmente le endulza los oídos a Leo cuando juega con la camiseta de la selección argentina se escuchó desde que el árbitro brasileño Anderson Daronco pitó el inicio del encuentro. Entre las añejas columnas del Olímpico retumbaba ese "Messi, Messi, Messi ", siempre acompañado por el movimiento de brazos cuando alguien se rinde a los pies.
Los hinchas del Tri, con la selección amarilla ya eliminada, encontraron la excusa perfecta para venir al estadio y disfrutar de Messi. Es realmente increíble el grado de idolatría que despertó el rosarino en Ecuador. Cientos de fanáticos vivieron apostados en el hotel en Guayaquil. También ayer muchos quiteños esperaron debajo de un sol que partía la tierra en los alrededores del hotel Hilton, búnker de unas pocas horas del seleccionado argentino en su estadía en Quito, para verlo saludar. Aunque sea tener un gesto, un pulgar para arriba en una clara alusión de agradecimiento por todo afecto repartido.
La admiración que despierta el rosarino en el público ecuatoriano no se opacó pese a que le convirtió por partida triple a su seleccionado. Por el contrario, aunque ellos hayan hecho fuerza por su representativo nacional, comprobaron en carne propia el talento de ese futbolista cuyas cualidades tanto aprecian.
Si el simpatizante argentino esperaba que Messi se hiciera cargo del equipo, no caben dudas de que cumplió con creces. Hasta aquellos que tienen cierta resistencia hacia su figura gritaron cada gol de la Pulga con ganas, eufóricos, sabedores de que cada conquista fue un paso decisivo hacia el Mundial de Rusia 2018.