Cecilia Carranza Saroli apoya su cabeza sobre el hombro izquierdo de Santiago Lange y con la mano derecha le masajea el otro hombro como se hace cuando alguien tiene frío. No es el caso. Están abrazados desde que empezó la ceremonia de premiación, pero quieren sentirse más unidos todavía. La misma unión que dio sus frutos en la competencia. Fueron 12 regatas y una Medal Race exigentes, pero la primera clase mixta de vela en el olimpismo necesitaba de esa fortaleza. Aplausos para la pareja austríaca que recibe las medallas de bronce, reconocimiento para los australianos cuando se cuelgan las de plata y un abrazo mucho más fuerte después. Los nombran y suben a lo más alto del podio. Santiago mira eternamente el cielo y alza los brazos exactamente en la dirección del sol que empieza a escaparse por el oeste. Ceci se toca la cara, se frota los ojos, no dejará de lagrimear en ningún momento, saluda con ambos brazos en alto y vuelven a abrazarse. Se sueltan, giran hacia los familiares que gritan desaforados en uno de los corralitos. La persona encargada de colgarles las medallas doradas debe esperar. Ellos vuelven a abrazarse totalmente emocionados. Después empiezan a señalar a su gente, seguramente todos integrantes del equipo, engranajes inalterables de una estructura sólida. Es tiempo de escuchar el himno, lamentablemente una versión horrible que nadie sabe de dónde salió. Los dos lo entonan como pueden, como todo argentino que anda por allí porque, se insiste, es una versión paupérrima que hasta confunde. Miran cómo la bandera argentina trepa hasta lo más alto. Santiago nunca retirará su mano del corazón y Ceci lagrimea. Son campeones olímpicos.
Medalla de oro a la tenacidad, a la perseverancia, a la lucha contra la adversidad y hasta la enfermedad. La misma que llegó como un mal y terminó siendo el disparador para que ya nada los contenga en la búsqueda del objetivo.
La rosarina Cecilia Carranza Saroli y el mítico Santiago Lange, 29 y 54 años, son campeones olímpicos, ganaron la medalla de oro en la Clase Nacra 17 tras terminar sextos en la Medal Race. Se impusieron por un punto: 77 contra 78 de las duplas australiana y austríaca. Fue tan cerrado el final que después Cecilia reconocería que pensó que habían terminado segundos.
Ellos llegaron primeros a la competencia por la medalla y sabían que un tercer puesto era suficiente para ganar el oro, pero una penalización en la salida los hizo retroceder y pasaron la primera boya en el último lugar.
Enseguida llegó una reacción espeluznante que ubicó al catamarán argentino en el sexto lugar y allí empezaron las cuentas y también las dudas. Porque la paranoia de duplicación de puntos de la Medal Race y la suma daba a los argentinos primeros 77 a 78 sobre Australia y Austria y dejaba fuera de carrera a la pareja italiana, principal adversario, que nunca pudo recuperarse de un mal arranque. Es probable que la obsesión por controlar a los argentinos los haya envuelto en una trampa de la que nunca pudieron escapar.
Una nueva sanción tras pasar la última boya hizo retroceder a Lange y Carranza Saroli algunos lugares que los sacaban al menos de los dos primeros lugares del podio. No obstante, otra reacción impactante del barco argentino lo ubicó casi sobre la llegada en el sexto lugar y con ello en lo más alto del podio.
La hazaña estaba consumada. Tras la incertidumbre inicial por el resultado llegó el festejo.
Y con ello toda la semblanza de una pareja que arrancó a competir en 2014 y se hizo de acero a partir de la adversidad. Fortalecidos por la vida misma, se sabe, Cecilia y Santiago estuvieron a punto de tener que separar su vida deportiva. A Lange le descubrieron un cáncer de pulmón en abril de 2015, lo que derivó en una operación de lo más compleja, a la altura de la enfermedad, en septiembre. En noviembre ya estaban entrenando de nuevo.
Antes de arrancar la competencia, allá por el día 9, Cecilia le contó a Ovación que viven en Río de Janeiro desde diciembre y que salvo para las fiestas de fin de año, organizaron sus vidas y sus competencias desde la sede de los Juegos Olímpicos porque era la única forma de recuperar el tiempo perdido. La verdad es que es una historia de vida que trasciende alevosamente el resultado deportivo, pero es justamente ese logro el que hace resaltar tamaña muestra de superación.
Lange ya había obtenido dos bronces en Atenas 2004 y Beijing 2008 junto a Camau Espínola, hoy senador por Corrientes, en la Clase Tornado. El catamarán de la Nacra es una especie de evolución de la Tornado. Ceci había sido 12ª en Beijing y 21ª en Londres en la Clase Laser Radial, y como ella misma reconoció, esa experiencia en dos Juegos anteriores había que capitalizarla en Río.
"Ya sé qué voy a vivir cada día por más que sea una experiencia diferente y que llegue de otra manera. Eso me permite estar preparada para el momento que llegue cada emoción", le confesó la rosarina a Ovación el día previo al comienzo de las regatas.
Estaban muy enfocados en lo que buscaban en los Juegos Olímpicos y los frutos llegaron ayer, un día que quedará marcado en la historia del deporte argentino porque el yachting, o la vela, que siempre estuvo cerca, de hecho es el deporte que más medallas le dio a Argentina en los Juegos Olímpicos detrás del boxeo, por primera vez ganó una medalla dorada.