La felicidad con cara de niño
Chiaverano celebró un podio postergado en Rosario, con su hijo Valentino en brazos, en un domingo cargado de emoción.
22 de agosto 2016 · 00:00hs
Como un niño. Con el suyo en brazos. Con el beso de la madre que lo sigue tratando como tal. La sonrisa de Mauricio Chiaverano, el único piloto de la región ayer en la cita nacional del Top Race, no cabía en su rostro. Después de muchas frustraciones en un autódromo que siente como el patio de la casa, al fin pudo hacer podio en el Series. Y como cuando ganó por primera y única vez, el año pasado en Río Cuarto, celebró con Valentino en brazos, su pequeño de 2 años. Es de Capitán Bermúdez pero Rosario y el Fangio son suyos. Tanto, que ayer fue acompañado por todos sus seres queridos, en un día con mucha familia, con muchos padres con sus hijos que decidieron empezar a festejar el día de los más chicos en el autódromo. Su festejo del 3º puesto se potenció porque debió sortear varios obstáculos para lograrlo y porque lo metió entre los 8 que clasifican al play off, a dos fechas del final.
A Chiaverano se le piantó un lagrimón cuando cayó la bandera a cuadros. Recién en las últimas vueltas se dio cuenta de que el domingo podría ser un gran día, después de un sábado frustrante en clasificación. Fue cuando superó a Gastón Bilieres y se metió en el podio después de batallar duro en una final áspera desde el comienzo, que hasta amenazó con dejarlo a un costado del camino tres veces. La primera, en la largada, al final de la recta del fondo, cuando el líder Fabricio Persia y José Rasuk se tocaron y "ni sé cómo pasé". Había largado 8º y quedaba 7º, mientras la cordobesa que vivió mucho en Rosario, Julia Ballario, pasaba como un rayo desde el 11º cajón hasta el 4º, hasta que la rotura del eje del diferencial ("era nuevo", confesaron desde el team) la dejó de a pie rápido. Después, el Turco Hamze casi lo tira afuera en el 2º giro, al punto que "me pidió disculpas", como corresponde por otra parte a compañeros de equipo. Y luego Luciano Cotignola, que lo precedió en el segundo lugar, lo cerró abruptamente al zambullirse de lleno en el curvón, en la secuencia más escalofriante de la carrera. "No me vio", lo justificó.
Por todo eso, por lo que sufrió y porque al bajarse del Cruze lo esperaba su esposa Betina para darle en brazos a Valentino, al bermudense lo desbordaba la emoción. Más porque su pequeño lucía un buzo blanco, con el Rayo McQueen detrás con el número 8 y la inscripción "Mi papá Mauricio Chiaverano". Ya en el box se fundió en un abrazo con su mamá Mari, que lo trató obvio como un niño, con su papá Coco, sus hermanos Gabriel y Fabio y el resto de la familia.
Los integrantes de los cuatro podios del domingo, las dos finales del Top Race (ver página 12), del Series y el Junior, mostraron el cartel pensado por la categoría para la ocasión: "Feliz Día del Niño", con letras de colores. Muchos estuvieron ayer en el autódromo, pero acaso el que más sonrió como chico con juguete nuevo fue Chiaverano. "Esto fue como un triunfo", pero "subir al podio con Valentino no tiene precio". No hubo dudas de que fue así.