Hablar a esta altura de las bondades locomotivas de Fermaglio sería una perogrullada. Luego de visitar en nueve ocasiones el recinto de los vencedores debería considerarse que el disco es su amigo entrañable.
Por Vicente Petisce
Hablar a esta altura de las bondades locomotivas de Fermaglio sería una perogrullada. Luego de visitar en nueve ocasiones el recinto de los vencedores debería considerarse que el disco es su amigo entrañable.
Ayer en la soleada -aunque gélida tarde- el pensionista del stud Don Elelo ratificó una vez más su hegemonía asumiendo el rol principal desde la suelta y marcando el ritmo a su antojo, como si supiera que en algo más de 2 minutos lo esperarían en la herradura sus allegados con la misión cumplida.
El único que intentó plantearle lucha fue Bonito Balsero, el único que intentó seguirle el tren al hijo de Aptitude manteniéndose a un par de cuerpos, mientras el resto se ubicaba en otro pelotón -léase Dublines y Master Pepe-, quienes tenían en sus libretos tratar de sacar provecho a una posible pelea entre los dos de adelante.
Pero nada de eso sucedió, Claudio Olivares mantuvo la vanguardia y movió al pupilo de Mario Palacios en los albores de la recta final, despidiendo a Bonito Balsero y poniéndose a cubierto de la arremetida ensayada por Dublines, su escolta a 6 cuerpos.
"¿Pero a éste no hay quien le gane?", dijo uno de los presentes tras consumarse la victoria. Y en honor a la verdad no está muy alejado de la realidad. Por el momento, Fermaglio es infranqueable.
La figura: Claudio Olivares
El jockey santafesino, que conoce de memoria a Fermaglio, concretó una faena impecable con Fermaglio dejándolo correr a voluntad desde el inicio de la carrera.