Paolo Montero 1, el partido 0. En lugar del "partido" se puede mencionar a Boca, al momento, a la instancia de octavos de final o cualquier otra cosa. A todas Montero les ganó. Porque el gran ganador de la noche en el Malvinas Argentinas fue el DT uruguayo. Imposible analizarlo de otra forma. Es que la previa estuvo acompañada de una tensión indisimulable, por el lado de
Central claro está, que hizo foco en la persona de Paolo. Bastaba con observar los rostros en la concentración canalla aquí en Mendoza, donde el optimismo pedía pista, pero la realidad imponía trabas. Pitazo final de Fernando Rapallini, después de un cierre de partido más conversado que un partido de truco, e inmediatamente una salida rápida del banco de suplentes por parte de Montero y mientras los abrazos se multiplicaban, el técnico enfilaba directamente a la escalera que lo iba a depositar en el vestuario. Allá se iba, solo. Para qué más explicaciones.
Para Central no era un partido más. Porque estaba la necesidad de mantenerse en pista en un torneo que figura claramente entre los objetivos del semestre como consecuencia de una nueva inversión millonaria, pero la cosa pasaba por otro lado. Las necesidades anidaban en otros rincones. Y la mayor necesidad de triunfo tenía que ver con ese límite que se había expuesto el propio Montero. En el peor de los casos, lo que había hecho fue abrir el paraguas y avisar que había pronóstico de tormentas. Aquel "estoy ante una situación límite" y "si tengo que dar un paso al costado lo doy" era lo que estaba en juego anoche a orillas de la cordillera.
Es que a partir de esas declaraciones es que nacieron las principales amenazas de tormenta. Con una dirigencia que sabía que cabía la posibilidad de tener que salir a buscar un nuevo técnico, Montero hacía lo suyo. Pergeñaba el equipo en la soledad de Arroyo Seco, analizaba de qué manera podía darle una vuelta de tuerca a un funcionamiento que había distado muchísimo del ideal en aquella tarde fatídica del Gigante contra Banfield.
El resultado lo fue todo. Es que lo que se hablaba o lo que se suponía podía pasar iba de la mano con el resultado, más allá de que las formas también podían llegar a influir. Y desde esas formas también salieron los grandes galardones que fortalecieron la figura de Montero. Porque el compromiso fue decididamente claro. Nada que ver con aquella raquítica personalidad del último partido, el que puso la situación al límite.
Ese compromiso de parte de los jugadores era lo que Montero les decía a los dirigentes que esperaba, algo que, por supuesto, les fue transmitido a los propios futbolistas. Porque la situación ameritaba, pero también estaba el plus que se debía dar porque enfrente estaba ni más ni menos que uno de los dos mejores equipos del fútbol argentino. Y Montero sabía que su pellejo estaba en juego ante un rival de enorme jerarquía. ¿Si esto no fortalece aún más la espalda de Montero?
Tanto sabía Paolo que la situación no era la más deseada que se vio en la necesidad de romper con una propuesta y un esquema que hacía dos partidos había puesto en funcionamiento, justamente porque su equipo rendía de un regular para abajo.
Y esa apuesta salió redonda. Porque el cuco Boca quedó reducido a un cusquito de la calle, porque Central se mantiene en carrera en la Copa Argentina, porque irá con muchísima más calma a San Juan para intentar reponerse en la Superliga. Pero sobre todo porque lo hará en medio de un clima ya sin tantos nubarrones y con un Montero que se fue del Malvinas Argentinas como el gran ganador de la noche.
"Nunca dudé de este plantel"
Paolo Montero fue al grano cuando tuvo que realizar la conferencia de prensa. "Nunca dudé de este plantel", tiró el entrenador como para dejar sentado que el grupo lo respaldó en cancha tras el mazazo que le pegó Banfield el pasado domingo en el Gigante por la Superliga. "Habíamos tenido la derrota más dura de mi corta carrera y este es el triunfo más importante de mi corta carrera", sintetizó el uruguayo con sinceridad mientras el vestuario canalla desbordaba de felicidad por haberse metido en los cuartos de final de la esquiva Copa Argentina.
"El plantel se lo merece por el esfuerzo que hizo. Jugaron con mucha intensidad. Ganamos casi todos los duelos individuales", acotó Paolo para luego remarcar que "los jugadores me respaldaron siempre, nunca dudé de ellos, y me deja contento porque se lo merecen".
Por más que minutos antes había dejado en el camino a Boca, el entrenador hizo eje en los efectos que había provocado el traspié contra el Taladro. "Las derrotas duras duelen, pero en estos días hemos hablado, fue un trabajo más mental que táctico", abundó.
A la hora de analizar la táctica frente a los xeneizes, el técnico confesó que "fue un partido muy parecido al que hicimos con River en el Monumental y en el clásico contra Newell's. Lo ganamos con agresividad. Pero el mérito es de los jugadores, no de la estrategia que plantea el técnico. El premio es de ellos".
También destacó que "me da mucha alegría ver el vestuario así. Lo merecíamos". Con respecto a sus declaraciones luego de la derrota con Banfield, en las que prácticamente se puso fecha de vencimiento, el uruguayo afirmó: "No me apuré a decir eso porque lo siento así. No me gusta ser peso de nadie. Si soy el problema es justo que dé un paso al costado. Me salió de manera natural eso en la conferencia del otro día. Luego hablé con los dirigentes y me dieron el apoyo. Hoy (ayer) salió todo bien". Por último, dijo que "hay que seguir mejorando, pero con la victoria se hace todo más fácil".