A principios del siglo XX el rugby fue uno de los deportes que formó parte del naciente movimiento olímpico. El barón Pierre de Coubertin visitó los grandes colegios ingleses en sus años de estudiante y vio, cuando empezaba a pergeñar lo que serían los modernos Juegos Olímpicos, que el rugby era el vehículo perfecto para sus ideas, ya que era un deporte estrictamente amateur y practicado por caballeros. Si bien no pudo estar presente en la primera edición que se disputó en Atenas en 1896, sí lo estuvo en la segunda, en París en 1900, y también se incluyó en los programas de los Juegos de Londres (1908), Amberes (1920) y París (1924). Después de estos últimos, el Comité Olímpico Internacional (COI) lo excluyó como deporte olímpico y desde ese momento fueron numerosos los intentos por incluir nuevamente al rugby en las Olimpíadas, situación que se materializó recién el 9 de octubre de 2009, cuando los miembros de COI reunidos en el congreso anual de Copenhague resolvieron su inclusión (en su modalidad de seven) para los Juegos de 2016 y 2020.
Cuando el barón de Coubertin (uno de los principales defensores de que el rugby debía estar presente en los Juegos) dejó la presidencia las posibilidades del rugby de ser incluido nuevamente en el programa olímpico se redujeron de manera drástica.
En 1928 su inclusión fue rechazada otra vez y en los Juegos que se disputaron en 1936 en Berlín se realizó un torneo pero sin ser considerado ni siquiera como deporte de exhibición.
En 1976 los All Blacks realizaron una gira por Sudáfrica, país que estaba fuera del movimiento olímpico desde 1964 debido a su política de apartheid. Debido a esto muchos países africanos y Guyana pidieron expulsar a Nueva Zelanda de los Juegos de Montreal, pero el pedido no fue atendido por el COI, que fundamentó su decisión alegando que el rugby no era un deporte olímpico. Luego de esa respuesta, los denunciantes boicotearon los Juegos.
Los pedidos de incluir al deporte de la pelota ovalada fueron muchos. Italia en los Juegos de 1960, la ex Unión Soviética en 1980 y Corea del Sur en 1988 propusieron la vuelta a los Juegos pero ese año, llamativamente, fue la propia IRB la que rehusó su inclusión. El motivo fue que había una norma que obligaba a que los jugadores tengan 7 días de descanso entre partido y partido y teniendo en cuenta de que los Juegos tienen una duración oficial de 16 días era imposible hacer un torneo dentro de ese marco. Por eso se planteó la inclusión del rugby reducido, ya que esta modalidad tiene una menor duración y cada etapa del circuito en la que participan hasta 16 selecciones se celebra en tan sólo un fin de semana.
En 1995 el COI reconoció a la IRB como federación internacional y en 2002 se presentó un plan para la inclusión del rugby en su versión de siete hombres, junto al golf y al wushu, pero la máxima entidad declaró que ningún nuevo deporte sería incluido en el programa olímpico, salvo que otro fuera excluido del mismo.
En 2005 béisbol y softbol quedaron afuera de los Juegos, por lo que al rugby se le abrió una chance ya que dos nuevos deportes podrían ser incluidos, pero no logró su cometido. Cuatro años después, delegados del COI fueron invitados al Mundial de Dubai, que congregó a 78.000 espectadores en tres días y empezó a abrir la puerta para que el rugby sea nuevamente olímpico.
Un poco de historia. El rugby debutó en 1900, en unos Juegos que no fueron el espectacular evento que se vio en Londres 2012 o se verá en Río 2016 y que estuvo eclipsado en parte por la gran exposición universal que se desarrolló ese verano en París.
El rugby tomó su lugar en el programa junto a disciplinas poco emparentadas como el croquet, el cricket y la pesca con caña. En realidad este "torneo mundial" constaba solamente con tres equipos: un combinado francés, un equipo inglés y otro alemán. Francia dio cuenta de sajones y teutones y fueron declarados campeones olímpicos.
En 1908, Francia no jugó y todo se dirimió entre un partido entre el equipo de Cornwall, campeón de Inglaterra, y Anzacs de Australia. Cornwall jugó muy debajo de su nivel y los australianos marcaron tries a voluntad, coronándose de gloria.
Ausentes en las siguientes ediciones, el rugby fue restaurado en el programa de 1920, cuando se coronó Estados Unidos.
La única vez que los Juegos Olímpicos tuvieron una sede netamente rugbística fue cuando en París 1924 los partidos se jugaron en Colombes. Los participantes fueron nuevamente tres, siendo Rumania la cabeza de turco.
Los norteamericanos se impusieron 37-0 a los rumanos, que ya habían caído también ante Francia de manera categórica por 59-3. Una multitud de 30 mil personas (la mayor de la historia para una final olímpica de rugby) vio cómo Estados Unidos, el último campeón, venció categóricamente a Francia por 17-3.