Las diferencias en el fútbol argentino de primera división deberían marcarla los poderosos. Por suerte, para la sanidad de la competencia, no sucede. La distancia de presupuesto entre los ricos y los pobres desde que el torneo tiene 30 equipos es enorme. Nunca antes hubo semejante brecha. Con Boca a la cabeza y por varios cuerpos, una media docena de planteles supera holgadamente la media, pero no logra plasmarlo en la cancha con una única excepción.
El equipo de los mellizos, River, San Lorenzo, Independiente, Racing y Central son verdaderamente ostentosos al lado de los demás, pero salvo el Ciclón, no terminan de romper el cerrojo con el que los que menos tienen intentan emparejar las fuerzas.
Es cierto, transcurridas apenas seis fechas, ni siquiera se puede establecer una tendencia, pero sí está claro que el torneo local no se parece al español, al menos por ahora, por obra y gracia de los que más tienen y sus limitaciones para marcar las diferencias.
Este fin de semana, la prueba fue contundente en los resultados en la mayoría de los casos y en el juego en algún otro.
La cosa arrancó el sábado a la tarde en Rafaela. Atlético es el paradigma de la resistencia. Juega bien y debería tener más puntos de los que tiene con un presupuesto casi de B Nacional. El equipo de Llop le ganó a Racing 3 a 2.
Central fue un cúmulo de intenciones en La Plata, pero perdió el norte. Al punto que terminó haciendo foco en el arbitraje antes que en los inconvenientes de su juego. Al menos eso quedó expuesto a partir de las declaraciones, que no siempre coinciden con los discursos puertas para adentro.
Siguió a la noche en Avellaneda. Atlético Tucumán venía a los tumbos, pero fue demasiado para el endeble juego de un Independiente atribulado desde la tribuna por su tibieza e inoperancia. Y encima el contexto, el 7 veces campeón de América le quiere arrebatar a los tucumanos en los escritorios la clasificación a la Copa Libertadores del año que viene.
El domingo de Boca fue aceptable desde el resultado, pero muy bajo desde el juego. A duras penas derrotó al pobre Sarmiento que no puede con su alma y que encima tuvo que lidiar con una decisión arbitral que, al menos parcialmente, pudo darle el empate si Echenique cobraba el penal que no vio. Boca es el que más tiene, pero juega mal. La jerarquía de las individualidades maquillan sus penurias estratégicas.
River prefirió apelar a una falta de fair play bastante impresentable como argumento antes que tratar de interpretar cómo es que Patronato, el humildísimo equipo de la capital entrerriana, lo dejaba sin nada en el último suspiro.
El único que por ahora asocia juego, jerarquía y millones es San Lorenzo. Por eso ya está a un puñado de puntos del líder Estudiantes.
En España, Barcelona goleó 4 a 0, Real Madrid 6 a 1 y Atlético de Madrid 7 a 1.
Aquí, por suerte, entre la resistencia de los humildes y la precariedad futbolística de los poderosos, todavía no pasa.