Un juez le provoca un perjuicio irreparable a una persona con un fallo equivocado. El damnificado cuestiona pública y sistemáticamente al magistrado, quien es duramente sancionado por el tribunal superior por su flagrante error. No obstante el perjudicado en cada ocasión recuerda el paupérrimo dictamen que lo despojó de su bien y menciona al juez una y otra vez, quien tras cumplir con la suspensión es devuelto a la función para dirimir cuestiones legales de menor implicancia. Tras un par de años, otros magistrados le solicitan a esa persona víctima del veredicto equivocado que le pida disculpas personalmente al juez en cuestión porque la prédica en su contra provocó una condena social. Estimado lector, si el perjudicado por un fallo fuese usted, ¿le pediría disculpas a ese juez?
Este ejemplo descripto de manera imaginaria, y quizás con omisiones disciplinarias en materia judicial, es la puerta para ingresar a una información que relaciona a Rosario Central con una sucesión de hechos que presentan un dilema a resolver por sus dirigentes vinculado al árbitro Diego Ceballos.
Y que está relacionado con aquella final de Copa Argentina de 2015 en la que Boca venció a Central producto de los errores arbitrales, en la que Ceballos cobró un penal inexistente a favor de los xeneizes, anuló un gol de Central por hipotética posición adelantada y convalidó otro de Boca en claro offside, con la colaboración del asistente Marcelo Aumente, a quienes la AFA conducida por entonces por Luis Segura los paró por tiempo indefinido.
Uno de los hechos que generan el actual dilema refiere a lo ocurrido tras un determinado partido disputado en el último torneo por el equipo canalla frente a otro del interior, cuando uno de los directivos ingresa al vestuario del árbitro para hacerle un reclamo sobre puntuales decisiones que a su criterio habían sido incorrectas y perjudiciales para Central. Hasta ahí un episodio que si bien no es habitual tampoco es extraordinario. Lo que sí resultó sorpresiva fue la respuesta del juez en cuestión: "Ustedes primero vayan y discúlpense con Ceballos, a quien le arruinaron la carrera". Palabras más, palabras menos, la réplica retumbó en la habitación donde abundaban los testigos y dejó perplejo al directivo, quien compartió con sus pares la extraña conversación. La que recientemente fue admitida en diálogo con Ovación.
Pero aquella respuesta que el árbitro le dio al directivo en el vestuario no fue un hecho aislado, ya que otros episodios con similares mensajes fueron vividos por las autoridades canallas. "Arreglen la situación con Ceballos", fue otro de los consejos que le dio el presidente de otro club importante, mientras era observado con lógica desconfianza por parte de los dirigentes auriazules, quienes no modificaron un tris la actitud demandante hacia los cuerpos orgánicos de la AFA por sentirse damnificados por actuaciones puntuales de los arbitros.
Es más, aún se sigue debatiendo en diferentes ámbitos si fue acertada la decisión del vicepresidente de Central Luciano Cefaratti de pedir tocar las bolillas antes del sorteo entre Patricio Lousteau y Darío Herrera, en octubre de 2016, en la previa al partido otra vez ante Boca por los cuartos de final de la Copa Argentina. Confían que ese gesto, al que el vice canalla calificó de simbólico y representativo también de otros clubes, generó mucho enojo puertas adentro del cuerpo colegiado de los árbitros, como así un marcado fastidio del propio Herrera. "La verdad que no gustó porque fue una acción que intentó poner en duda la honorabilidad no sólo de los jueces sino de las personas que estaban realizando el sorteo", la contaron a este diario desde el organismo respectivo, confirmando el malestar.
Si bien la conducción centralista, y en nombre del tan mentado "peso en AFA", no piensa modificar un ápice su política demandante cuando sienta que su equipo es damnificado por los errores de los árbitros, trascendió que algunos de los referentes de la comisión directiva podrían mantener reuniones con las autoridades de los dos gremios, como así con Horacio Elizondo, hoy el mandamás en materia arbitral del fútbol argentino.
Cuando Ovación consultó a uno de los interlocutores dirigenciales sobre la posibilidad de que haya un pedido de disculpas a Ceballos como le sugirieron en varias ocasiones, la descartó de plano porque "todo lo que se hizo fue en defensa de los intereses del club, los que fueron dañados de manera irreparable", enfatizó.
Claro que también existe una cuestión política que los directivos mensuran al respecto, ya que serían cuestionados con severidad por parte de muchos socios si resolvieran encontrarse con Ceballos, y ni hablar de aquellos hinchas más radicalizados.
Es que más allá de las posiciones extremas, los hechos ya quedaron grabados para siempre en el disco rígido de Central y es estéril tratar de hacer una revisión de los comportamientos adoptados, porque el proceso de castigo hacia los jueces fue implementado por las autoridades competentes y cumplido también por los involucrados. Porque Ceballos y Aumente, quienes cometieron errores graves (los árbitros consideran una falta grave cuando sancionan lo que no existió), fueron sancionados con la inactividad por varios meses.
Pero la existencia de estos hechos tan marcados girando en torno a Ceballos despertaron cierta inquietud en Central y, si bien ya existió un contacto informal con Elizondo, se prevé una reunión oficial con él para ratificar la buena predisposición al diálogo constructivo y diplomático para así comenzar a resolver el dilema que se generó en torno a Ceballos.
Porque si bien descartan cualquier comportamiento corporativo por parte de los árbitros quieren despejar cualquier enemistad manifiesta por parte de algún juez que todavía no asimiló que el caso Ceballos está cerrado, aunque sea inolvidable para algunos o imperdonable para otros.