La finísima diferencia en el resultado de primarias entre Cristina Kirchner y Cambiemos en la provincia de Buenos Aires mantendrá, al menos hasta octubre, la vigencia de la insufrible "grieta".
El 0,21 por ciento de ventaja que logró la ex presidenta de la Nación y el hecho de que la Hormiguita Ocaña la haya superado en cantidad de votos habla a las claras de un escenario futuro muy favorable a Cambiemos. Téngase en cuenta que la dueña del "vamos por todo", la que cosechó casi el 57 por ciento en provincia de Buenos Aires en 2011, el 13 de agosto pasado apenas pudo superar por la uña del meñique al atribulado Esteban José Bullrich Zorraquín Ocampo Alvear, uno de los peores candidatos de toda la historia de los oficialismos en el principal distrito del país.
Es verdad que las finales se ganan y no se explican, y que Cristina ganó pese a la inédita constelación de referencias periodísticas mediáticas adictas al gobierno, como nunca se vio en la Argentina. Pero ese es tema de otra columna. Esa pelea de extremos que se tocan (kirchneristas versus macristas), el resultado de provincia de Buenos Aires y Santa Fe (entre otras) y la feroz caída del peronismo antikirchnerista en Córdoba y Entre Ríos (entre otros Estados) no deja de ser una buena noticia para Macri y Cristina.
"La grieta" es, a todas luces, un fenomenal negocio político que deja a todos los demás partidos afuera. Uno de los principales candidatos a diputado nacional de Cambiemos, en la provincia de Santa Fe, lo narró con honestidad brutal en un off the récord con LaCapital : "Me pasó de encontrar en un par de barrios rosarinos a unas señoras que me reprocharon que estaban peor económicamente ahora que con Cristina, pero que iban a votarnos porque no querían que el país se convierta en Venezuela".
Desde esta columna se escribió casi hasta el hartazgo que las elecciones de mitad de mandato iban a convertirse en un plebiscito más político que económico. Y así fue. El PRO —al fin, Cambiemos— ganó en Rosario hasta en barrios pobres, de toda pobreza.
Las razones del éxito global de "la grieta" debe atribuirse a la efectiva política comunicacional del gobierno nacional (llámese Jaime Durán Barba), a la penetración intensa de los canales de cable porteños (TN y C5N) en las provincias centrales y a la casi nula capacidad de traslación de votos hacia sus candidatos que tuvieron algunos gobernadores (caso Miguel Lifschitz, Schiaretti, Alberto Rodríguez Saá, entre otros) .
Para Cristina no haber sido derrotada en las primarias a senador se había transformado en una cuestión de vida o muerte. Por varias razones: nunca perdió una elección y caer ahora en manos de Bullrich era el fin de su actividad como personaje político central. Pudo salvar la ropa, pero, como decía un relator de fútbol, "por ahora, sólo por ahora". Ahora empieza otra historia.
En Santa Fe se inicia un período preelectoral en el que Cambiemos quiere aprovechar los beneficios de "la grieta". Desde las usinas macristas de la capital provincial estuvo al rojo vivo en las últimas horas el rumor de que Jorge Boasso analizaba declinar su candidatura a diputado nacional para favorecer el triunfo de la lista encabezada por Cantard.
El concejal rosarino lo rechazó de plano: "El que se permite pensar que yo voy a hacer eso no me conoce. Siempre fui de frente, fiel a mis convicciones. Voy a respetar y honrar el voto de los casi cien mil santafesinos que me votaron". Es verdad lo que dice Boasso. Se podrá estar en desacuerdo o no con sus modos y sus formas, pero siempre fue fiel a sus principios. Según el edil, nadie reconoció su performance electoral ni el aporte que esos votos le generan al gobierno nacional.
Cuando este diario le preguntó si desde el gobierno nacional habían pedido en las últimas horas que baje su candidatura a diputado nacional, Boasso contestó: "A eso no se lo voy a decir".
El rival a vencer para el macrismo es el Frente Justicialista, que llevará a Agustín Rossi, símbolo del kirchnerismo puro y duro. En esta instancia, para evitar fuga de votos y poder ganar algunos otros, será clave el rol de Alejandra Rodenas, quien consiguió la friolera de 180 mil votos. La ex jueza deberá evitar que esos sufragios sean carancheados por Giuliano, Contigiani o el propio Boasso.
El peronismo reaccionó bien y rápido tras los comicios. Para evitar los ditirambos y los conventillos juntó a Rossi y Rodenas en un par de fotos y no le dio curso al pedido de renuncia de Ricardo Olivera a la presidencia del PJ. Olivera fue un personaje central a la hora de que el peronismo santafesino concurra unido a las primarias. Una idea que funcionó muy bien.
El gran interrogante de este intermezzo camino a las elecciones del 22 de octubre es saber qué hará el Frente Progresista, el gran perjudicado por el peligro de choque de trenes (que nunca chocan) entre los dos protagonistas de "la grieta".
La primera respuesta al intríngulis está al alcance de la mano de cualquiera que entienda a Santa Fe y a los actores políticos. Si el Frente Progresista no mejora ostensiblemente su performance en Rosario, no tendrá ninguna chance.
Para ese fin, a Lifschitz no le queda otra alternativa que jugar a todo o nada su condición de dos veces intendente de Rosario. Más pronto que tarde, muchos empezarán a verlo como la única carta del oficialismo, en 2019, para evitar un triunfo opositor en la Intendencia. Salvo que en octubre Pablo Javkin se recupere y torne competitivo al Frente Progresista.
De repetirse la fotografía, la provincia de Santa Fe se debatirá a futuro entre el macrismo y el peronismo. Y Rosario entre López Molina y Sukerman. Pero ahora empieza otra historia. Y lo que se terminará formateando es una película, no ya una instantánea.
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