En 2017 habrá elecciones desdobladas en la provincia de Santa Fe.
Por Mauricio Maronna
En 2017 habrá elecciones desdobladas en la provincia de Santa Fe.
En el primer semestre se elegirán presidentes comunales, algunos intendentes y concejales. Luego, promediando el segundo semestre será el turno de los comicios a diputado nacional. Miguel Lifschitz quiere que en alguno de los dos turnos también se elijan convencionales constituyentes.
"Voy a ir a fondo política y personalmente por la reforma. Aunque sólo se apruebe que el mandato de los presidentes comunales sea de 4 años", se le escuchó decir al gobernador, casi como un bonus de lo que anuncia hoy en una entrevista con LaCapital.
Lifschitz les dio luz verde a funcionarios del área de reforma del Estado y a su ministro de Gobierno, Pablo Farías, para que avancen en un plan de instalación del tema en la sociedad, intentando involucrar diferentes niveles: especialistas en Derecho Constitucional y Político —de hecho, Oscar Blando, profesor de la UNR, es el funcionario encargado de las cuestiones más teóricas—, políticos y sociedad civil.
El plan tiene casi 20 páginas, título y logo: "Diálogos por la Constitución". Luego de haber sido puesto a disposición de todos los ministros, saldrá a la cancha al regreso de las vacaciones de julio.
Lifschitz encontró buena predisposición en los partidos de la oposición, algo que nunca había sucedido con los intentos reformistas de Jorge Obeid, Hermes Binner y Antonio Bonfatti. Pero, también por primera vez, un gobernador socialista se encontró con que la principal piedra en el zapato está en el propio partido.
Fuego amigo. "Nunca hay que buscar la reforma para la reelección del que gobierna. Binner y yo dijimos siempre que habíamos jurado por una Constitución, y se debe respetar", dijo Bonfatti en una entrevista reciente con este diario. En términos parecidos se expresó el diputado provincial Rubén Galassi.
Lifschitz hace como que nunca escuchó esas objeciones: sostienen cerca suyo que nunca se las dijeron en las reuniones partidarias y, en voz más alta, un funcionario apela a la clásica cita política: "El tiempo es un gran ordenador".
Si el ex intendente rosarino dijese que se abstiene de ir por la reelección el clímax interno se abrirá como la tierra prometida para la reforma constitucional. Pero no lo dirá, al menos por ahora. Sabe que su gestión es la única garantía de continuidad del socialismo en el poder tras el sufrido triunfo por 1.400 votos ante Miguel Del Sel. ¿Por qué, si le va muy bien, no pensar en 4 años más?
Se terminaron en el socialismo aquellos tiempos de bonanza política en que Binner podía tener in péctore tres o cuatro nombres para sucederlo. El 2019, sin reforma constitucional, tiene sólo a Bonfatti en lista de espera. Y existen razones para que el actual presidente de Diputados mantenga vivo el "Me verás volver" de Soda Stéreo: fue el más votado en las elecciones pasadas.
Es tal la complicación interna en el socialismo con el tema de la reforma constitucional que el vicegobernador radical, Carlos Fascendini, declaró que tal vez llegue el momento de prohibir la reelección de Lifschitz pero también del próximo mandatario, pensando en Bonfatti. Pero Lifschitz va, como la nave de Fellini.
En el pensamiento del titular de la Casa Gris está la convocatoria a elección de convencionales en el mismo turno que los comicios a diputado o a concejal, con su nombre encabezando la nómina. Nadie lo blanqueará.
"Antonio liderando la lista a diputado nacional y Miguel la de convencionales sería una oferta política inigualable. No hay 2019 sin 2017, no podemos perder", comentó alguien en los pasillos de la delegación rosarina de la Gobernación, mientras el mediodía se consumía bajo el sol de invierno.
Indiferencia. Camino a la reforma hay una barrera que no es menor: la indiferencia de los santafesinos. Toda la adrenalina la consume la clase política. Le podrá dar ímpetu la opinión de los teóricos y los claustros universitarios, pero no llegará a convertirse en prioridad para el resto de la sociedad.
En el laboratorio comunicacional del gobierno muestran encuestas que encargaron sobre el grado de adhesión al proceso, como una forma de modificar la opinión de los escépticos. Obviamente, todas están pum para arriba.
En la provincia, y particularmente en Rosario, las principales preocupaciones están ancladas en la inseguridad, la inflación y la corrupción. A Lifschitz le toca resolver la primera demanda, que fue la razón de la caída en número de votos del Frente Progresista. Inflación es un tema del gobierno nacional y, en el ítem de la corrupción (hoy en boga por el desfile de kirchneristas en Comodoro Py y los Panamá Papers del macrismo), el socialismo puede mostrar su mejor faceta: no tiene procesados en su trayectoria en el poder. Es la inseguridad el talón de Aquiles. Es lo que deberá mejorar para sobrevivir electoralmente.
Lifschitz apuesta a que el segundo semestre lo instale definitivamente en el centro de la escena. Para eso se anunciará en septiembre un conjunto de medidas vinculadas a la seguridad en Rosario, que irá de la mano con el lanzamiento de un centro de inteligencia y seguimiento. En paralelo, el gobernador busca consolidar políticamente su figura con la aprobación legislativa de la necesidad de la reforma constitucional y el voto electrónico.
El factor Cambiemos. Más allá de las cuestiones estrictamente vinculadas a la gestión, al Frente Progresista le brotó con Cambiemos un competidor directo. En las últimas semanas reapareció la calma entre socialistas y radicales que pretenden hacer un tiempo compartido entre el progresismo frentista local y la centroderecha nacional.
La derrota electoral de Cambiemos en Río Cuarto —única fecha electoral de 2016— le hizo perder a la UCR el poder municipal, luego de varios años de gobierno, y eso abrió dudas en algunos lectores radicales de la política. Rápido de reflejos, Lifschitz los reunió con la excusa de festejar los 6 meses de gobierno santafesino y les anunció que no sería el sepulturero del Frente Progresista.
Los nuevos vientos de tormenta podrían venir en agosto próximo si se concreta la idea del PRO santafesino de institucionalizar Cambiemos. Habría un encuentro en la mismísima Casa Rosada, con la presencia del presidente, el jefe de Gabinete y el ministro del Interior.
Al margen de los posicionamientos de radicales y socialistas, el macrismo también tiene sus internas, por ahora de pasillo. Por algo, Elisa Carrió —al tanto de los bemoles— lanzó el nombre del diputado Luciano Laspina como candidato a gobernador.
Entre tantas pestilencias de bolsos repletos de millones de dólares tirados hacia el interior de un convento, protagonistas del Triple Crimen y Panamá Papers, los debates santafesinos, al menos por ahora, parecen direccionarse hacia la política. No es una mala noticia.