A tres meses de dejar la Casa Blanca, el presidente Barack Obama intenta asegurar que ningún gobierno estadounidense pueda en el futuro dar marcha atrás en su política de acercamiento a Cuba, con la que Estados Unidos retomó relaciones diplomáticas el año pasado tras más de medio siglo sin ellas. La directiva presidencial estuvo acompañada con un nuevo paquete de reducciones a las sanciones comerciales contra la isla.
El mandatario publicó ayer una directiva presidencial de 12 páginas en la que proclama un enfoque amplio para profundizar en esa aproximación, que define como "irreversible". A la vez, el Departamento del Tesoro y el de Comercio anunciaron más medidas de flexibilización del embargo destinadas a facilitar la colaboración científica, la ayuda humanitaria y reforzar el comercio bilateral.
Habanos y ron. Entre ellas se incluyeron los dos artículos más emblemáticos de Cuba: los habanos y el ron. Desde el lunes, cuando entrarán en vigor las disposiciones aprobadas ayer, el límite que tendrán los estadounidenses que viajen a la isla será el mismo que el del alcohol y el tabaco procedentes de otros países. Además, las farmacéuticas cubanas podrán obtener la aprobación de las autoridades estadounidenses, lo que significa que medicinas cubanas podrán ser importadas, distribuidas y vendidas en el país. Los estadounidenses podrán participar en investigaciones médicas conjuntas, tengan o no fines comerciales.
La directiva presidencial de Obama, definida ayer por un alto cargo de su administración como "el manual" en el que se fijan e institucionalizan los cambios de la política estadounidense, llega a menos de un mes de las elecciones presidenciales y apenas unos días después de que Donald Trump volviera a decir que revertirá el acercamiento a Cuba si llega a la Casa Blanca.
Obama trata de asegurar su legado impidiendo que Trump o cualquier otro en el futuro pueda dar marcha atrás en uno de sus mayores logros en política internacional. Las directivas presidenciales son órdenes ejecutivas que no necesitan pasar por el Congreso. "Haremos lo que podamos para hacer irreversibles estas políticas", dijo hoy un alto funcionario de su gobierno.
El Congreso es de hecho el que frena un éxito completo de Obama en su política hacia Cuba, por el bloqueo a la aspiración del mandatario de levantar el embargo. Pero las flexibilizaciones que su administración lleva tiempo anunciando y en las que se enmarca el paquete de ayer son una manera de ir desmontándolo de facto. "Bajo la nueva política, Estados Unidos amplía y promueve el trabajo autorizado con Cuba para hacer avanzar la cooperación en áreas de interés mutuo y aumentar los viajes, el comercio y la circulación libre de información hacia Cuba", escribió Obama en la directiva presidencial. En ella admite la existencia aún de "diferencias muy reales" con el gobierno cubano, apuntando sobre todo a "democracia y derechos humanos", pero se muestra convencido de que este es el camino para acabar con ellas.
Reacciones. Las críticas no se hicieron esperar. "El anuncio reafirma el hecho de que la política del presidente Obama hacia Cuba antepone los intereses del régimen de Castro y el beneficio a la seguridad nacional de Estados Unidos y deja en último lugar los derechos y la dignidad del pueblo cubano", aseguró el republicano Marco Rubio, senador por Florida y de origen cubano. El senador Bob Menéndez, también de origen cubano, fue incluso más duro con Obama pese a pertenecer al mismo partido que el mandatario, al acusarlo de violar las leyes para crear un legado en los tres meses que le restan en la presidencia.
"Si bien la administración podrá estar en contra del embargo, este sigue siendo la ley del país. Al final del día, es indignante saber que nuestro propio gobierno no solo trata de romper la ley, lo hace mientras reconoce sus intenciones insolentemente", manifestó el senador demócrata. Legisladores como Menéndez y Rubio están bloqueando otro de los movimientos de Obama: el nombramiento de un embajador más de 50 años después del último que Estados Unidos tuvo en la isla.
Aún sin embajador. El 26 de septiembre nominó para el cargo al diplomático Jeffrey DeLaurentis, actual jefe de la misión norteamericana en Cuba, pero se topa con la oposición, entre otros, de senadores de origen cubano, entre los que también se encuentra Ted Cruz, anticastrista y contrincante de Trump en las primarias como lo fue Rubio.
Uno solo voto en contra en el Senado estadounidense impide la confirmación de un embajador. "Será difícil (lograrlo)", dijo ayer un alto cargo, pero "queremos lanzar el mensaje de que debemos tener un embajador. Tenemos embajadores en China, Vietnam y otros países con sistemas políticos distintos al nuestro".