En un nuevo quiebre del protocolo, el Papa Francisco recibió ayer con un beso a la presidenta Cristina Fernández de Kirchner, con quien intercambió regalos y compartió un almuerzo en su residencia de Santa Marta.
En un nuevo quiebre del protocolo, el Papa Francisco recibió ayer con un beso a la presidenta Cristina Fernández de Kirchner, con quien intercambió regalos y compartió un almuerzo en su residencia de Santa Marta.
Si bien la mandataria respetó la regla de llevar la cabeza cubierta en las audiencias con el Papa -usó un sombrero negro-, finalmente el protocolo se rompió cuando Francisco la saludó con un beso en la mejilla.
Según contó la presidenta, el Santo Padre le obsequió una rosa blanca en representación de "Santa Teresita", a quien siempre él reza y le pidió que la conserve "entre sus cosas".
La mandataria definió la entrega de la rosa como "un regalo íntimo, casi personal de Francisco", tras recordar que según le contó el Sumo Pontífice, "es su santa preferida, a la que él siempre le reza".
La jefa de Estado le obsequió al flamante Santo Padre un equipo de mate, con un termo de acero, una azucarera, una yerbera, elaborados por los cooperativistas de "Argentina Trabaja", el plan instrumentado por el gobierno desde el Ministerio de Desarrollo Social.
Un poncho para el frío. Cristina, durante la declaración a la prensa en la que dio detalles de su encuentro con Jorge Bergoglio, en el Hotel Edén, donde se encuentra alojada en Roma, confirmó que también le regaló "un poncho de vicuña para que se abrigue del frío Europeo", hecho en Catamarca.
Sobre el abrigo, Cristina comentó: "Yo sé que él lo usa mucho, porque lo he visto en Buenos Aires con esos ponchos".
Durante el intercambio de regalos, la presidenta destacó que el Sumo Pontífice le entregó libros, "uno de ellos muy interesante, con todas las conclusiones de la Conferencia Episcopal Latinoamericana (Celam) sobre diversos temas".
Según comentó, con Bergoglio estuvieron "mirando el índice acerca de los temas que pueden ser interesantes o de consulta, para cualquier jefe de Estado, acerca del pensamiento de los obispos latinomaericanos sobre determinados temas".
Otro de los obsequios de Francisco, fue una copia de la placa donde figuran los nombres de la mandataria argentina junto a su par chilena, Michelle Bachellet, y Benedicto XVI, cuando ambas viajaron al Vaticano en 2008 para conmemorar los 30 años del acuerdo Tratado de Paz y Amistad que se firmó en noviembre de 1984 y evitó una guerra por el canal de Beagle.
Además, el Papa le entregó un mosaico de mayólica sobre la fundación de la basílica de San Pedro, de la época de Alejandro VII.
Sin acartonamientos, Cristina abrió todos los regalos que llevó para Francisco y mientras se los entregaba, explicaba los detalles de cada uno.
En un momento, la mandataria lo tomó con afecto del brazo y se disculpó diciendo: "Perdón, cierto que al Papa no se lo toca, no se le da un beso".
Bergoglio sonrió y de inmediato le dio un beso a la mandataria argentina, rompiendo el protocolo.
"Nunca me besó un Papa", bromeó Cristina tras el afectuoso saludo del líder de la Iglesia Católica, el flamante Papa Francisco.