Para quienes el 2 de septiembre del año pasado estuvieron en la audiencia oral y pública que se realizó en los Tribunales provinciales, cuando al policía Luis Alberto Noya lo acusaron de encubrir el homicidio de Gerardo "Pichón" Escobar, será difícil olvidar las palabras que dijo en aquel momento. "No sé por qué estoy acá. Yo me fui del boliche a las seis de la mañana a tomar mi servicio en el Comando Radioeléctrico. Mi auto es un Peugeot 307 gris. Agarré Tucumán, doblé en Sarmiento y fui hasta calle Uriburu, a mi casa. El recorrido que hice tiene que estar tomado por las cámaras de vigilancia públicas. No tengo nada que ocultar. ¿Quién se va a hacer cargo de que me arrestaron por nada? ¿Quién va a responder por lo que pasó mi familia?", dijo con los ojos clavados en el sillón del juez.
Pasó casi un año de aquella audiencia. Este oficial que trabajaba haciendo adicionales en el boliche La Tienda, en Tucumán al 1100, donde Escobar fue visto con vida por última vez, hoy reitera esas mismas preguntas. Hace esfuerzos por no sollozar, pero a la mitad de la conversación no pudo contenerse. Estuvo preso un año hasta que la semana pasada el juez federal Marcelo Bailaque lo sobreseyó junto a los otros cuatro acusados en el caso: otro policía y tres patovicas. Primero se los acusó en el ámbito provincial por el homicidio de Escobar. Luego el trámite pasó a la Justicia Federal ante la insistencia de la familia de la víctima, distintas organizaciones sociales y la Defensoría General de la provincia que entendieron que el caso era una desaparición forzada de persona. Bailaque, sin embargo, desvinculó a todos con la certeza de que no son culpables de ese episodio. Para este juez incluso no hay pruebas de que la de Pichón haya sido una muerte violenta.
Descargo. "Necesito que me digan qué hice, lo necesito para no volverme loco", exclama Noya. "Nunca lo vi a Escobar, ni adentro ni afuera del boliche. Cuando surgió todo esto yo decidí presentarme. Fui a la Fiscalía, declaré, dejé mi teléfono celular para que lo periten y me fui. Lo hice con la tranquilidad de que no tenía nada que ocultar. No me imaginaba el infierno que pasaría".
Su caso parece un tratado sobre el martirio de la prisión preventiva. Le anticiparon una condena por encubrir un homicidio que para el juez federal no fue asesinato. La falta de una explicación de lo ocurrido es ofensiva y dolorosa para los íntimos de "Pichón" Escobar. Pero no es menos agraviante, dice Noya, estar cautivo de un sistema sin reglas. "No sólo me dejaron preso un año sin pruebas. También lo hicieron por un delito por el que nadie inicialmente acusado va preso."
"La familia del chico para mi no estuvo bien informada porque lo que los abogados le dicen no tiene nada que ver con lo que dice el expediente. Inventan directamente. Como que Escobar estuvo en la seccional 3ª o que lo llevaron hasta allí en un patrullero. No hay ninguna prueba que así lo señale. Hubo una persona detenida que dice que escuchó algo, pero otras 16 dicen que no escucharon nada".
Como de memoria habla de las constancias forenses. "La autopsia es clara al decir que no hay golpes de ningún tipo. El único golpe es el intercostal derecho con el que es compatible que dice haberle dado Cristian Vivas (ver aparte) que estuvo acusado de homicidio y que no pudo causar la muerte para los forenses. No hay signos de sujeción, de balanceo, de asfixia mecánica. No niego que es extraño lo que pasó. ¿Pero cómo murió Escobar? ¿Qué pruebas hay de que fue un asesinato? Y si fue un asesinato ¿qué prueba hay contra el que lo cometió? Es increíble que una persona pueda estar encerrada un año, lejos de su familia, sin cobrar el sueldo por una imputación inventada. Porque esto fue el armado de una causa".
Madrugada fatal. Noya trabajaba en el bar donde estuvo Pichón la madrugada del 14 de agosto de 2015. Recuerda que fue una noche tranquila porque llovía y había poca gente. Su trabajo era estar al lado de la caja para acompañar a la empleada que expendía entradas y que nadie intentara entrar sin pagar. "Salí una o dos veces a fumar un cigarrillo. La última vez fui a guardar al auto el cargador del celular. En eso hablo con Maximiliano Amiselli (el otro policía implicado) que me cuenta que había salido un muchacho alcoholizado que se puso a bailar en la calle y manoteó el auto de la encargada del boliche. Enseguida terminó todo y a las 5.55 yo me voy", recuerda Noya.
Cuenta que a las 6 de la mañana subió a su auto. Llegó a su casa, la paso a buscar a su novia que trabaja con él y de ahí se fueron a la base del Comando Radioeléctrico a tomar servicio. "A mi auto lo tuvo que tomar el domo (cámaras) de Gutierrez y Ovidio Lagos. Está la hoja de ruta de ese día donde presto servicio, tengo 60 testigos de que estuve trabajando, está el GPS del móvil. Cubrí el servicio hasta las dos de la tarde. La fiscal dice que a Escobar lo mataron y lo cargaron en un vehículo. Pero yo salí y me fui con mi auto", dice.
En este caso el principal acusado fue Cristian Vivas, a quien atribuyeron el homicidio de Escobar. A él se lo ve golpeando a "Pichón" en la calle pero siempre dijo que lo golpeó para dispersarlo dado que "estaba molestando en la calle" y el juez definió que esos golpes no pudieron causarle la muerte. Los otros cuatro acusados lo fueron por encubrimiento. Dos eran custodios civiles y dos policías. ¿Por qué lo acusó la Fiscalía a Noya? "Solamente de manera genérica, porque yo estaba en el bar. Había dos mujeres trabajando. ¿Por qué a ellas no las imputaron si también estaban allí? Es algo tan loco que no sé qué responder".
A Pichón lo vieron por última vez a las 5.45 de aquella madrugada. Y apareció sin vida en el río Paraná siete días más tarde. En todas las etapas del trámite Noya contó lo mismo. "Cuando me dijeron que el portero Vivas estaba detenido llamé al dueño de La Tienda y le pregunté qué pasó. Me respondió que había desaparecido un pibe y a las 4.30 de la mañana el GPS del celular del chico daba cerca de la casa de Vivas. Le respondí que no tenía sentido porque Vivas siempre estuvo allí hasta que yo me fui, a las 6. Le pedí por eso que llevara las cámaras del bar a la Fiscalía. El mismo día lo liberaron gracias a esas cámaras. La querella mientras tanto dice que Vivas estaba hablando por teléfono en la zona del puerto. Pero en ese momento Vivas ya estaba detenido", señala.
En la cárcel se aprendió el expediente de memoria. "Ojalá esto pudiera esclarecerse para tranquilidad de la familia de Gerardo Escobar. Pero no se va a esclarecer nunca porque los investigadores no tuvieron rumbo. Debieron pedir las cámaras desde el primer minuto de la desaparición del chico y no lo hicieron. Muchas líneas de investigación no se siguieron, como la del colectivero del 103 que lo ve en 27 de Febrero y Paraguay. Nos detuvieron a todos e hicieron la investigación después".
Noya no pierde la calma mientras lágrimas pesadas le ruedan por la cara. Estuvo preso en Piñero, en la subcomisaría 27ª y en la 10ª. "Estoy separado y tengo un hijo de 3 años. Yo lo cuidaba todos los días. De repente dejamos de vernos porque para un nene es muy traumático ir a ver a un preso y no queríamos exponerlo a todo eso. Este castigo injusto también fue para él. Empecé a tener problemas económicos, yo hacía adicionales no porque me gustara, sino para juntar algo más de plata. Me quedé sin eso y con menos de la mitad de mi sueldo por haber pasado a disponibilidad. Pasé un año preso gratis. Ahora estoy afuera y lleno de deudas".
Otras voces
"La familia Escobar es víctima de un crimen impune, pero yo y mi familia también somos víctimas después de una acusación sin fundamentos y de pasar un año preso injustamente". Así se expresó ante La Capital Cristian Vivas, acusado de haber asesinado a "Pichón" Escobar y cuyo testimonio se publicó en la edición del domingo pasado. En tanto, el viernes, quien tuvo la posibilidad de expresarse fue Luciana Escobar, la hermana de Gerardo, quien quebrada en lágrimas manifestó: "¿Quién es el culpable entonces? Si antes no creía en la Justicia, ahora mucho menos".