El cineasta argentino-brasileño Héctor Babenco, uno de los realizadores más famosos en ambos países, murió a los 70 años.
El cineasta argentino-brasileño Héctor Babenco, uno de los realizadores más famosos en ambos países, murió a los 70 años.
Babenco sufrió un ataque cardíaco en la noche del miércoles, señaló el diario Folha de Sao Paulo, citando a fuentes cercanas al cineasta.
Según el portal Globo, el director de películas como "El beso de la mujer araña" (1985) y "Carandiru" (2003) estaba internado en el Hospital Sirio-Libanés de Sao Paulo desde el martes.
Babenco era considerado una institución tanto en Brasil como en su país natal, Argentina. El cineasta, conocido en su patria adoptiva de forma cariñosa como "gitano" por sus distintas raíces e influencias, tenía también la nacionalidad brasileña desde 1977.
Nacido el 7 de febrero de 1946 en Mar del Plata como descendiente de judíos ucranianos y polacos, Babenco emigró a finales de los años 60 a Brasil, donde decidió dedicarse al séptimo arte tras conocer el movimiento del Cinema Novo brasileño. Sus orígenes diversos le servían también para explicar su propia obra y actitud artística.
"Tal vez mi inadaptación dentro de la sociedad -y no puedo culpar a la sociedad por esto-, es por el hecho de no ser ni una cosa ni otra, no ser argentino ni brasileño (...). Y tampoco judío", dijo el artista el año pasado en una de sus últimas intervenciones públicas, poco antes del festival de cine de Sao Paulo.
"El beso de la mujer araña", basado en la novela homónima del escritor argentino Manuel Puig, es uno de sus filmes más famosos internacionalmente.
La película que narra la amistad en la cárcel entre un activista político de izquierda y un homosexual fue nominada a cuatro premios Oscar, entre ellos al mejor director para Babenco y como mejor película. El estadounidense William Hurt ganó el Oscar al mejor actor principal por su papel en el filme.
LOS COMIENZOS. Babenco se dio a conocer al público internacional en 1981 con la película "Pixote: A Lei do mais fraco" ("Pixote, la ley del más débil"), que narra la dura vida de un niño sin recursos en las calles de Sao Paulo. El filme le abrió las puertas para trabajar con la industria cinematográfica de Hollywood.
En 1987 rodó "Ironweed" ("Tallo de Hierro"), protagonizada por los célebres actores estadounindenses Meryl Streep y Jack Nicholson.
En Brasil Babenco es recordado especialmente por otra de sus obras memorables: "Carandiru", de 2003. La producción basada en un hecho real, reconstruye un motín ocurrido en 1992 en el extinto penal de Carandiru, en Sao Paulo, en el que 111 presos fueron masacrados por la policía brasileña.
La última película de Babenco, "Mi amigo hindú", se estrenó en 2015. En ella, el cineasta relata el calvario de más de una década que vivió después enfermar a los 38 años. Al cineasta le diagnosticaron un linfoma poco después y tuvo que hacerse un trasplante de médula ósea a los 49 años.
La enfermedad marcó su vida y obra, e influyó posiblemente también en su relación con la muerte. "No veo la muerte como una ausencia definitiva de alguien", aseguró Babenco una vez. "Las cosas buenas que uno dejó, quedan. La muerte no hace girar la rueda del mundo", añadió.
Un cine que refleja el dolor físico propio
Héctor Babenco hizo del arte de contar bellas historias un arma para sobrevivir. Fue así a sus 38 años, cuando se le diagnosticó un linfoma, y a los 40, cuando fue sometido a un trasplante de médula ósea. Y seguirá siendo así a través de su obra incluso después de su muerte hoy a los 70 años, víctima de un paro cardíaco.
Todas las películas del cineasta reflejan el dolor físico que marcó su vida y su sensibilidad ante el sufrimiento de los más pobres y segregados de la sociedad, en especial la de Brasil.
"Mi amigo hindú", su último largometraje, retrata su propio calvario de más de una década tras el transplante de médula. En la ficción, su alter ego, encarnado por Willem Dafoe, conoce a un niño hindú que también se debate entre la vida y la muerte y ambos recurren a historias fantásticas para sobrellevar la situación.
Fue en medio de su "guerra contra la enfermedad" que filmó dos de sus largometrajes: "Jugando en los Campos del Señor", 1991), antes del trasplante, y "Corazón iluminado" (1996), un año después.
También de sus intentos por sobrevivir nació otra de sus obras más memorables, la primera que rodó cuando estuvo seguro de que podría eludir la muerte: "Carandiru" (2003). Fue su médico de cabecera quien hizo el puente entre el director y el horror de uno de los penales más violentos de Brasil.