—¿Cómo hicieron para levantar el equipo después de las dos tremendas piñas que sufrieron con la muerte de Joaco López y el accidente de Nacho Maeder?
—¿Cómo hicieron para levantar el equipo después de las dos tremendas piñas que sufrieron con la muerte de Joaco López y el accidente de Nacho Maeder?
—Estando adentro son cosas que uno no piensa ni imagina. Se vivieron momentos muy duros. Cuando lo extra deportivo supera a lo deportivo ahí se pierde la ilusión, la alegría, la motivación para jugar... Cuando ves que el de al lado está sufriendo no podés pensar en divertirte, hacer un try y festejar... ¿Qué voy a festejar? ¿Un try? ¿Qué vale a lado de esto? Nada... Un campeonato... Nada. Pero te cambio 30 campeonatos para que no pasen estas cosas. Entonces cuando eso pasa es muy difícil. Como jugador yo lo viví con Manuel (Fernández). Me costó muchísimo, era mi íntimo amigo. Y te apoyás donde podés. Desgraciadamente el tiempo, a la gente que no lo sufre directamente, lo va curando o te vas acostumbrando a vivir con eso, pero la mierda se la come la familia. El día a día lo viven ellos. Despacito vas saliendo y ahí tratás de ofrendarle lo poquito que podemos darle nosotros, una alegría, algo que podés regalarle y que no sé cuánto sirve.
—El recuerdo de ellos estuvo en la final.
—Seguro. Nosotros nos llenamos la boca diciendo que Duendes es nuestra segunda familia. Y cuando tu familia está golpeada tratás de darle algo lindo. Lo poco que podíamos darle era eso... y no te hablo del campeonato, te hablo de una entrega total, de dar todo. Fueron dos meses de rugby en los que el equipo se tenía que ir aplaudido y lo lograron. Con mucha entrega, a lo mejor con poco rugby... no sé, pero yendo a buscar lo que teníamos que buscar, los tries, los bonus y con eso poder regalar aunque sea una caricia, nada más.