Con el repaso final transcurren los días a 2017, tan próximo que asombra. Llega rápido, demasiado, ¿o lo vivimos con tanta vertiginosidad que los días se "volaron" cual gaviotas protegiendo sus alas de la tormenta? Fuimos superados por esa rapidez inexplicable, por el vértigo reinante, por el cúmulo de hechos que no dejaron espacio a la reflexión inteligente que nos permitiera visualizar nuestro rumbo. Flotamos a la deriva, tratando de mantenernos de pie, cuando todo parecía esmerarse para que tambaleáramos hasta caer. Mirándonos unos a otros sin comprender tanta ignominia. Y muchos cayeron. Por maldad, por negligencia, por inoperancia. Perdimos mujeres en mano de sus parejas, jóvenes por la droga, niños, jóvenes y adultos víctimas de asaltos, violaciones, homicidios, con una policía que no alcanzó, o no le interesó alcanzar. Pobreza que siguió aumentando descaradamente. Alimentación adaptada a la realidad económica. Jubilados que siguieron burlados por la mínima. Educación y salud que transcurrieron con presupuestos magros y objetivos acordes. Niños que abandonaron la escuela. Jóvenes que transitaron las calles sin trabajo, sin estudio y sin ganas. Droga, mucha, y mucho alcohol. Boliches con fiestas asesinas. Turismo para pocos. Prensa y TV amarillista impartiendo incultura. Ciclos banales inculcando a las mujeres que el triunfo es sólo para jóvenes y bonitas con cirugías "salvadoras". Y los políticos, más interesados en la campaña que se acerca que en la realidad que ahora llaman "del vecino". Pero queda un espacio para contabilizar y ver que no todo fue tan negro en 2016. La Justicia despereza lentamente y equilibra su balanza intentando ser justa, con lo cual los corruptos empiezan a transpirar. El Congreso nacional ve a sus integrantes trabajando como nunca. La droga para la cura de la hepatitis C llegó al país y muchos se curaron y se tratan. La clase media se sigue esforzando por pagar al día impuestos y servicios. Los hospitales tienen profesionales que cuerpean fieramente falencias del Estado, igual que muchos profesores y maestros de las universidades y escuelas públicas. Las familias hacen malabares para sustentar el alimento, los elementos escolares, el jardín, la universidad, la salud prepaga. La solidaridad brota por doquier ante tantas carencias. Y así la rueda sigue, con demasiado sacrificio, pero sigue. Es de esperar que en 2017 podamos bajar al menos dos cambios, porque el tiempo de reflexión para la acción correcta, se necesita. Recordemos la opinión de un excelente médico, G. Jaim Echeverry: "Todo lo que usamos para vivir rápido lo hicimos en tiempo lento". Los políticos, la justicia, los periodistas, los educadores, los guardianes de la salud, el pueblo todo, deberá tomarse ese tiempo para pensar cómo cambiar el rumbo de esta historia de desdichas, hurguetear entre problemas importantes y resolverlos, para no dar lugar a los urgentes, sino hallará a los que queden, llorando por lo mismo.