Mauricio Macri y Cristina coincidieron esta semana en un mismo diagnóstico. También en un pronóstico sobre su propio futuro. Las paradojas de la política argentina son capaces de poner en un mismo punto de pensamiento a los dos dirigentes que más se detestan entre sí.
El actual presidente cree que su gobierno comienza a partir de ahora. La salida del default, el final del trance duro de los aumentos de tarifas y precios y la dispersión peronista provocada por el despertar convulsionado de la Justicia que recordó los artículos del Código Penal sobre corrupción, son el GPS de localización de este recomienzo de gestión. La ex primera mandataria coincide con Macri en que la chance de acceder a financiamiento externo a través del crédito le dará un respiro a Cambiemos para mostrarse activo en su presidencia. Por lo demás, cree que hay que pulsar la cuerda pública de la crisis social para no permitir que los embates de los jueces la saquen de carrera para siempre.
¿Qué gobierno quiere la alianza que ejerce hoy el poder? “Queremos un país normal, con reglas claras, con los corruptos presos y con la ciudadanía pudiendo hacer proyectos a futuro”, le dijo a este cronista uno de los númenes terrenales del PRO. ¿Se puede vislumbrar alguna definición concreta con esta consideración? No es sencillo.
Es cierto que Mauricio Macri tiene claro el concepto esencial de la división de poderes y la periodicidad de la función pública. Un empresario amigo de años de la familia presidencial asegura que quien hoy ejerce el Poder Ejecutivo tiene decidido permanecer en el poder por sólo 4 años. El mismo dirigente jura que la carrera por su sucesión ya está echada y la encabeza el jefe de Gabinete Marcos Peña. En un país con mandatarios proclives a atornillarse al sillón del poder, en donde algunos imaginaron la sucesión eterna de cónyuges hasta la mayoría de edad política de alguno de sus hijos, este concepto no es menor. La última elección presidencial decidió algo más que un inquilino del poder: conceptualizó si pretendíamos seguir el camino de la República o no.
Ahora bien: hoy en el ejercicio de ese poder, ¿qué modelo de gestión se piensa? Si se miran estos cuatro meses de gobierno, Cambiemos se ha volcado hacia el laboratorio económico de ortodoxia para hacer coincidir sus planteos teóricos con las cifras de las estadísticas. Demasiada falta de política y de piel social para no enterarse que el justificado aumento de precios de tarifas porteñas sacude la pobreza o que la salida del disparate del cepo arrinconó a las clases menos pudientes lejos de las góndolas de alimentos y productos básicos. Lo que había que hacer pudo haberse hecho con el prisma de la realidad de las mayorías.
La reciente discusión de la “ley antidespidos” es un claro ejemplo de la obcecación del PRO por negar una realidad que preocupa. Hay destrucción de fuentes de trabajo. Severas. El propio Estado eyectó a empleados de YPF esta semana y los empresarios que clamaban por un cambio no movieron otra cosa más que el achicamiento de sus plantas de trabajadores. ¿Es la herencia recibida por los 120 días de gobierno de Macri? Sería hora de entender que la mayoría de los argentinos no creyó en el relato kirchnerista que decía que el paso de Néstor y Cristina por Balcarce 50 era el mejor gobierno de la historia, aun si se los comparaba con Juan Domingo Perón, Carlos Pellegrini o el primer triunvirato. Un dato incontrovertible lo demuestra: el kirchnerismo perdió las elecciones. Punto. La herencia disvaliosa existe.
Pero a la par de esto hay que decir que a Macri lo eligió un 51 por ciento de los votantes para que gobierne con esa herencia. No para que administre Suecia. Es ya hora de que los K nieguen la evidencia de un último gobierno de Cristina más malo que otra cosa y que los militantes amarillos (tan dogmáticos como los de la década ganada) asuman que deben gobernar y solucionar lo que recibieron, sin empeorarlo.
Ante el flagelo de la desocupación, toda la oposición propuso un proyecto de ley que frena los despidos por un período limitado. Desde Margarita Stolbizer, pasando por Sergio Massa y llegando hasta el FpV. Cambiemos sólo amenaza con vetar la ley si se sanciona. Porque si se manipula el mercado de trabajo nadie más tomará un empleado y las Pymes colapsarán por ese cerrojo. O el PRO no leyó el proyecto o sigue creyendo en el anacronismo de la mano invisible del mercado. Lo que sugieren los opositores pone un freno que protege a los empleados. No es hacia adelante. Un empresario podría tomar hoy un dependiente y echarlo mañana. No es retroactiva la protección. Y las Pymes, en el diseño de ley, tienen un régimen distinto. Y si el proyecto fuera tan malo como inatendible, ¿no debería el oficialismo decirnos cuál es su ideal superador o alternativo? Eso si entendiera a la desocupación como una prioridad a combatir. El PRO carece de dirigentes con capacidad de hacer política. Su jefe de bancada en Diputados propone más choques que consensos y su segunda línea es inexperta o directamente inexistente.
Diagnóstico. También la doctora Kirchner y el ingeniero Macri coinciden en una mirada de futuro. La Justicia no se detendrá a la hora de hurgar en la última gestión y pondrá lupa en la administración K y sus patrimonios. Cristina, de manera sorpresiva, le dijo a una actriz que participó en esta suerte de procesión de militantes al Instituto Patria, que se ve, más tarde que temprano, privada de su libertad. Antes que amilanarla, esa hipótesis la animaría en su decidida carrera para el regreso al poder. Dicho de manera sencilla, en un país en donde la crisis social no aparece resuelta, el papel de victimizarse azuzaría la idea de los paraísos perdidos.
El presidente sabe que los jueces recobraron la agilidad procesal y que muchos de ellos motorizan la velocidad de las causas con el rencor que le guardan a la ex mandataria. Macri no es ajeno a la decisión del Ricardo Lorenzetti de respaldar e impulsar a los magistrados inferiores a la hora de examinar las causas por corrupción. Esta semana que entra será de alto impacto el requerimiento penal que haría el fiscal Guillermo Marijuan, que se trajo algo más que amenazas de su viaje a los Estados Unidos. Porque entendámoslo: que el país haya trasladado su protagonismo a los Tribunales se debe, en forma principal, al escándalo del robo sistemático de los dineros públicos jamás controlado y avalado por el poder de ese momento. El conteo de dinero en “la Rosadita” es una metáfora, y no la única, de la impunidad y de la ausencia total de escrúpulos de muchos, pero muchos, funcionarios.
Mauricio y Cristina coincidieron sin proponérselo. El costado económico y social preocupa a uno y favorece a otra y las sentencias de Comodoro Py operan a la inversa. Raro el modo del devenir político de una Argentina tan dogmatizada y crispada como esos desacuerdos personales.