El Universo es un enjambre de poderes monstruosamente descomunales, una maraña de infinitos vivos que se devoran entre sí, se funden, se multiplican, estallan, resucitan tan lentamente como un glaciar corre hacia un lago.
El Universo es un enjambre de poderes monstruosamente descomunales, una maraña de infinitos vivos que se devoran entre sí, se funden, se multiplican, estallan, resucitan tan lentamente como un glaciar corre hacia un lago.
Y en un punto marginal de esa tempestad, y sometida absolutamente a ella, está la Vía Láctea, y en un escondite de la galaxia está el microscópico planeta Tierra. Y en el colmo de la insignificancia están las partículas que pueblan su ínfima superficie.
Algunas de esas partículas somos los humanos.
Aun con el patético tamaño que tenemos, somos conscientes, necesitamos comprender.
¿Qué soy? ¿Por qué soy como soy? ¿Qué me sucederá? ¿Qué debo hacer?
Necesitamos que el Universo tenga sentido.
Necesitamos encontrar, dotar de sentido a nuestras vidas.
Esa es nuestra naturaleza humana.
Y en todas las sociedades humanas de todas las épocas y todos los lugares se han tejido tradiciones de conocimientos y métodos para buscar en los poderes que están más allá de nuestra realidad las respuestas a las angustias en que navegan nuestras vidas.
Desde hace poco más de dos siglos (un suspiro en la Historia humana) Occidente (una porción no mayor del Mundo) tiene como estandarte del conocimiento humano a su ciencia.
Como sucedía con la religión que combatió, el Iluminismo erigió una ciencia exclusiva. No podían, no pueden, existir otras. Sólo una ciencia tiene jurisdicción sobre la verdad: la nuestra.
Tal pretensión no tardó en hacer agua. La ciencia moderna mantiene la hegemonía, pero la gente rescata las demás tradiciones que se han mantenido vivas como ríos subterráneos.
El zodíaco chino es una de esas tradiciones.
Nunca pasó a la clandestinidad en Oriente y cuando los occidentales lo descubrimos lo etiquetamos como superchería, como algo poco serio, infantil e irracional, que unos vivillos usaban para estafar.
Sin embargo, pese a la condena de la ciencia y la razón, aún semidescreídos, jugando, nos acercamos al zodíaco chino.
Una y otra vez. Miles, miles de personas. Algo encuentran allí. Reconocen que pese a todo, el zodíaco chino ofrece el poder de interpelar al Universo Enjambre de misterios en busca de respuestas.
Fragmento de "Horóscopo chino. Nueva guía de signos y predicciónes para las 12 tribus del zodíaco".
Gustavo Ng